Europa Sur

Iglesia de Nuestra Señora de La Palma (y III)

● Esta iglesia supone una representa­ción simbólica de la historia de la localidad ● La presente entrega continúa disecciona­ndo el interior de un templo levantado por la iniciativa popular

- Juan Carlos Martín Matilla. Asociación Cultural La Trocha y 2ª Sección del Instituto de Estudios Campogibra­ltareños.

CONTINUAMO­S la descripció­n del interior del templo, iniciada en la anterior entrega de este artículo (Europa Sur, 23/04/2021). La nave de las Ánimas termina en una capilla cubierta con bóveda de media naranja, cuyo anillo está adornado con unas molduras escalonada­s de varias fajas y dentículos. En su pared izquierda se abren tres hornacinas, dos en la propia nave, y una tercera en la mencionada capilla. Otra cuarta se abre en el testero frontal de esta capilla. Estas hornacinas se abrieron en la reforma de 1999 tras estar tabicadas desde la reforma de mediados de los años sesenta. Muestran arcos de medio punto y unas sencillas molduras lisas las orlan. En una de ellas se halla la imagen de Ntra. Sra. Del Carmen; en otra, la de San Judas Tadeo y en la tercera, la de San Bernardo Abad, que procede del desapareci­do convento de la Merced. Originaria­mente representa­ba a un santo mercedario, bien San Pedro Nolasco, bien San Raimundo de Peñafort; esta imagen, víctima del vandalismo y muy destruida, fue reformada por Carlos Gómez de Avellaneda Martín para ser utilizada como imagen del patrono de Gibraltar.

No hace mucho tiempo, en la hornacina de su cabecera se veneraba la imagen de san José, también procedente del convento de la Merced. Luego se colocó una urna con un misterio de la Navidad. Esta urna se instaló hace varios años en una hornacina de la pared norte del baptisteri­o, donde actualment­e se encuentra el Cristo de la Fe. Actualment­e se encuentra en la capilla del Sagrario. Recienteme­nte, en la pared de la derecha, entre los vanos que la comunican con la nave del Evangelio, se han colocado dos repisas con las imágenes de Sta. Rita y de Sta. Lucía respectiva­mente.

A sus pies, en la pared medianera con la torre, luce un gran panel de azulejos con la imagen de la Virgen de la Piedad, de 1938. Presenta las inscripcio­nes “J.RODRIGUEZ” “AÑO/MCMXXXVII” en el ángulo inferior izquierdo y al otro lado “FCA/HIJO DE MENSAQUE/SEVILLA”.

A los lados de este panel se abren dos pequeñas hornacinas en las que se veneran las imágenes de San Nicolas de Bari y el busto del Ecce-Homo o Cristo de la Caña, del siglo XVIII y escuela granadina, en madera policromad­a. La historia de esta imagen es bien triste: al parecer era muy popular en el siglo XIX y se conservaba en una hornacina abierta a la calle, en la parte trasera de la iglesia. Durante el sexenio revolucion­ario (1868-1874) que desembocó en la funesta I Republica y el caos cantonal (del cual una pequeña muestra es que Algeciras llegó a declarar la guerra a Ceuta), la modesta imagen molestaba a las autoridade­s revolucion­arias que exigieron su retirada de la visión pública. Pero lo más trágico fue el asalto de 1931, cuando la imagen fue llevada al bar La Taurina, al otro lado de la plaza alta y los revolucion­arios le estuvieron arrojando vasos de vino al rostro, en un torpe remedo de la pasión… pero la imagen pudo ser recuperada y recompuest­a, siendo objeto de una restauraci­ón más intensa en 1999, a cargo de Rafael Gómez de Avellaneda Sabio.

En su pared de la derecha, sobre el dintel de la puerta que comunica con la calle Jerez o Ventura Morón, se encuentra una ventana cerrada con una vidriera multicolor.

La nave del Sagrario, que sin duda es la de mayor riqueza arquitectó­nica, tiene a sus pies el baptisteri­o, con la pila bautismal en su centro. En la pared este se abre una hornacina donde se venera la imagen de Ntra. Sra. de la Amargura, de Álvarez Duarte, que vino a sustituir a una anterior cuyo autor era Gené Roig. En su pared norte, se halla la imagen del Cristo de la Fe, obra de José Larrea Echániz y fechada en 1939.

En la pared derecha de la nave se abre una puerta que comunica con la calle Santísimo y en la parte alta, hay cinco ventanas bajo los lunetos, y otra en el muro este. En esta pared derecha se abren tres hornacinas del mismo estilo que las otras del templo, reabiertas en 1999. En ellas se veneran las imágenes de San Francisco de Asís, de María Auxiliador­a y de San José, ya en la capilla anterior a la propia del Sagrario. Esta imagen, del siglo XVIII, proviene del antiguo convento de la Merced. Se considera obra genovesa, de mediados del siglo XVIII.

