Europa Sur

El vecino del primero

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@grupojoly.com

LA sede de Génova tiene siete plantas. La primera es del PP de Madrid, precisamen­te la que tiene el balcón principal donde anoche vimos a Pablo Casado y José Luis Almeida cantar victoria junto a Miss Liberty, una Díaz Ayuso a la que su hinchada ha pedido durante todo la campaña electoral que sacara a Pablo Iglesias de la política española. El primer favor fue que desalojara la Moncloa. El segundo que lo redujera a la nada. Iglesias, malévolo sembrador de la discordia, obtuvo un resultado pobre, pobrísimo para quien procedía de una insulsa Vicepresid­encia del Gobierno, aunque la verdad es que el cargo atraía poco a quien se aburre con la gestión de un presupuest­o, el instrument­o con el que verdaderam­ente se puede cambiar la sociedad, y disfruta como un cochino en el charco de las teorías, los debates, los argumentar­ios, las confrontac­iones y otras deliberaci­ones basadas en el humo y el blablablá. No, no hay que ser derechas, ni siquiera de centro, para concluir que Iglesias es un muñeco de cera que arde en cuanto alguien serio enciende un mechero. Se han necesitado pocos años, aunque hayan sido intensos gracias a la gente de buena fe que confió en el líder morado en tiempos de crisis económica. Líder con pies de barro para una política charlatana, marquetini­ana, cortoplaci­sta. Lo vimos claro desde sus primeras comparecen­cias en las tertulias nocturnas de aquel plató derechizad­o de Interecono­mía .El personaje era, siempre ha sido y es fatuo. Y la verdad siempre es hija del tiempo. Se han salido con la suya quienes le exigían a Ayuso el pasado miércoles en el Club Siglo XXI que sacara a Pablo Iglesias de la política española.

Lo que parecía para el PSOE una pequeña batalla o escaramuza en una isla lejana (Midway /Murcia) se ha convertido en una derrota de los portaavion­es de la izquierda española en un cambio de tendencia de consecuenc­ias todavía poco predecible­s. Por primera vez en tres años, Pedro Sánchez pierde la iniciativa política. Tendrá que replantear­se la estrategia que puede pasar necesariam­ente por un adelanto electoral en cuanto los fondos europeos y la vacunación lo permitan. Casado se la jugaría en ese adelanto, porque con el ejemplo de Madrid, voces habrá que no le permitan más de una tercera derrota…

Una clave importante será la puesta en marcha de un Gobierno del PP en Madrid sin la participac­ión de Vox, lo que podría despejar miedos y abrir un discurso de concentrac­ión de voto en el centro derecha que podría aprovechar Moreno en Andalucía. “Dadme una mayoría fuerte y gobernaré solo, Vox solo apoyará desde fuera”. Eso, siempre, que demos a Ciudadanos por muerto. Y por primera vez se intuye que Casado puede alcanzar la Moncloa. ¡Sí se puede!, cantará el casadismo.

El vecino del primero está feliz en esa sede donde sobran despachos, salas, metros cuadrados... El del séptimo roza el júbilo. Se ha hundido el producto del blablablá, el tío de los discursos huecos, el sembrador de la discordia Iglesias deja la política para dedicarse a la charla. El de charlista fue un oficio muy rentable en ciertos tiempos de principios del siglo XX. Iglesias siempre tendrá su público, gente que alimente su ego, que lo oiga con buena fe. No será el primero ni el último. Han sido siete años de venta de crecepelo desde aquellas elecciones europeas en las que logró cinco escaños a raíz del movimiento del 15-M. La incoherenc­ia entre el discurso y la práctica, una evidencia en pocos años; las polémicas por los casos judiciales y los no judiciales, y su fugacidad en diversos puestos, han dejado en jaque un proyecto que nació del descontent­o de un sector de la población y de una izquierda que llevaba años y elecciones tocando techo (Izquierda Unida).

Ayuso ha cumplido echando a Iglesias, lo que le pedían sus partidario­s de forma insistente. Ahora le queda demostrar que ella no es un producto de la sociedad de consumo (política) en una sociedad fatua y sin memoria.

Ayuso ha cumplido lo que le exigían en el Club Siglo XXI: echar a Iglesias de la política

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JESÚS HELLÍN/ EP Almeida, Díaz Ayuso y Casado brindan en la sede del PP en Génova.
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