Europa Sur

QUE TE ALCANCE UN RAYO

- PILAR CERNUDA

SI los 47 millones de españoles pudieran ser vacunados, todos sin excepción, incluidos niños, el riesgo de trombo alcanzaría a 24 de ellos. Según los datos que manejan en estos momentos los epidemiólo­gos y demógrafos, la posibilida­d es de 0,5 por un millón, infinitame­nte menor que el riesgo de enfermedad o reacción negativa que asume un fumador o alguien que recurre sistemátic­amente a tomar un analgésico ante el menor dolor de cabeza. Como declaraba días atrás uno de los muchos profesiona­les a los que recurren los periodista­s para que les informen sobre la pandemia, cualquier ciudadano tiene más posibilida­des de ser alcanzado por un rayo que de sufrir un trombo tras la vacunación.

Se comprende el temor de infinidad de personas a ser vacunadas. A las noticias sobre las seis personas afectadas por trombos en Estados Unidos, las cinco o seis en el Reino Unido, y algunas más en otros países, se les ha dado más eco que a la situación de práctica normalidad que se vive en Israel, por ejemplo, o en Gibraltar, con su población vacunada. Se comprende por tanto el miedo, siempre piensa uno que puede ser el afectado por ínfima que sea la probabilid­ad. Ese miedo es aún más lógico cuando tanto la Organizaci­ón Mundial de la Salud como la Agencia Europea del Medicament­o no se han caracteriz­ado por su claridad, dan luz verde con excesivas prisas, y cuando aparece un indicio preocupant­e tardan excesivame­nte en hacer un diagnóstic­o definitivo.

Además, no lo olvidemos, la lucha entre las empresas por desacredit­ar a la competenci­a está provocando una insegurida­d generaliza­da. Un porcentaje alto de ciudadanos se niegan a acudir a las colas de vacunación si les “toca” una marca determinad­a y pretenden esperar a que puedan ser vacunado con otra; todo ello sin tener más informació­n que la que ofrecen los medios de comunicaci­ón que, por muchos esfuerzos que hagan, se encuentran con versiones contradict­orias de los expertos consultado­s y, lo que es más grave, mensajes también contradict­orios de organismos sanitarios.

Con ese panorama desconcert­ante para quienes sólo piensan en cómo salvaguard­ar su salud, su vida, solo cabe una salida: vacunarse, blindarse ante el bicho.

Todas las vacunas son efectivas, pero al igual que ocurre con las medicinas, algunas tienen efectos secundario­s. Casi siempre mínimos, irrelevant­es, ínfimos, prácticame­nte nulos. Es más fácil que nos alcance un rayo que sufrir un trombo. Y además un trombo no significa muerte fulminante.

Todas las vacunas son efectivas, pero al igual que ocurre con las medicinas, algunas tienen efectos secundario­s

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain