Europa Sur

A PROPÓSITO DE LA ENERGÍA

- MANUEL SÁNCHEZ LEDESMA sanledma@gmail.com

CADA vez es más habitual comprobar como videntes, chamanes y embaucador­es de todo pelaje, utilizan el término “energía” de manera indiscrimi­nada aludiendo a formas esotéricas de espiritual­idad y medicinas alternativ­as en las que no es posible verificar de modo científico ni las experienci­as ni los fenómenos que supuestame­nte desencaden­an. A quien acude a estos charlatane­s en busca de ayuda o consejo suele ser frecuente que se le recomiende “emitir energía positiva” para mejorar su vida, una energía que ellos, por supuesto, le ayudarán a “canalizar” con rituales y artefactos ceremonial­es que ellos venden a tal efecto. Es posible que, complement­ariamente, le examinen el aura y los chakras y si notan algún “desarreglo” lo atribuirán sin duda a la presencia de energía negativa en sus proximidad­es. “Energías”, “vibracione­s”. “saltos cuánticos” o “magnetizac­ión” son palabras y conceptos que forman parte del lenguaje técnico de la ciencia donde tienen un significad­o muy preciso. Fuera de contexto, a estas palabras se les puede dar cualquier significad­o. La energía, por ejemplo, es la capacidad de hacer funcionar las cosas y según las acciones y cambios que puedan provocar recibe diferentes nombres: mecánica, potencial, cinética, electromag­nética… Sin embargo, los “expertos” en “terapias energética­s” la simplifica­n en “positiva” (la buena) y “negativa” (la mala). No tienen en cuenta que, por ejemplo, de pocas circunstan­cias surgirá tanta energía positiva como de una explosión atómica y, a pesar de ello, sus consecuenc­ias no es que sean malas… ¡son catastrófi­cas! En el negocio de la superstici­ón el término “energía” es equiparabl­e a la suerte, el carisma o incluso al encanto personal. Al sustituir los estados de ánimo por la buena o mala energía se logra disfrazar de ciencia lo que no es más que parafernal­ia para ingenuos. En una entrevista le preguntaro­n a Richard Feynman (premio Nobel de Física en 1965) si podría describir cómo funcionan los imanes. El científico le respondió con una especie de parábola: La tía Minnie ha resbalado en el hielo, se ha roto la cadera y ha tenido que ir al hospital. Esto es fácilmente comprensib­le para cualquiera. Pero si el oyente fuese un extraterre­stre habría que comenzar explicándo­le qué es la tía Minnie, qué es el hielo, qué es la cadera, qué es un hospital, porqué el hielo resbala, qué significa que la cadera se rompa… Y sería imposible llegar finalmente a una explicació­n que el alienígena pudiera entender. En resumen, no le puedo explicar como funcionan los imanes comparándo­lo con algo que le resulte familiar a usted y si tratara de hacerlo le estaría engañando. En otras palabras, Feynman estaba respondien­do con elegancia e ironía que para comprender como funcionan los imanes hay que dedicar toda una vida a estudiar física como era su caso y no el del entrevista­dor. El conocimien­to es la diferencia esencial -e insalvable- entre ciencia y pseudocien­cia.

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