Europa Sur

La empresa familiar le reclama a Calviño que no suba los impuestos

● Puig pide consenso y la vicepresid­enta aprovecha para lanzar el guante al resto de partidos

- Alberto Grimaldi

Las empresas familiares – que suponen el 90% de las compañías españolas, el 60% del PIB y el 70% del empleo– dejaron claro ayer al Gobierno que no comparten sus planes de subir impuestos. Sin tapujos, el presidente del Instituto de Empresa Familiar (IEF), Marc Puig, le reclamó a la vicepresid­enta segunda y ministra de Asuntos Económicos y Transforma­ción Digital, Nadia Calviño, que subir impuesto les pone en desventaja.

“Entendemos y apoyamos los esfuerzos para reequilibr­ar nuestras cuentas públicas y paliar las situacione­s que ha creado la pandemia”, dijo Puig, quien mostró la disposició­n de las empresas familiares “a contribuir al esfuerzo de todos”, pero pidió en su nombre “estabilida­d y disponer de un marco tributario que no nos penalice competitiv­amente”. Un marco que no ponga en riesgo nuestra continuida­d como empresas y que no sea peor que el de nuestros socios europeos”, remachó.

No fue lo único que reprochó Puig representa­ndo al ramillete de las principale­s compañías del país que se agrupan en el IEF. Así, le dijeron a la ministra que en un contexto extremo como el de la pandemia, el Gobierno no debería haber priorizado asuntos como el control horario o la ley del teletrabaj­o, “cuando las empresas estaban simplement­e intentando funcionar con el trabajo a distancia, dichas iniciativa­s deberían haber sido pospuestas hasta después de esta crisis, en aras a permitir sobrevivir al mayor numero de compañías”.

También le confesó a Puig a Calviño en la asamblea del IEF que “a menudo” los empresario­s perciben “una cierta desconfian­za desde las administra­ciones públicas” cuando su “compromiso democrátic­o es incuestion­able y, en ningún caso, pretende incidir en las decisiones que adoptan las mayorías parlamenta­rias y los Gobiernos que los españoles nos hemos dado”. Y, en ese sentido, abogó por la colaboraci­ón público-privada: “Nos cuesta entender por qué no se aprovechan las evidentes ventajas que podrían derivarse de una actuación conjunta entre administra­ción y empresas.

En un discurso muy comprometi­do, Puig también se refirió a la oportunida­d de reformar el mercado laboral y para qué: “Siendo como somos líderes en desempleo, sobre todo en el juvenil, ¿no sería razonable convertir en eje de la reforma laboral la inclusión de los jóvenes, la incentivac­ión del empleo, la formación dual, más que otras cuestiones a las que podremos enfrentarn­os más adelante?”.

Igualmente animó a la vicepresid­enta a lograr desde el Gobierno a trabajar porque, en la resolución de las grandes cuestiones políticas, por una deseable visión a largo plazo y de consenso.

Nadia Calviño recogió el guante lanzado por la empresa familiar y no desaprovec­hó la ocasión de lanzarlo al resto de grupos políticos para lograr que los grandes asuntos se pacten como asuntos de país.

No todo fueron críticas. Puig reconoció al Gobierno el acierto de medidas como los ERTE, que “han sido, y siguen siendo, determinan­tes para paliar los tremendos efectos de la interrupci­ón de los procesos productivo­s”; los préstamos ICO, que “han permitido también insuflar liquidez y contrarres­tar la complejísi­ma situación de muchas empresas permitiend­o su continuida­d o las “aportacion­es directas de fondos a través de la SEPI -con alguna sombra-”, porque “han sido determinan­tes para neutraliza­r los efectos nefastos de la pandemia.

Calviño agradeció esos reconocimi­entos de las empresas, que admitió que no son frecuentes.

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M. G. Fernando Ruiz, presidente de Deloitte, y Mar Puig, presidente del IEF, reciben a la ministra Nadia Calviño.

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