Sobre la convivencia
AÑORANZA Y NECESIDAD DE LA TERCERA ESPAÑA Luis Antonio de Villena. Athenaica. Sevilla. 2021. 104 páginas. 12 euros
Esta pequeña obra, de naturaleza panfletaria, adolece o disfruta de la urgencia propia del género (en este caso, lo segundo), así como de una exigencia de claridad, necesaria para reforzar lo dicho. Y lo dicho, una vez leído el título, Añoranza y necesidad de la Tercera España, no exige de grandes aclaraciones; pero sí de acotaciones y precisiones que lleven a la recta consideración del presente libro, que apela a la convivencia entre españoles.
Esta añoranza y necesidad partirá, pues, de la previa identificación de las dos Españas, acaso vivas desde la francesada (Carr), y del valioso elemento común del que puede nacer una España contraria a la que exploró y explotó, abruptamente, sus diferencias en la contienda civil del siglo pasado. Según Villena, esa España en tercería se aproxima en algo a la proyectada durante la Transición, aunque sus resultados, a la vista del auge de los particularismos, no sean los apetecidos. Por otra parte, es la voluntad de superar ambas concepciones de lo español, lo que Villena llama la
Tercera España. Una Tercera España que acepte, respetuosamente, su vastísima herencia cultural y que deplore la vieja propaganda adversa, la llamada leyenda negra, que difundieron sus adversarios de antaño. Esta herencia incluye, necesariamente, el fruto más destacado de ambas Españas (Costa, Ganivet, Menéndez Pelayo, Unamuno, Ortega, Castro, SánchezAlbornoz, etcétera); pero también cierto pensamiento circunflejo,
atento al ser de España, y que quizá sea una secuela indeseada del siglo romántico.
En un texto así, por otra parte, no cabe detenerse a elucidar si también existen “dos Francias”, “dos Italias”, “dos Alemanias”, etcétera, y si nuestra supuesta excepcionalidad es, sencillamente, un error perceptivo, hijo de la desatención y el celo. Sí queda claro, en cualquier caso, que este folleto de Villena va encaminado a la convivencia y la aceptación del Otro. Esto es, va dirigido a que el Otro sea un otro hospitalario y nuestro. Lo cual es, ciertamente, tan inusual como encomiable.