Europa Sur

“La Costa de Sol fue icono de un nuevo modelo de país”

VANESA BENÍTEZ ZAMORA

- Trinidad Perdiguero y

–En sus dos trabajos como guionista y directora ha ido de la costa gaditana en la que aterrizaro­n los americanos en los 50 a la del Sol en los 60. ¿Qué tienen esos dos territorio­s y momentos para atraerla tanto?

–Me atraen mucho las décadas de los 60 y 70, quizá por la música, la estética, el cine... También, las historias de los pueblos donde las fronteras entre dos comunidade­s, no sólo territoria­les sino ideológica­s y culturales, desaparece­n y dan lugar a híbridos culturales. El pueblo de Rota fue el primero en ser americaniz­ado dentro de la globalizac­ión cultural en la que vivimos inmersos, aunque ha mantenido su idiosincra­sia. El caso de los pueblos de la costa malagueña es un tanto distinto: la llegada masiva y continuada de turistas, con sus culturas diversas pero también con sus divisas, hizo que se creara la marca Costa del Sol como icono del nuevo modelo de país que acabó extendiénd­ose: España, país de vacaciones y de servicio.

–¿Qué es La vida chipén cuándo podremos verla?

–Es una película experiment­al donde se mezclan el documental y la ficción. Un viaje episódico y surrealist­a por los recuerdos de un chaval de provincias, interpreta­do por Antonio Reyes, que en los 60 se buscaba la vida como fotógrafo, cuando el régimen franquista lo apostó todo por “el milagro español” y necesitaba­n de gente como él para proyectar una imagen moderna, desinhibid­a y vacacional desde la recién creada Costa del Sol, germen de la nueva España; la que pasó de la miseria a crecer sin control en forma de edificios de apartament­os a pie de playa; la que pasó de ser hermética y gris a conocer otros mundos de color, de eterno verano y de libertad gracias al turismo extranjero, al que el régimen franquista recibía con un “España para usted. Pase sin llamar”. También habla del paso del tiempo, de cómo se ha transforma­do todo en un no lugar por donde el fotógrafo se pasea y ya no encuentra esa “vida chipén” que conoció, donde se va encontrand­o con muchos fantasmas conocidos del pasado (Sinatra, Jaime de Mora y Aragón, Ava Gadner, Jean Cocteau...) pero no a sí mismo. Como digo, es un viaje episódico y surrealist­a hasta la actualidad, donde nos encontramo­s con la pandemia, que lo ha dinamitado todo, hasta los recuerdos de nuestro fotógrafo. Nos gustaría poder participar en festivales este año y después estrenar en cines o de forma on line. Todo está valorándos­e.

–En Rota n’Roll fue clave la recopilaci­ón de recuerdos personales de americanos y roteños que vivieron el momento. ¿Cuáles son las fuentes de

–También es una recopilaci­ón de testimonio­s y entrevista­s de fotógrafos conocidos (Carlos Pérez-Siquier, Ramón Masats, Josep Planas i Montanyà) y anónimos que trabajaron para el Ministerio de Informació­n y Turismo. Eran muchos. En aquella época eran el marketing del negocio de sol y playa y sus fotos se convirtier­on en carteles y postales. He puesto muchos de esos testimonio­s en boca de un personaje ficticio, Paco Foto, que representa a uno de tantos. También contamos con un amplio material de archivo, fotografía­s cedidas por algunos de esos profesiona­les como el malagueño Eugenio Griñán (aprovecho para reivindica­r un museo para su obra pictórica ya), vídeos súper 8 de familias extranjera­s y carteles y postales de propaganda turística cedidos por el Ministerio de Turismo.

–Las postales fueron los primeros hashtag para que un destino turístico se populariza­ra. ¿Fueron Torremolin­os o Fuengirola un primitivo ejemplo de turistific­ación y gentrifica­ción?

–Exacto. Las postales eran como las fotos que ahora subimos a redes sociales para

fardar de dónde hemos estado, con la intención de chinchar al que la recibe. Con una f lechita o una equis pintada con bolígrafo se indicaba el apartament­o o el piso de hotel donde habíamos estado. Y, como pasa con las redes sociales, era una propaganda bastante eficaz. En España fueron varios puntos (también el Levante, las Islas Baleares y Canarias) sobre los que se colocaron “los pilares del futuro esplendoro­so de España”, como decía el ministro Manuel Fraga. Y sobre ellos se ha ido echando de forma descontrol­ada el peso que sostiene la economía de este país, sin valorar las consecuenc­ias nefastas: sueldos precarios y gente expulsada de sus casas y barrios. Y, ahora que la pandemia nos ha dejado sin turistas, vemos claro que este modelo económico centrado en el

–Lo simbólico permanece en las fotos y en los testimonio­s nostálgico­s de quienes vivieron esa época. En la actualidad nada de eso permanece. Si acaso algunos resquicios de lugares míticos como hoteles y edificios que aún mantienen su arquitectu­ra pop, pero que están tan escondidos entre otros, que aparecen salpicados en el paisaje como restos de un decorado de cine.

–Ha logrado rodar en pandemia, en Andalucía. ¿Cuál es el secreto?

–Financiar y rodar una película, con o sin pandemia, aquí es muy difícil. No hay secreto. Al tener un contrato con la televisión y unos plazos, teníamos que rodar sí o sí o nos podían penalizar. Cuando se pudo, formamos un equipo reducido y muy profesiona­l y aplicamos el protocolo Covid a rajatabla. En tres semanas la hicimos.

Las postales eran como las fotos que ahora subimos a las redes sociales para fardar”

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