Europa Sur

GÉNOVA, ENTRE CARMONA Y MURCIA

- JUAN M. MARQUÉS PERALES @marquesper­ales

Un presidente de la Junta no puede perder una batalla interna, y no por incapacida­d para la derrota, sino por lo cuestionad­o que sale

TEODORO García Egea debía andar revisando el número de avales que había recogido Virginia Pérez para volver a ser presidenta del PP de la provincia de Sevilla cuando Ciudadanos ultimaba la moción de censura en Murcia, su tierra. Despreveni­do es poco, aunque después lo ha arreglado del todo al rancio estilo de la política más vieja. Una vez que ha sucedido lo de Madrid y el Levante, aún resulta más insignific­ante la batalla que la dirección nacional del PP y San Telmo habían abierto en todos los frentes por la presidenci­a provincial de Sevilla o por quién debía ser la número dos del partido en Málaga. No es que el asunto sea gratutito, sino que Génova y San Telmo, con Juanma Moreno al frente, habían puesto tanto empeño en la diatriba como si se estuviesen discutiend­o el liderazgo nacional del PP, aunque algo de eso había.

El presidente de la Junta no puede perder una batalla interna en Sevilla, donde a la presidenta actual, Virginia Pérez, se enfrenta el candidato que él ha buscado, el alcalde de Carmona, Juan Ávila, y no es que no pueda porque esté incapacita­do para la derrota, sino porque ha convertido una pelea provincial en una cita de la que él saldría cuestionad­o si pierde. Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba le ganó el congreso a Carme Chacón en la misma Sevilla, el secretario general, ya electo, nombró a José Antonio Griñán presidente de la Ejecutiva federal del PSOE porque no podía trasladar a la opinión pública que el presidente de la Junta había sido derrotado a pocos meses de unas elecciones. Tal es el riesgo de que los grandes cargos institucio­nales se impliquen, tan a las claras, es batallas internas. El caso paradigmát­ico es Susana Díaz, que perdió siendo presidenta de la Junta.

Porque éste es el asunto: hay posibilida­des, serias, de que Virginia Pérez gane a Juan Ávila, aunque éste cuente con el hombre de los 40.000 millones de euros. Quien aconsejó a Juanma Moreno le debió ocultar que esta batalla hispalense es muy sevillana, que hay cuitas locales muy antiguas y que Virginia Pérez ni es su enemiga ni es una persona de Génova. En definitiva, que se ha expuesto tanto que parece lo que no es, un temerario.

Pero Pablo Casado y la dirección nacional del PP deben comprender que Juanma Moreno debe hacerse un partido, es el presidente de la comunidad autónoma más poblada de España y no se le puede someter a tamaña afrenta. Si no llegan a un acuerdo, alguien saldrá muy mal parado y quien ostenta el cargo institucio­nal es Moreno, no Casado. Génova ha salido muy mal parada del quilombo de Murcia, se ha quedado para dar pocas lecciones.

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