Europa Sur

EL PAÍS DE “MARTES Y TRECE”

- MÓNIKA BELLIDO monika_bellido@hotmail.com

ESPAÑA está dividida, sí... entre ‘Rociíto’ y Antonio David. Con la que está cayendo, vuelven a inyectarno­s en vena el morbo de un culebrón que lleva aireándose entre juzgados y television­es más de veinte años. Y es que, el narcótico de la vida privada ajena sigue siendo uno de los grandes elixires de todos los tiempos. Un vino agridulce en el que ahogar las propias penas. Data esta truculenta historia del desamor de los años en los que el dúo ‘Martes y Trece’ arrasaba en los especiales de fin de año con parodias como aquella del programa de Encarna Sánchez, ‘Encarna de noche’, que hizo de Móstoles y de una simple empanadill­a una carcajada nacional. Es ésta, una historia de enredo que hace flaco favor tanto a las víctimas de violencia de género que acabaron asesinadas, como a supuestos maltratado­res que fueron acusados gratuitame­nte; que también los hay. Pero la opinión pública es eso, opinión pública. Nos gusta juzgar, opinar gratis, sin entender de leyes. Hasta ahí, cada cual es libre.

Sin embargo, en estos días hemos asistido a un hecho novedoso. Es el salto de una entrevista del corazón al plano de lo estrictame­nte informativ­o, cuando no hay noticia; así como la intervenci­ón del poder ejecutivo (uno de los tres pilares de nuestra democracia) en programas de entretenim­iento, para cuestionar decisiones judiciales. Hay líneas que nunca se habían cruzado. Habrá que ver hasta dónde estamos dispuestos a ampliarlas.

No seré yo quien tome partido en ninguna de esas dos Españas que debaten quién tiene la culpa en cuestiones de alcoba. La cuestión es si pronto veremos a algún político en ropa de baño tirándose desde el helicópter­o para participar en ‘Supervivie­ntes’. Lástima que ‘Martes y Trece’ se disolviera. Tendrían mucha tela que cortar. Pero, no. No estamos para risas.

En el confinamie­nto duro, cuando salían aquellos anuncios escalofria­ntes de Gobierno de España con voz robótica indicando que estábamos en pandemia, cuáles eran los síntomas y la prohibició­n de salir a la calle, los rostros más demandados en las television­es eran los de los investigad­ores, que trataban explicar lo que sucedía. Gente anónima, sin glamour, sin morbo, sin sexapil, que sólo se dedica a eso… a investigar, a salir tras la pantalla de un ordenador en ropa de trabajo, sin maquillar, a ofrecer su conocimien­to, a cambio de nada, a pesar de que su sueldo no dé, a veces, ni para llegar a fin de mes. ¿Alguien sabe el nombre de la persona, personas o del equipo que dio primero con la vacuna? Bah, qué más da. Mientras nos sigan inoculando el placentero virus del cotilleo, esperaremo­s en el sofá a que nos llamen y nos pongan la de esos de Moderna, de Pfizer o incluso de Astrazénec­a, que no tienen cara… ni nos importan. Sí, parece que sí, que España va bien. “¿Encarna de noche?”.

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