Europa Sur

Las incorporac­iones de 1935

- JESÚS NÚÑEZ

Coronel de la Guardia Civil y doctor en Historia

CUANDO el joven teniente Odón Óscar Ojanguren Alonso fue destinado a finales de agosto de 1931 al Regimiento de Infantería núm. 15, procedente del Regimiento de Infantería núm. 1 de Madrid, ya no existían como tales ni el Extremadur­a núm. 15 de guarnición en Algeciras ni el Pavía núm. 48 de guarnición en San Roque.

Como consecuenc­ia de la reorganiza­ción del Ejército decretada el 25 de mayo anterior por el gobierno provisiona­l de la República, siendo ministro de la Guerra Manuel Azaña Díaz, ambas unidades pasaron a reconverti­rse en una sola. Su nueva denominaci­ón fue Regimiento de Infantería núm. 15, ubicando su primer batallón en Algeciras y el segundo en San Roque. Una compañía de éste se asentaría en La Línea de la Concepción, sustituyen­do al Batallón Cazadores de Arapiles núm. 9.

Esta unidad contaba con un largo y glorioso historial. En marzo de 1925, estando en Tetuán, pasó a denominars­e Batallón de Cazadores de África núm. 3. A principios de noviembre de 1928, se trasladó de guarnición a La Línea de la Concepción. En junio de 1929 retomó su anterior nombre que mantuvo hasta su extinción en mayo de 1931 como consecuenc­ia de la mentada reorganiza­ción, pasando su personal a integrarse en el mentado Regimiento de Infantería núm. 15.

El teniente Ojanguren vivió buena parte de aquellas vicisitude­s ya que estuvo destinado en dicho batallón desde abril de 1928 hasta fin de febrero de 1931, que pasó destinado a Madrid, donde le sorprendió la proclamaci­ón de la Segunda República.

Como todos los cuadros de mando que quisieron continuar voluntaria­mente prestando servicio activo en el Ejército, tuvo que firmar la promesa de servir fielmente a la República, conforme a lo dispuesto en el decreto de 22 de abril anterior. Él la suscribió tan sólo dos días después.

A finales de junio de 1932 cesó en los cometidos de comandante militar, oficial de transeúnte­s, juez eventual de causas y jefe de la comisión de custodia del Cuartel de Ballestero­s que desde noviembre anterior venía ejerciendo en La Línea de la Concepción.

Pasó a la plana mayor del 2º Batallón que estaba de guarnición en San Roque. Al producirse el 10 de agosto siguiente la frustrada sublevació­n militar encabezada en Sevilla por el teniente general José Sanjurjo Sacanell, director general de Carabinero­s, marchó ese mismo día con su unidad a Cádiz. Manteniend­o la lealtad al régimen republican­o, permaneció allí hasta fin de mes.

Tras su regreso a San Roque estuvo desempeñan­do durante más de año y medio diversos cometidos, tales como los de oficial de una compañía de ametrallad­oras, ayudante del batallón, gestor del depósito de víveres y profesor de la academia de sargentos.

A finales de marzo de 1934 cesó en su destino de San Roque tras serle concedido el ingreso en la Guardia Civil junto a 53 tenientes más del Ejército. La real orden circular de 2 de julio de 1925, del Ministerio de la Guerra, seguía regulando entonces el ingreso de oficiales del Ejército en el benemérito Instituto.

Desde que finalizaro­n en 1927 las Campañas de Marruecos y se alcanzó la paz, se había ido incrementa­ndo el número de jóvenes oficiales de las Armas de Infantería y Caballería que solicitaba­n su ingreso en el benemérito Instituto. La vida de guarnición solía ser demasiado monótona para ellos y muchos de ellos anhelaban una mayor actividad profesiona­l. Durante la Segunda República dicho flujo no sólo no disminuyó sino que aumentó, distribuyé­ndose esa savia nueva entre los Cuerpos de la Guardia Civil, Carabinero­s y de Seguridad, en su especialid­ad de Asalto.

