Iglesias se distancia de Sánchez
PARECÍA imposible, pero en política nada se puede dar por seguro. Pablo Iglesias, que se resistía a dejar su sillón de vicepresidente, se ha lanzado al ruedo madrileño para tratar de impedir que Isabel Díaz Ayuso se mantenga al frente del Gobierno regional. Los sondeos son claros: Ayuso se despega sobre todos sus rivales, mientras que Podemos podría convertirse en extraparlamentario porque existían dudas –hasta ahora– de que pudiera alcanzar el 5% de votos, lo mismo que le ocurre a Cs.
Iglesias no lo ha dudado: se presenta como candidato al Ejecutivo madrileño y señala a Yolanda Díaz como sustituta en la Vicepresidencia y a Ione Belarra en el Ministerio de Derechos Sociales.
El 15 de marzo quedará señalado como la fecha en que se produjo un tsunami cuyas consecuencias hoy son difíciles de prever. Por la mañana todos los focos estaban puestos en la sede de Ciudadanos, donde Arrimadas afrontaba su momento más difícil, con decisiones que no auguran nada bueno: incorpora a la Ejecutiva a algunas de las voces más discrepantes y reduce el poder de los dos personajes más polémicos, Cuadrado y Espejo. Pero la salida del partido, y de la política, de Toni Cantó, con declaraciones demoledoras, no augura paz para Arrimadas tras su decisión de despegarse del PP para acercarse al PSOE. Su futuro aún está por escribir, pero se presenta incierto tirando a mal.
Más todavía desde que Iglesias anunció su candidatura madrileña, que polarizará el voto entre izquierdas y derechas. Ayuso lo ha descrito muy bien: “España me debe una, hemos sacado a Iglesias del Gobierno”, al tiempo que anunciaba que su lema de campaña será “Comunismo o libertad”. Tanto Vox como PSOE saldrán perjudicados: los votantes de izquierda creen que Iglesias tiene más posibilidades que Gabilondo ante Ayuso; los de centroderecha, que ésta es la única que puede acabar con la carrera política de Iglesias. Porque éste, como diputado autonómico, quedaría reducido a la nada.
La decisión de Iglesias no es buena noticia para Sánchez, y algunos socialistas creen que se trata de una venganza por la forma en que el presidente ha tratado al líder de Podemos en los últimos tiempos, en los que apenas le ha visto, hablado y escuchado. Sánchez puede perder el apoyo parlamentario de ERC y Bildu, más afines a Iglesias que a Sánchez, y además su salida provocará más inestabilidad de la que ya existía en el Ejecutivo: como líder de Podemos, imponía una autoridad en el grupo podemita que ahora se pierde, y provocará más tensiones de las muchas que ya existían. Por no mencionar que, una vez fuera del Gobierno, nada impide a Iglesias marcar distancias con Sánchez porque no tiene nada que perder personalmente. Distancias que podrían traducirse en falta de apoyos en votos... e incluso ruptura de la coalición.
El futuro de Arrimadas aún está por escribir, pero se presenta incierto tirando a mal