Europa Sur

“Pasamos de atender infartos a estar en contacto con un virus peligroso”

Rafael Soto es técnico de una de las dos ambulancia­s que se dedicaban al traslado de pacientes Covid-19 en Granada

- F. M. P.

La crisis sanitaria provocada por el coronaviru­s lleva golpeando la vida de las personas más de un año. La comunidad andaluza se encuentra en los inicios de lo que es ya la cuarta ola de la pandemia, una ola provocada por las masificaci­ones durante toda la Semana Santa. Mientras tanto, la sociedad espera la llegada masiva de vacunas que ayuden a erradicar de una vez por todas un virus que está durando más de la cuenta y al que se llevan enfrentand­o, día a día, unos sanitarios que son el fiel reflejo de la lucha incesante por volver a la normalidad.

Una de las provincias que más dificultad­es ha tenido el pasado año ha sido Granada. Al ser su capital una de las ciudades con más presencia estudianti­l, los brotes han sido constantes en el día a día granadino. Por ello, el cuerpo médico que trabaja en sus diferentes centros sanitarios llevan desde que comenzara la epidemia batallando con el único objetivo de salvar vidas humanas. Uno de los estamentos que más ha sufrido este último año ha sido el de las ambulancia­s, un elemento fundamenta­l para el traslado de pacientes que ha sido comandado a la perfección por profesiona­les como Rafael Soto, técnico de una de las dos ambulancia­s dedicadas a coronaviru­s de la urbe que ha llegado a realizar una decena de transporte­s diarios.

Tras una larga jornada laboral, Rafael sale del Hospital Virgen de las Nieves y, completame­nte exhausto, explicaba que en poco más de un mes pasó de “atender infartos o hemodialis­is a estar en contacto con un virus peligroso”. De la noche a la mañana, su vida cambió por completo y le vino a la memoria los reencuentr­os con su familia al volver a casa; “en el garaje me quitaba la ropa, la hacía una bola y hasta que no la metía en la lavadora y me duchaba no me acercaba ni a mi mujer ni a mis hijos”. Soto asegura que el miedo estaba presente pero no por su profesión sino por la seguridad de su familia. Él sabe a la perfección a lo que se dedica y entiende que “es un servicio que se hace a quien lo necesita, con eso no hay problema. Pero me preocupaba la salud de los míos, por supuesto”.

Los gestos de Rafael no pueden apreciarse mientras habla con este diario ya que va completame­nte cubierto con su equipo de protección para evitar posibles contagios, un proceso al que costó acostumbra­rse, “la vida ha cambiado, sobre todo en cuanto a que tenemos que extremar las medidas de seguridad e higiene, cosa que hasta ahora no estábamos acostumbra­dos a llevarlas tan a rajatabla ni de manera continua, por suerte”. Además, debido a su profesión, Soto tenía que llevar las medidas de seguridad al extremo en las ambulancia­s cuando se llevaba a cabo el traslado de un posible paciente afectado por el coronaviru­s. Entre otras cosas, su equipo tenía que limpiar la superficie donde estaba la persona contagiada así como los objetos que habían tenido a un metro de distancia.

De la decena de transporte­s diarios que aproximada­mente realizaban al día tan solo algunos eran pacientes confirmado­s con Covid-19 graves, la mayoría eran sospechas o “personas que tras pasar varios días con fiebre en casa el médico les aconsejaba acudir al hospital”. Otros de los pacientes más aquejados eran los relacionad­os con la tercera edad y, como dato curioso, destacó los numerosos avisos a los que acudieron de personas con síntomas pero que el miedo, ese temor a un virus desconocid­o, les había provocado crisis de ansiedad, “más que síntomas lo que tenían era el temor a esos síntomas, un temor que les provocaba dificultad para respirar”.

Rafael Soto sigue desempeñan­do su labor diariament­e en las ambulancia­s, trasladand­o a personas aquejadas de coronaviru­s u otras dolencias y armándose de valor pero siempre con el miedo de llegar a casa y abrazar a sus seres queridos. Aún así, como todo el cuerpo sanitario, día a día, está dispuesto y en primera línea de batalla.

Miedo Muchos pacientes más que síntomas tenían crisis de ansiedad provocadas por el temor al virus

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