LA VICTORIA DE LOS BLANDOS
LA pandemia del Covid será el mayor suceso social que muchas generaciones habrán sufrido en sus vidas, ni la caída del Muro de Berlín ni los atentados del 11-S forzaron a más de la mitad de la humanidad a esconderse en sus casas. Sólo una catástrofe nuclear tendría un impacto similar, porque hasta las llamadas guerras mundiales fueron muy parciales en comparación con un virus que ha no respetado los supuestos paraísos que se creían blindados contra la pandemia, bien por la fortaleza de sus sistemas sanitarios, bien por la agudeza de sus dirigentes o por cualquier otra causa que devenía en ridículo al cabo de las semanas. Ni Portugal ni Japón ni Suecia ni Alemania. Una molécula de ARN con poco más que una carcasa, que eso es un virus, nos ha sobrepasado a todos, y sólo la ciencia ha logrado sacarnos de este hoyo en un tiempo récord.
Una de las numerosas lecciones que nos deja este fatídico año es que la prudencia y la humildad son las mejores virtudes políticas para los tiempos de crisis. Aunque parezca que el resultado es el triunfo de los populismos, lo cierto es que los dirigentes que lo han practicado han fracasado. Donald Trump perdió su reelección, y Boris Johnson quedó transformado después de que tuviese que ingresar en abril en un hospital londinense a causa del Covid. A las pocas semanas de un ingreso en el que tuvo que consumir litros y litros de oxígeno, nació su primer hijo, Wilfred, que lleva de segundo nombre el de Nicholas, en honor a uno de los médicos que le trataron en St. James.
Johnson ha dejado de alardear de alimentarse con hamburguesas y ha rectificado su escepticismo sobre las políticas relacionadas con la obesidad infantil. Otro hombre duro que cae, en expresión Barack Obama