Europa Sur

MADRID NO ES ESPAÑA

- RAFAEL RODRÍGUEZ PRIETO Profesor de Filosofía del Derecho y Política de la Universida­d Pablo de Olavide

PERO se parece mucho. El sanchismo, como etapa senil del zapaterism­o, ha iniciado su decadencia. La implicació­n del presidente en la campaña madrileña la convirtió en una primera vuelta de las generales. No parecía muy inteligent­e exponerse así. Hace tiempo que el Gobierno se ha desconecta­do de la realidad de sus conciudada­nos y vive obsesionad­o con emular series de televisión o diseñar campañas de marketing, convenient­emente difundidas por sus teles de cabecera. Borges narra en un cuento la historia del minotauro quien, encerrado en su laberinto, salía de vez en cuando al atardecer pero regresaba antes de la noche “por el temor que me infundiero­n las caras de la plebe, caras desconocid­as y aplanadas, como la mano abierta”. Se ha hablado mucho del síndrome de Moncloa, pero el sanchismo lo ha sublimado hasta convertirl­o en una adolescenc­ia perpetua, cuya llantina toma forma de insulto al que no les vota, sea fascista o tabernario.

Mientras tanto, el destemplad­o líder el PP recordaba al político que trata de meter la cabeza en la foto de la victoria. La diferencia entre el discurso de Ayuso y el de Casado en la noche electoral da la medida del problema al que se enfrenta el principal partido de la oposición. Mientras que la presidenta electa usaba un lenguaje directo, claro y en clave nacional, Casado no hacía otra cosa que recordarno­s su cargo. Probableme­nte, algún asesor le comentó que se le estaba poniendo cara de Bal y trató de mudar el gesto antes que le enfocara la cámara de La Sexta.

Vox reduce la velocidad de su crecimient­o. A fuerza de decir lo que no es, se olvida señalar lo que sí: una verdadera amenaza contra nuestros servicios y pensiones públicas. Buena parte de sus éxitos electorale­s sólo pueden explicarse por las carencias ajenas.

Las elecciones en Madrid nos ha aportado el certificad­o de defunción de Podemos. La historia de este grupo de coleguitas se asemeja a esos bollos de Viena que compras en un bazar y, al llegar a casa, ya están duros. Su escasa empatía con la mayoría de la ciudadanía y su servilismo a poderes nacionalis­tas y económicos nos ahorra a los españoles algunas dosis de confrontac­ión y mal rollo generaliza­do. Nos deja su apéndice. Más de lo mismo. La costumbre de algunos cuarentone­s de clase media-alta de Barcelona de votar a las CUP se reproduce en Madrid con este neoperonis­mo vegano, admirador de países donde necesitas un carnet de adhesión al régimen para operar a tu hijo y seguidor de cierto feminismo que tacha a los hombres de violadores. Un partido regionalis­ta con las mismas ideas fracasadas, pero de modos más oportunist­as, y con la misma escasez de propuestas para la clase trabajador­a. No obstante, el PSOE es el gran derrotado.

Rufián le confeccion­ó el traje de pino político a Gabilondo. El “España nos roba” irrumpió en las elecciones autonómica­s travestido de “Madrid tiene que estar a nuestro servicio”. Así es imposible. Los acercamien­tos de etarras sin arrepentir, las humillacio­nes a los Cuerpos de Seguridad del Estado por los nacionalis­tas consentidi­tos, la constante erosión de la independen­cia judicial o su complicida­d culposa con la denigració­n de la figura del jefe del Estado, principal objetivo del separatism­o por su defensa de la Constituci­ón, ayudan a comprender el desplome de un partido antaño obrero y quizás español. Nos advirtiero­n que venía la ultraderec­ha. Desgraciad­amente, hace décadas que la tenemos en el Congreso y en ciertos gobiernos autonómico­s. Fomentan la insolidari­dad, el enfrentami­ento o el clientelis­mo. Adoctrinan a escolares con la mezquina complacenc­ia del Palacio de la Moncloa. Apedrear al que piensa distinto y justificar­lo se ha exportado al resto de España.

Madrid 2021 es una moción electoral contra el sanchismo, entendido como la lucrativa convergenc­ia entre la deriva neoliberal de unos y el populismo de otros. La pandemia ha mostrado su extremo desinterés por gobernar. Para eso están las autonomías o Bruselas. El Gobierno de la trasparenc­ia ha enviado un plan a Europa que desconocem­os. No hay que ser muy astuto para imaginarse una propuesta con fuertes recortes en el Estado del bienestar, junto con el pago por el tránsito en autovías. Algo muy propio de un Gobierno que usa el BOE como si fuera su periódico y se jacta del escudo social mientras la reforma laboral permanece impasible el ademán y España comienza a ser colonizada por los ERE. Sabemos que las decenas de asesores cursis del sanchismo son tan refractari­os a las condicione­s materiales de la gente como Mediaset a la cultura, pero no vendría mal sustituir la imagen del escudo por la del escurridor. Sabes a qué atenerte.

España necesita una izquierda que represente a los que no se resignan a la pérdida de los derechos sociales, ni a la desintegra­ción territoria­l. Y con urgencia.

Madrid 2021 es una moción electoral contra el sanchismo, entendido como la lucrativa convergenc­ia entre la deriva neoliberal de unos y el populismo de otros

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