ERTE, CONFINAMIENTO Y ECONOMÍA
LLevamos más de un año leyendo noticias sobre incidencia acumulada de contagios, restricciones, confinamiento y pandemia mundial; nos hemos familiarizado con los datos diarios de contagios por comunidades autónomas, provincias y municipios. Más aún, todos sabemos qué forma tiene el gráfico que muestra las tres olas de contagios que hemos sufrido. Sin embargo, poco sabemos de la evolución y comportamiento provincial de uno de los instrumentos utilizados para paliar los efectos económicos del confinamiento: los Expedientes de Regulación de Empleo (ERTE).
El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones publica mensualmente, junto con las afiliaciones a la Seguridad Social, el número de beneficiarios de la prestación por ERTE para cada una de las provincias españolas. A diferencia del dato nacional, que aparece con frecuencia diaria, el dato provincial sólo aparece referenciado a final de mes y como media mensual; la media mensual nos servirá para analizar la evolución de esta prestación en las provincias y regiones españolas, pero hay que advertir que los datos son provisionales y están sujetos a revisión (se han recogido los datos referidos a la primera publicación de afiliación mensual y a la corrección que se hizo en noviembre de 2020).
¿Por qué resulta de utilidad un análisis de la evolución provincial y regional de los beneficiarios por ERTE?
En primer lugar, porque no todas las provincias siguen el mismo comportamiento empresarial a la hora de acogerse a ERTE, y ese comportamiento puede estar condicionado por la estructura productiva de cada provincia y la mayor o menor dependencia de los sectores más afectados por el confinamiento (bares, restaurantes, hoteles, comercios, etc).
En segundo lugar, porque no todas las regiones y provincias han sufrido el mismo grado y tipo de restricciones a la movilidad, y esas restricciones pueden tener un reflejo en el número de empresas que se acogen a los ERTE.
En tercer lugar, porque la mayor o menor incidencia de los ERTE en una provincia podría determinar (o no) qué proporción de empleo se recupera pasados unos meses. Cuando en marzo o abril de 2020 parecía evidente que después de un ERTE todas las empresas iban a recuperar el 100% de su actividad, ahora, tras meses de cansancio y restricciones, está menos claro que eso vaya a suceder.
Antes de proceder a analizar la evolución de los datos, vamos a proporcionar algunas cifras para comprender mejor la magnitud del problema. Durante la primera ola, el máximo número de trabajadores acogidos a ERTE en España llegó a los 3.617.306; la media en el mes de mayo rozó casi los dos de cada diez trabajadores. En Cádiz la media de mayo de 2020 fue de 61.078 personas, que también se acerca a esa proporción de dos de cada diez trabajadores de la provincia. En febrero de 2021 las cifras de ERTE han bajado de forma generalizada; la media nacional se sitúa en las 909.661 personas y la provincial en 16.969 personas, que representan en ambos casos casi uno de cada veinte afiliados a la Seguridad Social.
Si atendemos a la evolución de los datos, en el gráfico adjunto aparece para Cádiz, Andalucía, Cataluña, Madrid y España el número medio mensual de beneficiarios por ERTE relativizado por el número medio de afiliados a la seguridad social. Esta proporción permitirá comparar los datos evitando el diferente tamaño de cada provincia o región.
La parte izquierda del gráfico muestra el enorme impacto en los ERTE de la primera ola de contagios. Todas las provincias y regiones tuvieron un comportamiento similar porque el confinamiento afectó al territorio nacional por igual, pero la intensidad varió; las provincias y regiones con más trabajadores en ERTE fueron aquellas que tenían una mayor proporción de sectores económicos vinculados a la hostelería, restauración y comercio considerado no imprescindible. Cádiz, con una dependencia importante del sector turístico, concentró más trabajadores en ERTE que la media andaluza, donde provincias como Jaén o Huelva hacen bajar la media.
Si el pico de la gráfica muestra la duración del confinamien
to (ausencia de actividad empresarial), el descenso de la gráfica muestra el proceso de apertura; es decir, la reincorporación a la actividad productiva de los trabajadores en ERTE. El descenso de la curva se inicia con la llegada del verano y con la reactivación del turismo y los desplazamientos. Obsérvese que el ritmo de descenso es similar, pero Cataluña y Madrid se mantiene por encima del resto, que es como decir que tienen proporcionalmente más trabajadores en ERTE o que sus empresas están sufriendo más (Cataluña parece aprovechar mejor que Madrid la época estival).
Tras el verano llega la segunda ola y, en noviembre, los nuevos confinamientos perimetrales; es en ese momento cuando los ERTE vuelven a crecer, aunque nunca como en abril o mayo. El crecimiento afecta a Cataluña, a la media nacional, a la media andaluza y a Cádiz; Madrid, sin embargo, no aumenta en este mes los ERTEs. El origen puede estar en la diferencia de restricciones entre la Comunidad de Madrid y el resto de provincias y regiones.
Algo similar observamos tras la tercera ola. Pasada la Navidad los contagios aumentan y, a mediados de enero, pero sobre todo en febrero, vuelven las restricciones. Todas las provincias y regiones experimentan un aumento de los ERTE, especialmente Cádiz por sus características económicas; Madrid, sin embargo, vuelve a reducir la proporción de población en ERTE. El origen de este dispar comportamiento puede estar de nuevo en las diferentes características de sus restricciones. Aunque el toque de queda es más o menos similar para todos, los horarios son claramente diferentes y el confinamiento zonal mucho más reducido. En algunas comunidades autónomas se suceden las protestas de los propietarios de bares y restaurantes.
El resultado final es que Madrid, con unas restricciones más relajadas frente a otras provincias, ha conseguido que no aumente o aumente muy poco la proporción de población en ERTE. A cambio, su ritmo de descenso de contagios por COVID19 ha sido menor que el del resto de referencias geográficas.
Los ERTE son una protección imprescindible y necesaria que tiene por objeto mantener el nivel de ocupación cuando se pueda volver a la actividad, pero parece que gana fuerza la idea de que cuantas menos empresas se cierren temporalmente acogiéndose a este sistema de protección, mejor será para su continuidad; muchos empresarios dudan últimamente de su capacidad para mantener el negocio abierto tras salir de un ERTE. A este hipotético peligro de pérdida de empleo hay que añadir el ya riesgo cierto del desempleo registrado entre febrero de 2020 y febrero de 2021 en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal, que ha aumentado en España un 23,5%, un 29,6% en Cataluña, un 26,7% en Madrid, un 24,2% en Andalucía y un 25,5% en Cádiz.
Ahora mismo estamos todos concentrados en la disminución de los contagios y con la vista puesta en el verano, pero si cuando pase el tiempo Madrid pierde menos empleo que otras regiones que tuvieron más ERTE, la estrategia podría parecer que les ha salido mejor “económicamente”; si por el contrario no existen diferencias, el menor ritmo de descenso de contagios y la congestión de los hospitales les habrá pasado una gran factura.
Necesitamos más información para valorar la oportunidad o no de las diferentes estrategias de confinamiento. Sin datos definitivos y con una mayor desagregación espacial y temporal no podemos aventurar afirmaciones rotundas. Será el tiempo y los datos los que juzgarán y darán o quitarán razones.