El gobierno civil reta al Ejército birmano al invocar a la “revolución”
● Los cargos electos depuestos en el golpe militar instan a restaurar la democracia ● Seis muertos más en las manifestaciones
El llamado gobierno civil birmano, formado por cargos electos depuestos por la junta milita golpista, llamó a una “revolución” para restaurar la democracia y autorizó la defensa propia de los ciudadanos contra la represión sangrienta de las fuerzas del orden, que ayer mataron al menos a otras seis personas en distintas protestas.
“Para formar una democracia federal, con todos los hermanos de las etnias que han sufrido toda clase de opresiones de la dictadura durante décadas, esta revolución es una oportunidad para juntar nuestros esfuerzos”, dijo en un discurso Mahn Win Khaing Than, líder en funciones del gobierno civil tras la detención de Aung San Suu Kyi el el 1 de febrero.
Than, que junto a otros miembros de la Liga Nacional para la Democracia (LND) permanece oculto, afirmó en su primer discurso al país que la nación vive su “momento más oscuro, pero el amanecer está cerca”. “Éste es el momento para que todos nuestros ciudadanos pongan a prueba su resistencia contra los momentos oscuros”, declaró.
Than fue nombrado vicepresidente del Comité de Representantes de la Asamblea de la Unión (CRPH), que agrupa a parte de los parlamentarios electos en los comicios del pasado noviembre y que no pudieron asumir formalmente sus escaños por la sublevación militar.
El CRPH, que trata de obtener el reconocimiento internacional como gobierno legítimo de Birmania, ya había revalidado los cargos del presidente, Win Myint, y la consejera de Estado, Suu Kyi, ambos bajo custodia de los militares, por lo que Than actúa de líder en funciones.
Horas después de que Than prometiera en su discurso que el gobierno civil trataría de otorgar a la población el derecho legal a defenderse de la violencia policial, el CRPH publicó un comunicado en el que declaró “organización terrorista” a la junta militar en el poder y reconoció el derecho de los ciudadanos a actuar en defensa propia o de otros para preservar su derecho a la vida.
Las noticias de muertes violentas a diario en todo el país –más de 80 ya desde que se produjo el golpe de Estado, según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania– no desanima a los manifestantes, que volvieron a llenar las calles.
La represión de las fuerzas de seguridad causó al menos seis muertes, según la prensa local, con Rangún, la ciudad más poblada, como centro de los altercados más graves.
En la antigua capital, tres personas perdieron la vida en el distrito de Hlaing Tharyar por los disparos con munición real de las fuerzas de seguridad, que hirieron a un número indeterminado de manifestantes.