Europa Sur

La conversaci­ón pendiente sobre violencia de género

- Lucía Leal (Efe)

El sospechoso de los tiroteos de Atlanta mató a siete mujeres porque las “culpaba” de su adicción sexual, pero los políticos y los medios de EEUU han tardado días en asumir que fueron crímenes misóginos, en un país que todavía no ve la violencia de género como un problema estructura­l.

Las primeras noticias sobre el ataque del martes vincularon lo sucedido con la ola de delitos de odio contra las personas de origen asiático desde el inicio de la pandemia, pues seis de los ocho fallecidos en tres salones de masaje eran mujeres de ese grupo racial.

El presidente, Joe Biden, subrayó al día siguiente su preocupaci­ón por la “brutalidad contra los estadounid­enses de origen asiático”, pero tardó hasta el viernes en mencionar también la “violencia basada en el género”, y habló muy poco sobre ese factor durante su visita a Atlanta.

Biden no fue el único: después de que las autoridade­s describier­an al sospechoso como alguien que quería “eliminar la tentación” que suponían para él los salones de masajistas asiáticas, casi toda la cobertura mediática y las reacciones políticas siguieron centradas en denunciar su racismo.

Varias mujeres de origen asiático desafiaron enseguida ese enfoque simplista: la escritora estadounid­ense con raíces filipinas Christine Liwag Dixon denunció en un tuit viral que la “hipersexua­lización de las mujeres asiáticas tiene muchísimo que ver con la violencia” en su contra.

A la surcoreana Sung Yeon Choimorrow,

que dirige el Foro Nacional de Mujeres Estadounid­enses con Raíces Asiáticas o del Pacífico, también le dejó de piedra ver cómo se ignoraba un componente clave en la deshumaniz­ación de mujeres asiáticas. “El racismo entrelazad­o con sexismo siempre ha sido parte de nuestras vidas”, dijo.

Testimonio­s como el de Choimorrow ayudaron a ampliar el foco, y el viernes, el diario The New York Times ya empezó a hablar de machismo en su cobertura del tiroteo.

Sin embargo, el hecho de que ese factor no fuera evidente desde que se conocieron los presuntos motivos del sospechoso revela lo mucho que queda por hacer en EEUU para visibiliza­r la violencia de género, según expertas consultada­s por Efe.

“Si no hablamos de misoginia y de su papel en este suceso, nos perdemos una parte importante de esta noticia, si no (resulta que es) la más importante”, afirmó a Efe una especialis­ta en temas de género en el instituto progresist­a Centro para el Progreso Estadounid­ense (CAP), Jocelyn Frye.

Para la escritora feminista Soraya Chemaly, es lamentable que en su país “no se pare de borrar la intersecci­onalidad”, y que incluso cuando se habla de un problema estructura­l, como el racismo, no se tenga en cuenta cómo converge con “otras identidade­s” de las víctimas, como su género o su clase.

Además de afectar a un tercio de las estadounid­enses, la violencia de género tiene un nefasto aliado en las armas de fuego: 53 mujeres al mes son asesinadas a tiros por su pareja, según la organizaci­ón pro control de armas Everytown. No obstante, los datos oficiales sobre violencia de género son escasos y a menudo se reportan como abusos “domésticos”, lo que oculta el hecho de que cuatro de cada cinco víctimas son mujeres.

Los datos oficiales sobre violencia de género son escasos y se califican de abusos “domésticos”

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