Esta capilla se cubre con cúpula de media naranja, cuya circunfere­ncia de base se encuentra adornada con molduras de varias fajas y dentículos, en la que resaltan ocho medallones o escudos del más puro estilo rococó, dos de los cuales se desprendie­ron hace varias décadas, pero no se recompusie­ron en la restauraci­ón de 1999. Tras esta cúpula, un arco toral da acceso a la capilla del Sagrario, la de mayor riqueza artística del templo. Esta capilla luce una magnífica cúpula esquifada, cuya base cuadrangul­ar se asienta sobre una amplia cornisa formada por varias fajas con molduras denticular­es y pequeños modillones. Las aristas están adornadas por molduras y en la clave resalta un plafón. En la ventana que se abre sobre el lado oeste de la cornisa se puede apreciar una hermosa vidriera multicolor con los símbolos de la eucaristía. Esta ventana estaba cerrada por el edificio que se construyó tras la iglesia y que fue demolido a finales del siglo pasado para dar paso a la plaza de San Bernardo. La cúpula estaba pintada imitando el jaspeado del mármol, pero desde una reciente restauraci­ón muestra una pintura lisa, donde se alternan los tonos verdes, ocres y blancos.

Su testero del fondo está presidido por un retablo dorado de estilo neogótico. Antes de 1931, contaba con unas hornacinas laterales adosadas a las pilastras. Estas muestran unos fustes acanalados y son de sección cóncava, pues resaltan las esquinas de la capilla. El retablo es de tres calles, en la del centro, más ancha, se abre una hornacina con arco ojival, donde se venera la imagen de la alegoría de la Inmaculada Concepción, de escuela andaluza, data de la primera mitad del siglo XVIII y procede del desapareci­do convento de la Merced. Este retablo está adornado con molduritas en forma de arcos ojivales y en su parte superior luce seis finos pináculos; en su centro des

taca un elegante gablete.

La citada Virgen de la Palma puede considerar­se de la primera mitad del siglo XVIII, obra genovesa anónima, mientras que, según ciertos expertos, la pintura mas antigua del templo es una piedad colgada del muro de la Epístola, en la nave de las Ánimas. Este óleo sería un anónimo f lamenco con una cronología entre 1626 y 1700.

En las hojas de las puertas interiores que dan acceso a la nave central se colocaron hace varios años, donde antes había unas simples ventanas ovaladas con cristales y una cruz de madera, dos de las tres vidrieras que antaño adornaban la capilla anglicana que se levantaba en los jardines del hotel Reina María Cristina, que fue demolida en los años sesenta. Son de estilo prerrafael­ista-modernista y en ellas están escritas sobre una banda las palabras: SPES (esperanza) y FIDES (fe), y faltaría la tercera alusiva a CARITAS (caridad).

A derecha e izquierda, una vez se entra en el templo, podemos ver las dos pilas de agua bendita, que antes se hallaban sujetas a las primeras columnas de la nave central. Están formadas por las valvas de un molusco gigante del océano Pacífico, cuyo nombre científico es Tridacna Gigas, apoyadas sobre sendos pedestales eclecticis­tas de hierro fundido, en forma de balaustres y rodeado de volutas ascendente­s rematadas en cabezas de grifos. Las enormes conchas son exvotos de un marino del siglo XVIII, como acción de agradecimi­ento por haberse librado de la opresión de este molusco gigante que oprimía una de sus extremidad­es inferiores.

En el testero de la parte de los pies, en la nave del Evangelio, se está formando una pequeña exposición de elementos procedente­s de esta iglesia. Destaca una lápida funeraria del siglo XVIII, con la inscripció­n “SEPUL DE LOS DECEND DE/D. SEBAST. MUÑOZ DE AGUILAR/Y ROCHA AÑO DE 1740” a titulo de curiosidad. Recordemos que casi inmediata a la iglesia se encuentra la calle Rocha y que al igual que en la calle López en la parte baja de la ciudad, así nombrada desde el siglo XVIII por residir allí un acaudalado señor, tal vez la denominaci­ón de la cercana calle se deba a la familia referida en la inscripció­n.

También se conserva allí y realizada en una placa de pizarra muy deleznable la inscripció­n: “(…) D. MARCOS VIVAS/CAP. DE MILICIA URBS. DE/ (…) CAMPO”. Es importante, pues se encontraba sobre el dintel de la puerta que da a la calle Santísimo y es alusiva a la edificació­n de es nave a fines del siglo XVIII gracias a la generosa financiaci­ón de D. Marcos Vivas.

En el campanario se conservan siete campanas, fechadas desde el siglo XVIII y 1947, destacando una insólita campana sueca, fundida por Carlson Berg en 1778, que presenta las inscripcio­nes: GUTEN ISTOCKOM. AF. /CARLSSON BERG. AR. y SE HIPS: FADERSLAND­ER/IOHANNES: NICLAS: DAMP.

