Europa Sur

Un tsunami de 60 horas

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para aumentar el valor para el beneficio de la pirámide del fútbol europeo”, enunciaban los promotores de la Superliga en su página web oficial, lanzada el domingo por la noche y aún accesible al cierre de este artículo.

Esta visión y sus efectos económicos se apoyaban en un formato de torneo con 15 equipos fijos de 20 en dos grupos de 10 que generaba más partidos entre los grandes clubes europeos, que en la actual Liga de Campeones se cruzan en las fases eliminator­ias.

“La idea de la Superliga es que las competicio­nes europeas no dan todo el potencial que podrían obtener, y por eso consideran que con partidos más atractivos y con gran visibilida­d a nivel mundial podrían generar más ingresos por televisión y derechos comerciale­s”, señala el economista José María Gay de Liébana.

La actual Liga de Campeones data de 1992, cuando se cambió la anterior Copa de Europa con eliminator­ias a ida y vuelta incluyendo la fase de grupos, pero, salvando ese cambio, el fútbol es “uno de los deportes mundiales que menos ha variado sus mecanismos de competició­n”, apunta Rayde Luis Báez, fundador de la consultora

The Connect y ex directivo de la Euroliga de baloncesto.

“El deporte tiene que analizarse como una empresa de medios, no de pasiones, y se trata de ocupar la mayor cantidad de espacios diarios del panorama mediático. Si quieres tener un producto premium de lunes a domingo, necesitas competicio­nes europeas, y si tienes una diferencia tan grande, necesitas un revulsivo. Y a lo mejor sí es interesant­e para un aficionado del Real Madrid que su equipo no se permita partidos de paseo, sino que tenga que jugar cada partido como si le costara la temporada”, razona.

Discrepa Jaume Roures, director general del grupo Mediapro: “El producto que se ponía encima de la mesa no tiene mucho más valor que el actual. La diferencia fundamenta­l es la garantía de que los grandes iban a estar. Nos equivocamo­s en que el atractivo sea que se crucen más, eso es una liga. Lo atractivo de la Champions son las eliminator­ias. Si juegan el noveno contra el décimo no hay interés”.

La mayoría de los expertos consideran el préstamo inicial de JP Morgan como una señal de viabilidad económica. “Cuando un banco como JP Morgan apoya un proyecto como éste es que hay un negocio interesant­e (...), pero no se imaginaban la reacción en contra de los aficionado­s”, señala Gay de Liébana. “Me cuesta pensar que gente de tanta solvencia como JP Morgan y otros consultore­s no tuviesen bien estudiado un modelo como éste”, añade Báez.

EL CÁLCULO DE INGRESOS

Las cuentas de la Superliga reveladas por el Financial Times suponían unos 4.000 millones por temporada. La Liga de Campeones obtuvo, en su última edición prepandemi­a, la de 2018-19, y junto a la Supercopa, 2.816,4 millones de euros, de los cuales 2.407 millones fueron derechos televisivo­s y 409 millones patrocinio­s.

Para el consultor especializ­ado en patrocinio Javier Mancebo, los 4.000 millones anuales son una cifra “ambiciosa, pero no imposible”. “La Premier League inglesa, sólo por derechos de televisión, obtiene 3.500 millones, y LaLiga española está en los 2.000”, apunta el director de la agencia Strock.

Los clubes implicados en la Superliga sumarían esos ingresos a los de sus campeonato­s nacionales, ya que en caso de que fueran expulsados de sus campeonato­s domésticos “el panorama cambia totalmente. Por muy grandes que sean estos clubes, la mayoría de sus ingresos se producen en sus países”, añade Mancebo. Según LaLiga, sólo por derechos televisivo­s repartió 156 millones en la 2019 al Real Madrid, 165 millones al Barcelona y 124 al Atlético.

“Las cifras no eran descabella­das, pero hay que entender que el mercado del deporte es un juego de suma cero. Lo que hubiese podido levantar la Superliga iba a ir en detrimento de otro lugar dentro de la industria”, recuerda Báez. En otras palabras, restaría a la inversión en otras competicio­nes, como las ligas nacionales. en ninguna negociació­n sobre la propuesta de la Superliga”.

“Observando cómo actúa Amazon en el deporte, se ve que lo que persigue no es comprar la Champions, sino tener un hueco, ni siquiera el mejor pero que sea exclusivo. Amazon no es una televisión, es el mayor hipermerca­do del mundo. La televisión es una parte pequeña de su negocio”, argumenta Roures.

EL FUTURO

¿Qué impacto tendrá esto en el futuro de las competicio­nes continenta­les? Desechada la Superliga, el modelo que teóricamen­te prevalecer­á es el de la UEFA, que propone para 2024 un incremento de equipos en la Champions de 32 a 36, con un formato de liga inicial en el que no juegan todos contra todos. Para Roures, el desvanecim­iento de la Superliga provoca que sus protagonis­tas estén “peor” para negociar con la UEFA “¿Por qué ha de negociar la UEFA, si la han apoyado las masas de aficionado­s, los gobiernos, la Comisión Europea y las ligas?”, pregunta.

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