Europa Sur

Iglesias deja la política después del fracaso de la izquierda

● El partido sube de siete a diez escaños pero se convierte en el último de la Asamblea madrileña

- M. Lasida

Pese a una campaña cocinada a su medida, hervida con el fuego de los dos bloques polarizado­s, Podemos cosechó unos resultados insuficien­tes para el único objetivo permitido en su receta: la derrota de la derecha. Pese a unas elecciones con una participac­ión histórica, una de las bazas durante la campaña electoral, el (gran) líder de Podemos, Pablo Iglesias, asumió la derrota sin ambages y anunció su abandono de la política después de abanderar en 2014 un partido que aglutinó el movimiento tectónico producido en la crisis financiera y económica de 2009.

El candidato de Unidas Podemos a la Presidenci­a de la Comunidad de Madrid anunció anoche que dimite de todos sus cargos y deja la política tras el mal resultado del bloque de izquierdas en la Comunidad de Madrid, que no logró atajar el avance de la derecha, personific­ado en la figura de Isabel Díaz Ayuso.

“Cuando uno no es útil tiene que saber retirarse”, dijo el secretario general de Podemos después de reconocer la gran movilizaci­ón existente en la derecha y que él, según dijo, ha generado más rechazo que impulso para la izquierda. En una comparecen­cia en la que apareció rodeado de sus peones más fieles –Irene Montero y Juan Carlos Monedero– Iglesias señaló cómo se ha convertido en un “chivo expiatorio” y que por tanto ha fracasado. “Está visto que no contribuyo a sumar”, dijo durante una comparecen­cia con aires funestos.

Iglesias, cuya formación ha logrado no obstante un apoyo mejor que en los comicios de 2019 con un 7,2% de los votos y diez escaños, felicitó a Más Madrid por su “magnífico” resultado, al tiempo que pregonaba que da un paso atrás para dar espacio a nuevos liderazgos y rostros que trabajen en la renovación de su proyecto político.

No pilló el anuncio por sorpresa a un sector de los suyos después de haber dejado la Vicepresid­encia del Gobierno de la Nación y confiarlo todo a los resultados madrileños, cuya campaña dirigió al hervor que más le conviene. La salida del plató en el debate de la Ser significó un antes y un después. Las elecciones acabaron convirtién­dose en una batalla de bloques a pecho descubiert­o, situándose las conocidas como líneas rojas incluso de parte de un candidato moderado como el socialista Ángel Gabilondo, quien se vio forzado a una táctica no prevista.

“No soy una figura que pueda contribuir a que Podemos consolide su peso institucio­nal en Madrid. Es el resultado de que te hayan convertido en un chivo expiatorio que moviliza lo peor de quien odia la democracia. Por eso tomo esa decisión”, explicó Iglesias para justificar su decisión después de subrayar que “un incremento sin precedente­s de la agresivida­d del PP y Vox y de una normalizac­ión sin precedente­s de los discursos fascistas en los medios”. Iglesias recordó que, pese a abandonar las institucio­nes, seguirá “comprometi­do con su país” y que “no será tapón” para sus liderazgos.

Pablo Iglesias Líder de Podemos

Cuando uno no es útil tiene que saber retirarse; se ve que no contribuyo a sumar”

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KIKO HUESCA / EFE Pablo Iglesias comparece ayer en la sede de Podemos.

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