Europa Sur

NOS MEAN ENCIMA

- MARTÍN DOMINGO

ESCUCHÉ donde Herrera la noticia de las mociones de censura de Ciudadanos y el PSOE y la posterior convocator­ia electoral de Ayuso en Madrid –bueno, ya había leído antes lo del reparto entre populares y socialista­s de Televisión Española y el Poder Judicial y que Podemos había votado en Europa en contra de levantar la inmunidad a Puigdemont– y no daba crédito. Pensé: un año de pandemia, con cien mil muertos, camino de cinco millones de parados, las vacunas que no llegan, las ayudas tampoco, y los políticos, a lo suyo; sus intrigas palaciegas, su reparto de sillones, sus privilegio­s, su asalto a las institucio­nes… y al FC Barcelona, la madre de todas las embajadas de Diplocat.

Es evidente que han perdido el norte. Y la vergüenza, aunque servidor empieza a sospechar que no es algo que les preocupe demasiado. Nos respetan poco porque nos conocen bien. Saben que nos pueden mear encima porque nosotros decimos que llueve. Sobre todo si el que se saca la chorra es uno de los nuestros. Por eso no permiten a los abuelos recibir visitas en

Las próximas elecciones me van a pillar, a Dios querer, “columpiánd­ome en mi hamaca, junto al lago Titicaca”

los hospitales o las residencia­s, pero sí los llevan a hacer cola como borreguito­s de Norit en los colegios electorale­s. Si tienen que cascar, que sea asegurando el futuro de su candidato o candidata. ¿Cuántas votaciones llevamos en los últimos años? ¿Cinco? ¿Seis? No lo sé, y, como decía Umbral, no me voy a levantar a comprobarl­o, pero de tanto tensar la cuerda de la confianza, puede que llegue el momento en que a ese sector de la población que la nueva casta de Podemos llamaba antes La Gente se le hinchen definitiva­mente las pelotas. Porque la peña se conoce sus barbucias, sus coletas y sus cicatrices mejor que la cara de su propia madre. Como el Sendero Luminoso de aquella canción del Pingüino, nos persiguen sin reposo desde todas las pantallas; sus mentiras edulcorada­s se cuelan en todos los transistor­es; da igual el periódico que pida al camarero: allí, en portada, están siempre sus jetas indecentes. El periodismo también debería hacérselo mirar. A ver quién es el primo que paga una suscripció­n prémium para poder leer entera una entrevista pactada con el Doctor Fake o el lince de Teodorín: que la responsabi­lidad, que el futuro de todos y todas, que harán el esfuerzo. Pues conmigo que se ahorren los mailings o como se llame esa basura electoral con la que me atascan el buzón. Porque las próximas elecciones me van a pillar, a Dios querer, “columpiánd­ome en mi hamaca, junto al lago Titicaca”. Para mí la titi y para ellos, lo otro.

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