Caravana de mujeres
Todo amante del ‘western’ recordará sin duda aquella original película que, ambientada a mediados del siglo XIX y con Robert Taylor como principal protagonista, da título a esta Carta al Director. Amena cinta en la que un decidido grupo de mujeres toma las riendas, en el más estricto sentido de la palabra, de una larga comitiva de carros y carretas ocupadas por personas de su mismo sexo. Sin experiencia alguna en este tipo de faenas, pero forzadas ante el abandono de la totalidad de guías y conductores experimentados contratados para tal cometido.
Quizás fuera el ejemplarizante comportamiento de aquella caravana de mujeres cuyo valor y tenacidad no tuvo límites, llevado a la vida real, lo que hiciera remover con más fuerza las conciencias de quienes consideraban el ente femenino como un ser inferior. Para entonces ya había dado sus primeros pasos el denominado feminismo entendiéndose como tal aquel conjunto de movimientos culturales, económicos y sociales llamado a fijar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Si bien en esos años era más que patente una notable discriminación entre ambos sexos con el transcurso del tiempo fueron corrigiéndose muchas de aquellas sinrazones. Por fortuna han cambiado las mentalidades. Pienso que a día de hoy nadie en su sano juicio desaprueba la equiparación de salarios entre hombre y mujer, el acceso de cualquiera de ellos a puestos de dirección bajo idénticos criterios, la igualdad de oportunidades para ambos o el absoluto rechazo a la denominada violencia de género. Sentido común y coherencia salvo en una cierta parte de la sociedad que parece poner todo su empeño en hacer de tan noble causa en defensa de la mujer un manifiesto ataque al hombre. Por otro lado, y de un tiempo atrás, flaco favor le está ocasionando al justo reconocimiento de aquella la cada día más descarada injerencia política con intereses notoriamente partidistas. Numerosas son asimismo las asociaciones o mareas, como también se les ha dado en llamar, que se disputan abanderar la corriente feminista arrogándose el amparo de la mujer vejada. Polémica servida ante el poco riguroso control del dinero público destinado a subvenciones otorgadas en estas circunstancias por parte de la Administración.
Igualdad de derechos para ambos sexos así como aplaudir que el femenino tenga ya en la sociedad el lugar que se merece y que siempre debió ocupar. Un recuerdo para aquella caravana de mujeres.