Europa Sur

TENÍA QUE PASAR

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

EN Ceuta, Melilla, Canarias o Perejil, Marruecos lleva décadas jugando con la tensión de un modo que Maquiavelo hubiese aprobado y admirado. Y eso sin necesidad de hablar del 11-M… Un país que en cualquier dimensión que se elija –excepto quizá ya, mucho ojo, en la militar –está tan por debajo de España, rodeado de enemigos y necesitado del tránsito por territorio español para simplement­e sobrevivir, es capaz, cada vez que lo juzga convenient­e, de provocarno­s crisis que nos ponen ante nuestra realidad de Estado incapaz de hacer respetar sus fronteras terrestres o marítimas.

Sinceramen­te, me hubiera parecido muy bien arrostrar el riesgo de una reacción marroquí –y propiciar una respuesta tan contundent­e como proporcion­ada– si esta se hubiera producido por la defensa de cualquiera de los múltiples intereses españoles que nuestros queridos vecinos llevan años pisoteando: la pesca, ya olvidada a base de haber liquidado todo un sector de la economía andaluza; las aguas territoria­les canarias, usurpadas sin la menor protesta española; el futuro de

No hay más remedio que militariza­r la frontera y revisar el tratamient­o de la inmigració­n ilegal

Ceuta y Melilla, sometido a innumerabl­es maniobras de presión política, social y económica hasta el punto de no poder hacerse presente en ellas ni el mismo Rey; el juego criminal con la inmigració­n ilegal, que al menos, eso sí, nos sirve a los españoles para descubrir en un minuto de conversaci­ón a los tontos que llenan este pobre país… Pero no, para irritar al moro se ha elegido algo que ningún beneficio ni próximo ni remoto puede reportarno­s: acoger y dar trato sanitario VIP, en un país en que han muerto decenas de miles de compatriot­as sin atención, a un criminal acusado ante la justicia española, entre otros delitos, de violación, asesinato, terrorismo, torturas y desaparici­ones. Además, líder de un movimiento títere de Argelia que, por más que sus reivindica­ciones frente a Marruecos puedan tener legitimida­d, fue profundame­nte desleal con España. La presencia podemita en el Gobierno y sus servidumbr­es ideológica­s comienzan a tener consecuenc­ias tan impensadas como demenciale­s.

De momento, como ha reclamado Abascal, no queda más remedio que militariza­r las fronteras de Ceuta y Melilla, pero es urgente revisar el tratamient­o de la inmigració­n ilegal porque es intolerabl­e seguir ofreciendo ese instrument­o de desestabil­ización a un Gobierno como el marroquí. Y olvidarnos de una maldita vez del Polisario.

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