Ante todo, ser valientes
Uno piensa que la redacción de Jot Down va a ser uno de esos espacios de empalagosa modernidad que salen en los reportajes de la revista AD. Sin embargo llegamos a un almacén destartalado de la Avenida Javierre, lleno de cajas con libros y cadáveres descuartizados de ordenadores. Ángel L. Fernández (Madrid, 1970) nos recibe con una camisa de cuadros y unos vaqueros. Parece que en cualquier momento va a empezar a sonar Nirvana. Su despacho no desta-libro merece al del taller donde llevamos el coche, con sus vasos con bolis secos y una cortinilla que no funciona. Y, sin embargo, tenemos delante al cofundador de la muy cool revista Jot Down, una de las publicaciones más interesantes del panorama cultural y referente para el moderneo hispano. Pese a su nacimiento madrileño, Ángel L. Fernández es un sevillano de la Motilla que abandonó un próspero negocio de informática y llegó a vender su casa para sacar adelante esta revistrimestral que tiene miles de lectores. El secreto: el gusto por las buenas historias y las entrevistas a fondo. Este ingeniero informático de trato cercano lleva el emprendimiento en la sangre y sólo hay que hablar diez minutos con él para percibirlo. Habla con libertad y conocimiento sobre un negocio que es un auténtico campo de minas. Ahora vive momentos dulces, pero no han sido pocos los baches. Como él dice, lo principal es ser valientes.