División en torno al retraso de la segunda dosis de la vacuna
● La Consejería de Salud es partidaria de la demora para aumentar la población protegida y vuelve a plantearlo al Ministerio
El debate persiste, al menos entre la comunidad científica, que sigue dividida en relación a la conveniencia de retrasar la segunda dosis de las vacunas con la técnica del ARN mensajero con el objetivo de incrementar la proporción de personas con una cierta inmunidad adquirida. La evidencia cada vez más consolidada de una suficiente protección aportada por una sola dosis y la urgencia de lograr una inmunidad colectiva en un contexto de escasez así lo sugiere.
La propuesta de los partidarios de espaciar la segunda dosis, entre cuyos más fervientes defensores se encuentra la Junta de Andalucía, consiste en completar la pauta vacunal desde las tres semanas del fármaco de Pfizer y las cuatro de Moderna a un periodo comprendido entre seis y ocho semanas. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, preguntada ayer sobre este particular, zanjó la cuestión recordando que la Comisión de Salud Pública, donde discuten y acuerdan técnicos de las comunidades autónomas, ha zanjado ya el debate con una negativa taxativa al modelo de demorar temporalmente la dosificación. Los investigadores, en cambio, mantienen sólidos argumentos en uno y otro sentido, resultando una distribución casi paritaria.
La distribución de partidarios y detractores ha sido de 50% a favor del espaciado frente al 49% contrario. Es la información que figura de una encuesta publicada en The New England Journal of Medicina, una publicación especializada en materia médica, después de registrar 11.439 opiniones entre los especialistas.
El médico Robert M. Watcher, de la Universidad de California, en San Francisco, esgrime en esa publicación científica, en primer lugar, la alta tasa de muertes provocada por el coronavirus y la capacidad de una dosis de las vacunas de ARNm para atajarlas. Los estudios realizados señalan una eficacia de entre el 80-90% entre los primovacunados después de 21 y 28 días. La eficacia después de la segunda dosis es del 95%.
Sostiene Watcher además que, teniendo en cuenta la paulatina predominancia de variantes como mínimo más contagiosas, la urgencia de proporcionar protección al mayor número de población posible es prioritaria en un contexto de relativa escasez de los fármacos. Estas dos tesis, unida a la experiencia desarrollada en el Reino Unido, animan a los defensores de distanciar ambas dosis.
Por su parte, los detractores de separar varias semanas las vacunas de Pfizer y Moderna parten de una postura más conservadora o garantista. De entrada, sostienen, es recomendable seguir el patrón señalado en las fichas técnicas de los medicamentos. No es casualidad que los prospectos de Pfizer y Moderna hayan señalado los 21 y 28 días como periodos de indicación entre una dosis y la segunda, dicen expertos en Salud Pública como Nicole Lurie, asesora en materia de bioterrorismo con Barack Obama, en la citada publicación.
También constan los riesgos de la aparición de nuevas variantes en entornos relativamente bajos de anticuerpos tras una sola dosis. Esto, y sobre todo, el prometido aumento de suministros de dosis para las próximas semanas –no será ya un contexto de escasez– es en lo que se basa la decisión tomada por el Consejo Interterritorial.
La propuesta es dilatar la segunda dosis de los fármacos de ARNm a seis y ocho semanas