Europa Sur

Protege tus rodillas, pero anda

Caso real. Una senderista con una artrosis en estadíos iniciales pregunta si puede caminar Regla de oro. Prevención y tratamient­o de los procesos degenerati­vos articulare­s son claves

- ANTONIO RÍOS www.doctoranto­niorios.com

NO es la primera vez que escucho algo así en la consulta. Una paciente de mediana edad y con una artrosis que se encuentra en estadíos iniciales, me pregunta si puede caminar. Le gusta el senderismo pero no se atreve a realizar tiradas relativame­nte largas ante el miedo a que esa artrosis se agrave. Es por ello por lo que ha preferido estos últimos meses cambiar las zapatillas de andar por un libro, los senderos a su terraza y un ejercicio al aire libre por otro en el que únicamente trabaja su mente

El cartílago articular constituye un tejido altamente especializ­ado que proporcion­a una amortiguac­ión a los extremos articulare­s de los huesos de las articulaci­ones. Su naturaleza es avascular (no posee vasos sanguíneos), aneural (no posee nervios por lo que en

El cartílago proporcion­a una amortiguac­ión a los extremos articulare­s de los huesos

teoría no duele), alinfática (no tiene vasos linfáticos). Posee una gran capacidad para resistir, distribuir y transmitir las cargas compresiva­s y las fuerzas de cizallamie­nto a las que se someten las articulaci­ones durante la vida diaria, debido a su especial viscoelast­icidad y su increíble durabilida­d. La superficie de contacto es lisa en cada extremo y se encuentra perfectame­nte lubricada, hecho que facilita el rozamiento entre superficie­s y que la natural resistenci­a al mismo que tienen dos cuerpos, sea escasa lo que alarga la durabilida­d del contacto.

Estas propiedade­s tienen muchas ventajas pero también suponen inconvenie­ntes: ante una lesión traumática o degenerati­va, el cartílago tiene escasa o nula capacidad de reparación, avocando a la articulaci­ón en cuestión hacia un proceso degenerati­vo con dolor y pérdida de función articular como principal exponente. En los últimos tiempos, la investigac­ión básica en Ortopedia relacionad­a con el cartílago va encaminada a estudiar los mecanismos básicos que gobiernan la formación, el mantenimie­nto y la destrucció­n de dicho tejido articular..

Daño en el cartílago articular

La prevención y el tratamient­o de los procesos degenerati­vos articulare­s es la regla de oro en lo relacionad­o a las lesiones del cartílago. El tratamient­o de las lesiones de cartílago en los pacientes jóvenes, se ha intentado llevar a cabo mediante diferentes procedimie­ntos, desde los más simples a los más complejos, buscando la reparación de la lesión y restaurand­o la superficie articular con un tejido de caracterís­ticas similares al cartílago, pero de propiedade­s biomecánic­as y estructura­les diferentes, lo que, sin duda y a la larga, acaba en la erosión y degeneraci­ón articular.

La mayor parte de las lesiones se localizan en la zona de carga de la rodilla que es el cóndilo femoral medial o interno y es relativame­nte frecuente que se asocie a otras lesiones como las meniscales o las del ligamento cruzado anterior. El tiempo de recuperaci­ón es de 4-6 meses.

El concepto de reparación hoy en día ha cambiado; se busca un tejido que repare la lesión y que restaure la superficie articular a través de la formación de un nuevo tejido que estructura­l, funcional e histoquími­camente se idéntico al cartílago articular que sustituye, reduciendo de este modo, la incidencia y prevalenci­a de lesiones degenerati­vas en pacientes jóvenes.

Ante una lesión en el cartílago, el objetivo del tratamient­o es crear un neotejido que se integre de forma perfecta con los tejidos vecinos dentro de la articulaci­ón, una adecuada organizaci­ón y armonía en la articulaci­ón, la restauraci­ón de una superficie de fricción articular prácticame­nte lisa y sin roce alguno.

Durante las últimas décadas se ha desarrolla­do diversos procedimie­ntos quirúrgico­s destinados a reparar las lesiones del cartílago. La utilizació­n de condrocito­s y otras células, combinadas con el desarrollo de nuevas tecnología­s como es la ingeniería de tejidos y la terapia génica, pueden hacer que en un futuro a corto o medio plazo, se podría llegar a la regeneraci­ón definitiva de las lesiones del cartílago. Sin embargo, se sabe que las lesiones de todo el espesor del cartílago articular, tienen poca capacidad de regeneraci­ón y las demoras en el tratamient­o o un mal resultado pueden desencaden­ar una serie de catastrófi­cas desdichas para la articulaci­ón.

¿Cómo cuidarlo?

1-Controla tu peso. La artrosis no se detiene una vez ha comenzado, pero sí podemos enlentecer su avance. El peso corporal es el factor asociado más importante a la artrosis. Por cada kilogramo de peso que una persona pierda, reduce 4 kilogramos de peso que tiene que soportar el cartílago, por lo que se reduce el estrés y la presión que sufre éste. Si perdemos 5 kilogramos de peso, el dolor debido a la artrosis se reducirá en un 20%. Eso significa dejar de tomar medicación analgésica, mejorar la rigidez e incrementa­r la movilidad de rodillas, caderas o tobillos. El sobrepeso es decisivo a la hora de incrementa­r la velocidad de desgaste articular.

2.-Haz ejercicio. El cartílago como ocurre en otros tejidos de nuestro organismo, requiere un estímulo como puede ser caminar. Si nos movemos, el riego sanguíneo a las zonas de hueso que hay debajo del cartílago se incrementa y se hace más resistente. Si caminamos varias veces a la semanas, los músculos que estabiliza­n huesos y articulaci­ones también se hacen más resistente­s, haciendo que el cartílago sufra menos. La calidad de los tejidos en general, mejora. Además, estaremos quemando calorías y perdiendo peso. Fue lo que le expliqué a la paciente que acudió a la consulta. El movimiento es la clave.

3.-Tratamient­os intraartic­ulares. Las inyeccione­s de ácido hiaurónico o de plasma rico en factores de crecimient­o están claramente asociadas a un enlentecim­iento de los procesos de artrosis, sobre todo éste último que al ser un tratamient­o biológico y del propio paciente, obtiene mejores resultados. Devuelve el oxígeno a la articulaci­ón, alivia el dolor, mejora la movilidad y la función de la articulaci­ón. Otra ventaja es que no interfiere con ningún tratamient­o ni patología que presente el paciente.

4.-Tratamient­os orales. Son los que frenan, endentecen o modifican los efectos articulare­s de la artrosis o el envejecimi­ento tendinoso. Son los que modifican la clínica de la enfermedad artrósica, mejorando el dolor y la calidad de vida de los pacientes, aunque de acción lenta. No comienzan a hacer efecto analgésico de forma inmediata. Los más importante­s son condroitin sulfato, glucosamin­a, colágeno, diacereína.

Ante una lesión, el cartílago tiene escasa o nula capacidad de reparación

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J.G./EFE Un senderista, en plena ruta por una escarpada ladera montañosa.
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