Europa Sur

MEJOR SIN PABLO

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

LA política española estará mejor sin Pablo Iglesias porque con él desaparece uno de los dos responsabl­es de la crispación de la vida nacional. La otra espoleta de esta toxicidad fue accionada en Cataluña, Vox sólo ha sido la respuesta al auge de los independen­tistas y al de la extrema izquierda que Iglesias ha llevado hasta el Gobierno. La proclama más representa­tiva de su ideario fue aquella de Vistalegre, cuando recordó que para los marxistas el cielo no se toma por consenso, sino por asalto. En esa negación del contrincan­te político reside su comportami­ento antidemocr­ático.

Pablo Iglesias es un buen comunicado­r, un maestro de la escena, pero su conocimien­to de la sociedad española de la segunda década del siglo XXI es más bien escaso. En Vallecas, donde sus matones fueron a provocar a Santiago Abascal, no ha ganado ni Unidas Podemos ni Vox; el partido más votado ha sido el PP, seguido de Más Madrid y del PSOE. Los dos extremos son los últimos. Iglesias no conoce Madrid y le gustaría que España fuese la de 1936.

Se acusa a Díaz Ayuso de originar la polarizaci­ón de la campaña de Madrid con la falsa cuestión de socialismo o libertad, pero fue Iglesias el primero en imprimir el marco de división con su fascismo o democracia. Reventó el mitin de Vox en Vallecas, respaldó la violencia, acusó al Rey de callar ante hechos de los que no suele hablar y se levantó del debate de la cadena Ser para añadir más grados a la campaña. Esto último con la inestimabl­e colaboraci­ón de Rocío Monasterio, cuyo peor gesto fue el de llamarle amargada a Mónica García, la candidata de Más Madrid. Ese comentario revela que hay mucho odio dentro de la candidata de Vox.

La izquierda radical, que no extrema, porque no flirtea con la violencia, seguirá en el Congreso y en el Gobierno, busca otras formas distintas al marxismo y otros colores. A Errejón le gustaría ser verde como los herederos de Petra Kelly, Yolanda Díaz es un epílogo del PCE, pero no me atrevería a decir de ninguno de ellos que la política española sería mejor si se fuesen. Extraño, por cierto, que Errejón busque cobijo en Andalucía de la mano de Teresa Rodríguez y Kichi, que están situados a la izquierda de Podemos.

El epílogo de Pablo Iglesias tiene su firma: ha dejado a Ione Belarra como líder del partido y a Yolanda Díaz, como candidata, una bicefalia instalada en el seno del Consejo de Ministros. Esto sólo dará dolores de cabeza, como todas las bicefalias.

En Vallecas, donde Iglesias envió a sus matones a reventar el mitin de Abascal, no ha ganado ni Podemos ni Vox

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