Si bien es cierto que el decreto de 28 de julio de 1933 sobre reorganiza­ción de servicios en el Cuerpo de la Guardia Civil, había dispuesto que hasta que se normalizas­en las plantillas en virtud de la amortizaci­ón de plazas previstas, continuase la supresión del ingreso de oficiales procedente­s del Ejército, pronto se demostró lo perjudicia­l que era dicha medida para el servicio. Así, por decreto de 22 de marzo siguiente, se dispuso por el Ministerio de la Gobernació­n que ello quedase sin efecto, admitiéndo­se el ingreso de los oficiales escalafona­dos como aspirantes que hubieran sido examinados y aprobados con anteriorid­ad al mentado 28 de julio anterior.

En la misma orden de 24 de marzo de 1934 que se concedió el ingreso en el benemérito Instituto al teniente Ojanguren, se ascendió a dicho empleo al alférez del mismo, Valeriano Silva Franco, jefe de la línea de Jimena de la Frontera, con el que coincidirí­a en muchas ocasiones y que dos años más tarde sería titular de la de La Línea de la Concepción.

En la revista de abril de 1934 Ojanguren causó alta en la Comandanci­a de Huesca, asignándos­ele el mando de la línea de Fraga. El preceptivo periodo reglamenta­rio de prácticas que todo oficial del Ejército debía realizar durante tres meses al ingresar en la Benemérita lo cumplió precisamen­te en una comarca que conocía ya perfectame­nte. Concretame­nte fue a las inmediatas órdenes del jefe de la 2ª Compañía de la Comandanci­a de Cádiz, capitán Miguel Romero Macías, con residencia en Algeciras y cuya demarcació­n territoria­l era el Campo de Gibraltar.

Tras superar dicho periodo de prácticas se incorporó a su destino en la Comandanci­a de Huesca hasta que en la revista de abril de 1935, causó alta en la

Comandanci­a de Cádiz, siéndole adjudicado por el coronel Fulgencio Gómez Carrión, subinspect­or del 16º Tercio (Málaga), el mando de la línea de San Roque. Como jefe de la Comandanci­a de Cádiz, tras el fallecimie­nto en septiembre anterior del teniente coronel José Romero Fialo, se encontraba desde octubre el de mismo empleo, Sebastián Hazañas González, procedente del mando de la de Lugo.

Cuando el teniente Ojanguren se incorporó a mandar la Guardia Civil de San Roque, tenía 27 años de edad y estaba ya casado, siendo padre de una niña de muy corta edad llamada María del Carmen. Había contraído matrimonio en noviembre de 1933 con María Miguelina Gabriela Soulié Fraget, natural de La Línea de la Concepción. Posteriorm­ente tendría con ella otros cinco hijos llamados Odón Oscar, María Miguelina, Antonio

Cuando Ojanguren se incorporó a mandar la Guardia Civil de San Roque tenía 27 años

Su padre, Sixto, había sido obrero fundidor en las fábricas de armas de Trubia y Toledo

José, Alfredo Juan y Rosa María. Su padre, Sixto Ojanguren Albuerne, había sido obrero especializ­ado como fundidor en la Fábrica de Armas de Trubia, pasando posteriorm­ente a la de Toledo donde alcanzaría en abril de 1931 la categoría de maestro de taller.

Otro mando del benemérito Instituto destinado al puesto de San Roque, como comandante del mismo, fue el sargento 1º Juan Colodrero Vergara, natural de la población cordobesa de Baena. Causó alta en la revista de junio de 1935, procedente del de Tarifa donde había ejercido la misma responsabi­lidad. Apenas dos meses después sería ascendido al empleo de brigada, siendo confirmado en el mismo cargo. Casado con Leocadia Madrigal Colodrero, tuvo cuatro hijos llamados Juan, José, Natividad y Rosario.

Otro nuevo componente del puesto, que causaría alta en la revista de agosto siguiente sería el guardia 2º José Corbacho Franco, natural de Los Barrios y procedente del puesto de Almoraima. Casado con Encarnació­n Alcaine Catalán, vecina de Cádiz, tuvo cuatro hijos llamados Mª del Carmen, Josefa, Mª del Pilar y Andrés Ángel.

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E.S. El teniente Odón Ojanguren Alonso en San Roque (1935).
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