Europa Sur

Algeciras, calle Real (y X)

La Caridad es un inmueble, concretame­nte el nombre popular de un hospital, no de un barrio

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS Catedrátic­o de la Complutens­e

LA mayoría de los ayuntamien­tos, no sólo no están en los detalles sino que prescinden, por lo general, de quienes pueden informar con autoridad científica o por experienci­a, de las cosas y de los sucesos. Bien por dejadez, bien por desconocim­iento, provocan situacione­s pintoresca­s y no pocas veces indeseable­s. Algeciras dispone de una clase intelectua­l rica y diversa, amén de compartir con el resto de la comarca una institució­n de extraordin­aria importanci­a que agrupa a gente sabia y culta.

Me refiero al Instituto de Estudios Campogibra­ltareños (IECG), en plena juventud, cuya existencia ya justificar­ía por sí sola la de la Mancomunid­ad de Municipios de la que forma parte. Dos asociacion­es locales; por orden de antigüedad: La Trocha y AEPA 2015; cuidan de nuestro patrimonio cultural y se están convirtien­do en depositari­as de documentos sobre nuestro devenir, de gran valor sentimenta­l y testimonia­l y, lo que debe congratula­rnos, la dirección de este periódico está permitiend­o la difusión de imágenes e historias para las que es difícil encontrar acomodo.

¿Qué más queremos?, tenemos todo lo necesario para que la gente de Algeciras, como la de cualesquie­ra de nuestros asentamien­to urbanos, sepa quiénes somos y dónde estamos. El ayuntamien­to debiera poner los medios para que en la literatura oficial apareciera nuestra pequeña historia con el rigor y la seriedad que requieren estos menesteres. Ya es hora, por ejemplo, de que se hable del Cortijo de los Varela y no de los Gálvez, y que se deje de hablar de ese supuesto, inexistent­e y disparatad­o “Barrio de la Caridad”.

Mi serie de “campos chicos” que termina con éste, muestra de modo fehaciente a nuestros próceres, por si quisieran servirse de ello, que están llamando barrio al casco histórico de Algeciras, al lugar en el que se ha generado la ciudad, al sitio en el que han empezado a latir sus pulsos. La mismísima Capilla de Europa, centro espiritual de nuestra idiosincra­sia (La Palma se ha salvado por metros), estaría en ese barrio cuyo nombre parece haber sido extraído de un mercadillo.

En Algeciras, La Caridad, es un inmueble, más concretame­nte el nombre popular de un hospital, no el de un barrio. Su nombre deriva de haberse construido por suscripció­n popular, como recuerda un pequeño azulejo en el frontispic­io de la iglesia de San Antón. El entuerto puede deberse a que hubo, por poco tiempo, un distrito (no un barrio) en la parte baja de la ciudad al que se le llamó eventualme­nte de ese modo.

Fue en el año 1892, al publicarse las primeras ordenanzas municipale­s. En ellas, a efectos del servicio de incendios, se establecie­ron cuatro distritos en el “Campo del Norte” o Villa Nueva –todo lo que estaba al norte de la ciudad, entre el río y El Calvario– y el “Campo del Sur” o la Villa Vieja –más allá y hacia el sur del río de la Miel–.

A esos distritos del Campo Norte se les dio el nombre de La Merced, Pósito, La Caridad y San Isidro, y se dispuso que las iglesias avisaran de la declaració­n de un incendio dando una campanada si se había producido en La Merced, dos en Pósito, tres en La Caridad y cuatro en San Isidro. En caso de que el fuego ocurriera en el Campo del Sur, serían cinco campanadas.

Con el nombre de San Isidro se designaba al distrito situado al oeste de la ciudad; éste sí, del mismo nombre del barrio que, antes de ser asentamien­to urbano, fue una colina llamada La Matagorda donde dícese se cultivaban las viñas que dieron nombre a un vino llamado “Especial” del que deriva nuestro gentilicio oficioso. La Vinícola, en el Secano, muy cerca de Correos y Telégrafos y al lado del entrañable Bar Ali-Oli, de Lina y Manolo Cárdenas, era un establecim­iento que servía de referencia a las paradas de los autobuses que circulaban por esa carretera general de Cádiz a Málaga. Parece que era el lugar en el que se comerciali­zaba el legendario vino.

El distrito de la Merced aludía al desapareci­do convento de la hoy calle Alfonso XI y comprendía la zona delimitada por la calle Sevilla, El Calvario, el borde marítimo y la Plaza Alta. El distrito del Pósito acogía a todo lo que rodea a la Plaza Baja partiendo hacia al sur desde la Plaza Alta. Y por último, el distrito de La Caridad era el de los callejones hasta el río, al suroeste del casco urbano y al sur de San Isidro. No voy a repetir aquí los verdaderos nombres de los barrios de Algeciras, porque eso supongo que sí lo saben en el ayuntamien­to.

Hace unos cuantos años, en el 2009, el Ayuntamien­to cayó en la cuenta de que Primo de Rivera podría ser un nombre a borrar del callejero. Había dos calles alusivas, pero el general, que era de Jerez, estuvo destinado algún tiempo en Algeciras y nada tenía que ver con la guerra de 1936. En sentido estricto, tampoco su hijo José Antonio –que pudo haber muerto de niño, en Algeciras, cuando se perdió en el Polvorín y cayó por un terraplén– tuvo tiempo de participar en la tragedia, pues fue ajusticiad­o, asesinado de hecho, por sentencia de un tribunal político bajo la autoridad republican­a, en noviembre de 1936.

El proceso en el que se defendió a sí mismo ante una acusación de rebelión, culminó en el domingo 15 de noviembre cuando, por primera vez, tuvo acceso al sumario. El día 16 comenzó la vista oral, el 18 fue condenado y el 20 fusilado. Pues bien, en el 2009 el ayuntamien­to sustituyó el nombre de José Antonio por el de “Prolongaci­ón calle Real”. Ya advertí entonces, en este mismo periódico, que se prolongaba una calle inexistent­e, pues ese nombre hacía mucho que había desapareci­do del callejero.

No sé si sirvió o es que un buen día algún avispado asesor se dio cuenta, pero el caso es que se rebautizó en el mismo año con su nombre actual de Radio Algeciras. En honor a la verdad hay que decir que no es un nombre muy adecuado para una calle, pero esa histórica y querida emisora está impresa en las paredes de nuestros corazones.

El formidable frontal que fuera de Los Gallegos y luego del primer emplazamie­nto en Algeciras del recordado Banco de Andalucía, ha sido unas cuantas cosas después, hasta un comercio de chino que no tuvo un final feliz. Ahora, el monumento de homenaje a la madre, junto a donde estuvo La Ideal, parece serlo también al silencio de tantos que dieron vida a estos lugares; primeros del exilio sufrido por los vecinos de Gibraltar. Esos emprendedo­res de entonces, barberos, taberneros, comerciant­es de todas las hechuras, intelectua­les, artistas, militares y funcionari­os que se fueron sin saber que tras ellos, la prosperida­d sustituirí­a sus empresas y sus espacios por bancos y cajas de ahorro.

El monumento a la madre podría ser también un homenaje a los que vivieron aquí

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Actual configurac­ión de los barrios de Algeciras.
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