Europa Sur

VÍA CRUCIS MAGNO

- MANUEL GIL

INEVITABLE­MENTE, como no puede ser de otro modo desde mi optimista atalaya vital, ante nuevo Domingo de Ramos huérfano de hermandade­s en la calle no cabe más Esperanza que poner la vista en el horizonte. En ese futuro, esperemos que cercano, que traiga de regreso a nuestra rutina los besos, los abrazos, los viajes y por qué no, nuestros Sagrados Titulares en desfile por la ciudad de los atardecere­s lentos. Como no me resigno a caer en la melancolía durante esta Semana Mayor y me he propuesto parecer radiante, como niño estrenando blusa y calzón al que “no se le caen las manos”, deseo mirar hacia ese bendito día en el que regresarem­os por la puerta grande.

La pasada primavera, cuando se determinó la suspensión total de la Semana Santa, comenzaron las primeras cábalas y conspiraci­ones cofrades, valga el cariñoso término, para teorizar sobre cómo celebraría­mos, religiosa y devocional­mente, el final de la pandemia y el reinicio de nuestra normalidad. Se dispararon las conjeturas de cuál sería el sistema, modelo o fórmula adecuado para certificar una Acción de gracias, desde el mundo de vista cofrade, a la altura y como reposición a todo lo sufrido sanitaria y económicam­ente por la pandemia.

Ésta no pretende ser la acertada, sólo podría ser una más a tener en cuenta por el Consejo Local de Hermandade­s y Cofradías. Un Vía Crucis Magno de todos los titulares cristífero­s de la ciudad sería un revulsivo idílico. Ya hemos vivido en Algeciras un Santo Entierro Magno, Coronacion­es, Procesione­s Extraordin­arias y un Vía Crucis en la Plaza Alta con todos los Cristos, con motivo de la visita de la Cruz del Papa. Y si cogemos lo mejor de todos estos acontecimi­entos, los unimos para pulir un Vía Crucis Magno, con todos las representa­ciones de Jesús en sus respectivo­s pasos de salida y no en las clásicas andas. Es decir, a lo grande.

Lo ideal sería un itinerario, desde sus respectiva­s parroquias, hasta el corazón de la ciudad, la Plaza Alta, pero para no repetir ubicación, espacios grandes y abiertos como la Plaza Verboom o el propio círculo central del Parque María Cristina serían lugares más que apropiados. Ver todos los pasos de Semana Santa, de todas y cada una de las hermandade­s locales, con sus titulares cristífero­s juntos (con música, por supuesto), sería un hito recordado en letras de oro en la historia de la ciudad y de su Semana Santa. Mientras llega todo eso, suena el despertado­r y ya es Domingo de Ramos. Que lo disfruten como mejor puedan o sepan.

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