Nuevas segregaciones
Como suele ser lo habitual –apuntaba en la presentación el principal investigador del Informe de la Juventud en España 2020, Pablo Simón–, la tendencia formativa entre los jóvenes españoles presenta una forma de reloj de arena, es decir, con un importante abandono entre enseñanza obligatoria y universidad, sin que las titulaciones intermedias lo solventen. El informe hecho público esta semana muestra que el impacto de la clase social sigue siendo determinante en el nivel académico y en las opciones de empleo. Por ejemplo, la educación de los padres y el hogar de origen tienen un efecto crucial en aquellos estudiantes que tienden a aprovechar las becas Erasmus o que cuentan con mayor movilidad: “Un entorno acomodado impulsa una educación superior”. Y el sesgo económico también orienta –junto con el sexo, masculino en este caso –, la elección deltipo de estudios que tendrán más empleabilidad: ciencias, desarrollo informático, ingeniería y matemáticas. Las dinámicas de segregación siguen existiendo pero “son más sutiles”. Durante la pandemia, de hecho, se muestra que el rendimiento escolar ha decrecido si un miembro de la familia ha perdido el empleo.
A ello, se suma otro factor generacional: la desorientación. Desde CCOO, Manuel Romero lamenta la falta de formación relativa a derechos laborales en la sociedad en general y entre los jóvenes en particular: “Deberían existir charlas informativas, como en tantps otros casos, pero desde los sindicatos, para que los chavales supieran de las leyes y convenios que los protegen y que no se dejen exprimir, porque entran a trabajar con la cabeza agachada”. Frente a esto, tenemos tanto el infalible ‘ya vendrá otro’ como el discurso del emprendimiento como tótem: “No todo el que emprende triunfa y la mayoría, lo sabe. Además, el que emprende, no deja de ser un trabajador”, indica.