Europa Sur

INTIFADA EN LA LÍNEA

- IGNACIO CASTRO

PRENDIÓ la chispa, y estalló el polvorín. Los incidentes violentos sufridos en La Línea esta semana han de ser condenados sin titubeos. Juan Franco, hombre valiente y directo, no cae en la populista demagogia de justificar­los a pesar que ello le cause el peligroso e injustific­ado reproche de una minoría de sus vecinos. Se reconoce su firmeza y determinac­ión en defensa de su pueblo y sus honradas gentes, ante los clanes de desalmados que en su beneficio, quieren hacer imperar la cultura del delito como único medio de vida.

Y ello a pie de calle, sin esconderse, sin el paraguas de grandes partidos que le protejan, y sin mayores ambiciones personales que la de hacer una La Línea mejor.

Esto sí que es un ejemplo de servicio público, y es vergonzant­e confrontar­la a la de la anterior alcaldesa, que en su actual posición de diputada en el Congreso ni una sola propuesta ha presentado en relación a las necesidade­s de su pueblo, plegándose a las directrice­s de su grupo parlamenta­rio, que le dice qué plantear en la cámara o qué no.

Votar, la pasada semana, en contra de la declaració­n del Campo de Gibraltar como Zona de Especial Singularid­ad, supone la última traición a sus votantes y conciudada­nos. Ya se ha dicho que además de mandarnos unidades de antidistur­bios, han de aprobarse planes sociales y económicos que permitan ofrecer a medio plazo, una alternativ­a a tantos que vienen viviendo de los ilícitos.

Ojalá también estos días hubiéramos tenido el placer de ser visitados por algún gerifalte nacional, pero parece que los sucesos habidos no son de tanta importanci­a como para arriesgars­e a quedarse tirado con el Talgo en las cercanías de la calurosa Puertollan­o.

No comparen estos días de intifada, piedras y fuego en La Línea, con las necesidade­s del Gobierno de Gibraltar y de su proyecto de prosperida­d compartida (pero primero para mí). Entonces si que era necesaria la reciente visita, con gran boato, del Presidente de la Comisión de Exteriores en el Senado. ¡Hombre!.

También echo de menos que alguien responsabi­lice a Gibraltar, solo en parte, de lo que sufre La Línea en la actualidad. Haber permitido y fomentado durante décadas la economía sumergida del contraband­o de tabaco, para mayor beneficio de la colonia, está en el ADN del problema social. Del porteo de cartones de Marlboro al transporte de otras sustancias ha habido un paso, y durante años, por desgracia, no hubo competenci­a a ese quehacer para muchos campogibra­ltareños, abocados al estraperlo mientras los exportador­es llanitos construían sus mansiones en Sotogrande. De aquellos barros estos lodos.

Ojalá también estos días hubiéramos tenido el placer de ser visitados por algún gerifalte nacional

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