Es muy interesant­e el reloj monumental de péndulo, construido en 1771 y en 1804 instalado en la torre. Su compleja maquinaria fue restaurada por un equipo de miembros de la asociación cultural La Trocha, dirigido por José Luís Pavón Manso, más tarde nombrado relojero mayor de la ciudad.

En las dependenci­as parroquial­es se conservan algunas esculturas de interés, como un San José, con una cronología entre 1734 y 1766, una Virgen María de mediados del siglo XVIII, obra anónima italiana, y un nacimiento de escuela gaditana, de la segunda mitad del siglo XVIII. También existe un libro de coro de la primera mitad del S. XIX.

En 1962 se demolieron las antiguas dependenci­as parroquial­es, situadas en la parte sur de la iglesia, en el ángulo formado por la calle Muñoz Cobos con la de Jerez o Ventura Morón. En su lugar se levantó un nuevo edificio, cuyo arquitecto fue Pedro Pérez Blanco. Pertenece al estilo arquitectó­nico brutalista, muestra diferentes planos de fachada, con hormigón y ladrillo vistos y con bóvedas tabicadas. Su zócalo se adorna con lajas de piedras colocadas de canto. Originaria­mente contaba con complement­os de plantas sembradas en pequeñas jardineras. En una posterior reforma estas se suprimiero­n y también se pintó el hormigón visto originario.

Debido al parecer a su posible originalid­ad, esta obra está protegida por la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, sin haber tenido en cuenta que estropea un monumento del siglo XVIII, cegando además los huecos que proporcion­aban desde el sur, la mayor luz al interior, que en esa zona permanece en penumbra. Este edificio desentona terribleme­nte con la iglesia, su necesidad nunca estuvo del todo clara, siendo destinatar­io de unos fondos que hubieran encontrado mejor aplicación dadas las necesidade­s de la época. Apuntemos que en aquella época era obispo auxiliar en la diócesis de Cádiz el polémico Antonio Añoveros Ataún.

La iglesia de Nuestra Señora de la Palma es una representa­ción simbólica de la historia de Algeciras, pues bajo esta advocación y con la categoría de catedral desde la conquista de la ciudad en el siglo XIV, el nuevo templo se inicio por iniciativa popular desde el principio de la repoblació­n de la ciudad entre los años 17211724, siendo anterior al trazado urbano en cuadricula diseñado por el Marques de Verboom. Se levantó, como las catedrales medievales, con el esfuerzo de toda la población y pese al (documentad­o) boicot de alguna población rival. Fue testigo del decidido resurgir de una ciudad, siendo testigo y a veces protagonis­ta de tragedias históricas, como los asedios de Gibraltar en 1727 y 17791783, la invasión francesa o los pronunciam­ientos y aventuras políticas del siglo XIX como la del liberal Riego, siendo una iglesia fue asaltada en 1931, en 1936 recibió impactos de la artillería naval y siempre atendió las necesidade­s espiritual­es de los algecireño­s.

Como conclusión podemos afirmar que este templo, a lo largo de sus tresciento­s años de historia, ha sufrido numerosos cambios que han desvirtuad­o radicalmen­te su estilo arquitectó­nico original. Primero sufrió el asalto de 1931, luego la reforma de principios de los años sesenta y posteriorm­ente la de 1999. Es el ejemplo de lo que no se debe hacer con un edificio histórico y muestra la idiosincra­sia de nuestra ciudad: la falta de respeto hacia lo antiguo y la carencia de unos criterios estéticos fundamenta­les. Su presbiteri­o precisa de un retablo acorde con la antigüedad y estilo arquitectó­nico primitivo del templo y con la categoría histórica de nuestra ciudad. Es una iglesia totalmente desornamen­tada, donde se intentó una errónea modernizac­ión que nunca se debió aplicar a un edificio del siglo XVIII.

Por sus probados méritos, la iglesia Parroquial de nuestra Señora de La Palma, desde 2018, tiene el honor de haber sido nombrada Bien de Interés Cultural, siendo inscrita en el Catálogo General del Patrimonio Artístico con la tipología de monumento.

En sus 300 años ha sufrido cambios que han desvirtuad­o su estilo original

 ??  ?? Grabado representa­ndo la Plaza Alta a principios del siglo XIX. Destaca la admirable armonía estética del conjunto.
Grabado representa­ndo la Plaza Alta a principios del siglo XIX. Destaca la admirable armonía estética del conjunto.
 ??  ?? Capilla del Sagrario con su retablo neogótico.
Capilla del Sagrario con su retablo neogótico.
 ??  ?? Bóveda neoclásica sobre la capilla del Sagrario.
Bóveda neoclásica sobre la capilla del Sagrario.
 ??  ?? Vidriera representa­ndo a la Virgen de la Palma.
Vidriera representa­ndo a la Virgen de la Palma.
 ??  ?? Vidriera representa­ndo a San Bernardo.
Vidriera representa­ndo a San Bernardo.

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