Más millonarios que en Nueva York
● Pekín tiene ya más potentados de más de mil millones de dólares que la ciudad norteamericana
Hace dos décadas los capitalistas fueron admitidos en el Partido Comunista Chino
● En la lista de Forbes de este año Hong Kong es la tercera, Shenzhen es la quinta y Shanghái la sexta ● Una nieta de Mao tiene la ‘modesta’ fortuna de 620 millones de euros a medias con su marido
Hace dos décadas, los capitalistas fueron admitidos en el Partido Comunista Chino junto a campesinos, obreros e intelectuales, y elogiados como “fuerzas emergentes en el proceso de cambio social”. Fue en noviembre de 2002, en el XVI Congreso del partido, en el que Hu Jintao sustituyó al presidente Jiang Zemin. China acababa de entrar en la Organización Mundial de Comercio, su sector industrial funcionaba a pleno rendimiento, la iniciativa privada era imparable y los líderes del partido comunista ya habían decidido convertirla en una gran potencia internacional.
Abrían las puertas de la organización a los emprendedores más adinerados y aprovechaban su talento, a la vez que se aseguraban influencia y control sobre ellos. Hasta aquel momento los mejores alumnos del país iban al Gobierno y a partir de entonces empezaron a ir a los negocios.
Sólo 19 años después, en la
35ª clasificación anual de millonarios de la revista
Forbes hay 698 chinos entre las 2.755 personas del mundo con una fortuna de más de 1.000 millones de dólares. Y Pekín supera a Nueva York en número de milmillonarios, como en un partido de baloncesto con marcador por la mínima,100-99.
Una tercera parte de los 660 recién incorporados este año al club proceden de China. Estados Unidos sigue siendo el país que cuenta con más potentados, 724; pero China, incluyendo Hong Kong y Macao, le sigue de cerca con 698. En el ranking de ciudades, además del primer puesto de Pekín, Hong Kong figura en tercer lugar con 80, Shenzhen es la quinta con 68, y Shanghái la sexta con 64 millonarios.
De todas maneras en la lista de Forbes hay todavía ocho norteamericanos entre los diez primeros. Sólo el francés Bernard Arnault en tercer lugar y el indio Mukesh Ambani en décimo, no lo son. El undécimo es el español Amancio Ortega con 77.000 millones de euros. El primer millonario chino es de la ciudad de Hangzhou, cercana a Shanghái. Zhong Shanshan, propietario de industrias farmacéuticas y de la alimentación, tiene una fortuna de casi 57.000 millones de euros y ocupa el puesto 13 de la clasificación mundial.
El primer pekinés es Zhang Yiming, el fundador de la famosa aplicación de vídeo TikTok y jefe ejecutivo de la firma ByteDance, que vio doblarse su patrimonio en un año hasta alcanzar los 30.000 millones de euros. Ocupa el puesto 39 de la lista. Jack Ma, el popular dueño de Alibaba, también natural de Hangzhou, está en el puesto 26 con 40.000 millones de dólares de patrimonio.
Ha querido la casualidad que la lista de Forbes coincida con la publicación de un interesante libro sobre China del corresponsal de La
Vanguardia durante una década, Isidre Ambrós. Entre las historias que relata está la de una nieta de Mao, Kong Dongmei, que comparte con su marido una modesta fortuna comparada con los grandes magnates anteriores, de sólo 5.000 millones de yuanes, equivalentes a 620 millones de euros.
En realidad el cambio de actitud de China hacia el capitalismo se produjo en 1992 de la mano de Deng Xiaoping, en el llamado viaje al sur del Pequeño Timonel. Fue una visita a las provincias del sur durante más de un mes a principios de año, en la que sentó las bases del modelo económico posterior con su célebre lema “enriquecerse es glorioso”. Deng liquidó así la economía maoísta y abrió las puertas al desarrollismo liberal.
Este hecho se produjo dos años y medio después de la matanza de
Tiananmen de 1989 y forma parte de un acuerdo tácito entre el partido y el pueblo chino. Ambrós explica que “el partido les prometió crecimiento económico y bienestar a cambio de paz social. No hay que olvidar que la sociedad china vivió de sobresalto en sobresalto desde las guerras del opio que empezaron en 1840 hasta la muerte de Mao en 1976. En esos ciento treinta años, sufrieron la decadencia y el fin del imperio, el expolio de las potencias occidentales, un sinfín de guerras civiles y la invasión de las tropas japonesas. Y tras la fundación de la República Popular por Mao en 1949 aún soportaron la terrible hambruna en los años del Gran Salto Adelante y después llegó la tumultuosa década perdida de la Revolución Cultural, que finalizó con la muerte de Mao Zedong en 1976. En resumen: los chinos están disfrutando por primera vez en más de un siglo de un largo periodo de paz y pros
peridad. Así que, desde su punto de vista, la gestión del régimen tiene más puntos positivos que negativos”.
El Partido Comunista apoya la iniciativa privada y el espíritu empresarial como motor del crecimiento y la creación de empleo. Aunque recelan de la creciente brecha de ingresos entre ricos y pobres, las autoridades esperan que estos multimillonarios contribuyan al desarrollo nacional. Algunos incluso forman parte de órganos políticos consultivos.
La presión para un crecimiento sostenido no es gratuita. China necesita un aumento mínimo del PIB del 6% para generar empleo y cada año salen de sus universidades ocho millones de jóvenes pidiendo sitio en una economía en expansión. Al avance pacífico de Hu Jintao en la década de los 2000 ha seguido una política nacionalista de su sustituto Xi Jinping, que cuando tomó posesión en 2013 lanzó la
iniciativa de la Franja y la Ruta, conocida como la nueva Ruta de la Seda. Se presentó como una estrategia de desarrollo para conectar Asia con el resto del mundo mediante una gigantesca red ferroviaria y marítima. Fascinada por la velocidad del ascenso de China, Europa lo vio inicialmente como un proyecto económico más que geopolítico.
Muchos países de la UE se interesaron. Así, en los últimos ocho años China ha adquirido participaciones en catorce puertos europeos. En 2019 la UE cambió su actitud ante un competidor comercial y un sistema político rival. Esto no impidió que Italia, entonces gobernada por la exótica pareja Liga-5 Estrellas, firmara ese año con Xi el único memorando de entendimiento de un país del G-7 que avalaba la estrategia de la ruta de la seda. Complementar esa estrategia es también función de su empresariado capitalista.
En su libro, Ambrós cuenta cómo son estos millonarios. Se compran viviendas carísimas, como Wendi Deng, divorciada del magnate Rupert Murdoch: una de 2.000 metros con piscina interior junto a la Ciudad Prohibida, sólo con derecho de uso por 70 años. Su tren de vida es desigual. Suelen ser clasistas y déspotas. Los hay discretos, que intentan pasar desapercibidos. El autor destaca que en muchas ocasiones son los hijos de las familias adineradas los que hacen ostentación de poderío, “como los retoños de los dirigentes medios del partido comunista”.
Mucho más ostentosos y horteras son los nuevos ricos, sin modales ni educación. Cierran restaurantes para sus celebraciones; conducen Ferraris –que en Hong Kong tienen la mayor concentración del mundo– pintados de oro o rosa y realizan carreras nocturnas por las amplias avenidas de Pekín. Si Mao levantara la cabeza...