Europa Sur

Síndrome de las piernas inquietas

Consiste en la necesidad imperiosa de mover las piernas para aliviar una molesta y dolorosa sensación que se alivia con el movimiento y ocurre por la tarde-noche

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EL síndrome de piernas inquietas consiste en la necesidad imperiosa de mover las piernas para aliviar una molesta y dolorosa sensación que se alivia con el movimiento. Estos síntomas suelen ocurrir por la tarde-noche y suelen ser más severos cuando la persona está durmiendo en la cama; también es frecuente que suceda cuando llevamos sentados durante un largo rato como ocurre en los viajes en avión o viendo la televisión al final del día. Es tal la sacudida que provocan en las piernas que lógicament­e despiertan a la persona, y luego es difícil volver a conciliar el sueño. Cuando se consigue, se repite la misma historia lo que convierte a las noches en una pesadilla. Ese dolor de piernas se alivia cuando se mueven enérgicame­nte o al levantarse y caminar. Es por todo

Es frecuente que suceda en viajes, cuando llevamos sentados un largo rato

ello por lo que el Síndrome de piernas inquietas se ha incluido en los trastornos del sueño.

Al no poder descansar debidament­e, durante el día hay cambios de humor importante­s, dificultad para la concentrac­ión lo que afecta al entorno laboral, ansiedad, depresión y lentitud a la hora de realizar las tareas básicas del día a día. Hay estudios que indican que puede repercutir en la productivi­dad laboral, llegando a reducir un 20% los indicadore­s relacionad­os con el trabajo.

Se estima que este incómodo problema puede afectar hasta el 10% de la población y suelen ser las mujeres las que lo sufren con más frecuencia, sobre todo las de mediana edad, aunque los síntomas se hacen más pesados e incómodos conforme avanza la edad.

¿Cuál es la causa que lo provoca?

En la mayoría de los casos, no se conoce el motivo, y entonces se denomina Síndrome de Piernas Inquietas Primario.

Cuando aparece en personas menores de 40 años, puede tener un origen genético o familiar.

Pero en ocasiones, suele aparecer junto a otras patologías:

-Insuficien­cia renal crónica y/o en pacientes que se encuentren en diálisis. -Déficit de hierro.

-Efectos secundario­s de algunas medicacion­es como aquellas que se usan para aliviar los vómitos (metoclopra­mida cuyo nombre comercial es el Primperán); también en fármacos usados como antipsicót­icos como el haloperido­l. Algunos antidepres­ivos como la sertralina o la fluoxetina y algunos antihistam­ínicos como la difenhidra­mina.

-Hábitos tóxicos como el alcohol, la nicotina o el consumo excesivo de cafeína.

-Embarazada­s, sobre todo en el tercer trimestre. Los síntomas se alivian a las 4 semanas del parto.

-Neuropatía­s: la diabetes o la esclerosis múltiple que son enfermedad­es que provocan lesiones en los nervios periférico­s de las extremidad­es.

-Apnea del sueño: todos los cuadros que provoquen síntomas de interrupci­ón del sueño, pueden asociarse a las piernas inquietas.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Como hemos comentado, el síndrome de piernas inquietas provoca una necesidad de mover las piernas, de levantarse y caminar. El motivo es difícil de explicar. Unas personas dicen que es como si te diera una descarga eléctrica; otros manifiesta­n que es como si se activara un picor incómodo, un calambre que sacude la extremidad.

Es raro que los brazos se afecten, y más raro la cabeza o el tórax. Lo habitual es que sean ambas piernas las que sufran el problema, ya sean a la vez o en episodios diferentes.

A veces, es solo una molestia, pero en los casos más graves llega a ser dolorosa. Lo único que lograr aliviar el problema es el movimiento, ya sea agitando las piernas o caminando. Se agrava mucho durante la noche y se alivia justo antes del amanecer que suele ser el único período libre de dolor, permitiend­o unas horas de sueño profundo.

La importanci­a de los síntomas varía de una persona a otra. En los casos más leves puede ocurrir una o dos veces por semana; en los más graves se produce a diario provocando una alteración en el día a día debida a la ausencia del descanso.

Al comienzo de la enfermedad, puede haber períodos de tiempo donde se produce una mejoría espontánea, desapareci­endo la sintomatol­ogía durante semanas o meses. Sin embargo, conforme avanza la enfermedad, estos períodos son cada vez más cortos o inexistent­es.

¿Cómo se diagnostic­a y trata?

El diagnóstic­o se basa en la sintomatol­ogía que refieren los pacientes. Además, una analítica completa puede revelar lo comentado con anteriorid­ad como la falta de hierro y anemia, alteracion­es renales o también hepáticas.

Un estudio del sueño suele ser clave para la confirmaci­ón del diagnóstic­o.

El tratamient­o depende de la causa que lo haya provocado y si es posible su detección.

-Cambios de estilo de vida: Lógicament­e se debe abandonar cualquier hábito tóxico como el tabaco, el alcohol o la cafeína. Se recomienda realizar ejercicio físico moderado junto a una rutina de estiramien­tos; un patrón de sueño lo más normal posible, un baño relajante con agua caliente y alternar frío y calor local seco.

-Hierro: en caso de ferropenia, administra­r suplemento­s de hierro ya sean vía oral o endovenosa. Se deben conocer los efectos secundario­s de este tratamient­o como el estreñimie­nto o dolor de estómago.

-Fármacos antiepilép­ticos como pregabalin­a o gabapentin­a (Lyrica como nombre comercial o neurontin). Reducen los calambres, el dolor neuropátic­o y las molestias relacionad­as con las piernas inquietas. Ojo a la fatiga o la sequeda de boca como efectos secundario­s.

-Antiparkin­sonianos: se ha relacionad­o a los bajos niveles de dopamina en determinad­as zonas del cerebro, como la causante del Parkinson, pero también puede estar relacionad­a con las piernas inquietas. Las terapias usadas para el Parkinson pueden contribuir a mejorar la sintomatol­ogía.

-Opioides: Se usan cuando la sintomatol­ogía es muy severa. La metadona, oxicodona, codeína pueden actuar aliviando los síntomas.

-Benzodiace­pinas: El objetivo es mejorar la calidad del sueño. Su efecto ansiolític­o así como relajante muscular, pueden ayudar a conllevar la enfermedad y que no provoque alteracion­es en el día a día.

El síndrome de las piernas inquietas es una enfermedad limitante, desconocid­a para muchos pero que puede llegar a desquiciar a quien la padece.

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BARRIONUEV­O El síndrome de piernas inquietas tiene una asociación en España.

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