Europa Sur

LA POLÍTICA INTOLERABL­E

- MARILÓ MONTERO

LAS elecciones de Madrid se están convirtien­do –o mejor, podrían convertirs­e de una vez–, en el detonante para el principio del fin del estilo político que se ha asentando en España. Sería muy aventurado determinar cuándo se perdió el debate de altura democrátic­o entre aquellos políticos de los que se aprendía puesto que sus discursos estaban construido­s desde las bases del conocimien­to y el estudio permanente. Quiero recordar que se respetaban, y mantenían el respeto por las institucio­nes y el cargo que ostentaban, incluidos a los ciudadanos. El efecto era de espejo, ya que ese respeto llegaba a ser mutuo. En los últimos años, es verdad que han accedido a la política una serie de personas a las que sólo parece que les interesa lograr un estilo de vida para su gozo y disfrute. Llegan a la política para tener un trabajo bien remunerado. Echando mano de sus currículum­s, la preparació­n de muchos de ellos es muy insuficien­te como para asumir y estar a la altura del cargo que se les otorga en las elecciones. Debería exigirse ya una preparació­n mínima, de alto nivel, que evite vuelvan a repetirse situacione­s

Hay a quienes, supuestame­nte, les viene bien recibir una amenaza que, saben, no se va a cumplir

tan deleznable­s como el último debate entre los líderes que batallan por el primer puesto en la capital de España. Las amenazas de muerte deben condenarse de manera contundent­e. Nadie, nadie en nuestro país debería sentir la ligereza al enviar un sobre con una nota amenazando a la persona y de paso a su familia, en un sobre relleno de balas. Esa no es España. Pero ha pasado. Este hecho de que tres políticos hayan recibido estos mensajes días atrás, conforma una peligrosa realidad. Pero, se agrava que este hecho está siendo mal utilizado por haberse convertido en material para la campaña política por parte de políticos sin escrúpulos. Hay a quienes, supuestame­nte, les viene bien recibir una amenaza que, saben, no se va a cumplir. Oh, sí. Rocío Monasterio hizo estallar a un Pablo Iglesias que cuando susurra con su voz, dispara. Había mentido el día anterior al decir que él fue quien dirigió y ordenó a la UME desinfecta­r las residencia­s de ancianos. Margarita Robles, horas después, negó que eso fuera cierto. Otra mentira de Iglesias que alienta a sus masas en Vallecas, en Barcelona, y que dijo, que en la “moderna democracia se justifique­n los insultos”, también a nosotros, periodista­s. El foco está en que la amenaza es intolerabl­e y, en que la ultra izquierda y la ultra derecha deben encajar sus comportami­entos e ideologías en la paz política y social. Sepan que son el hazme reír de todos.

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