Europa Sur

Rectificar es de sabios

● Los errores relacionad­os con la medicación son la tercera causa de muerte ● Generalmen­te, por actos humanos asociados a su utilizació­n

- JULIO LORCA Director de Desarrollo Salud Digital en DKV Salud

Si nos cuentan que las dos primeras causas de muerte en España son las enfermedad­es circulator­ias y el cáncer, pocos se sorprender­ían. No así, si nos dicen que la tercera son los errores de medicación. Al menos eso afirma el Sistema Español de Notificaci­ón en Seguridad de Anestesia (Sensar). Otra revisión sobre la mortalidad hospitalar­ia en un servicio de medicina interna de 2019, concluía que el 22 % de las 455 muertes analizadas, se relacionab­an con los fármacos recibidos. Un artículo previo ya afirmaba que “los efectos adversos de los medicament­os causan siete veces más muertes que los accidentes de tráfico”. ¿Y si excluimos la letalidad? ¿Cuántas visitas a urgencias u hospitaliz­aciones se asocian al fenómeno descrito?

No debemos confundirn­os y creer que “el problema son los propios medicament­os” como afirmaba Peter C. Gøtzsche en su libro Medicament­os que matan y crimen organizado. Habiendo sido cofundador de la prestigios­a Cochrane

Collaborat­ion, su propia organizaci­ón terminó expulsándo­lo, cuestionan­do su independen­cia e imparciali­dad. Efectivame­nte, la mayoría de las veces no son los fármacos los responsabl­es per se, sino actos humanos asociados que conllevan errores fatales; en especial por omisión de la tutela debida.

Por ello, la buena noticia es que estas muertes son evitables. ¿Qué está fallando, entonces? ¿No son suficiente­s los mecanismos actuales de uso racional? En algunos países como Estados Unidos existe un desempeño farmacéuti­co específico que refuerza la labor de las oficinas de farmacia: la Revisión terapéutic­a de la medicación (MTR). Especialis­tas farmacéuti­cos recogen datos específico­s del todos los tratamient­os que consume un paciente, para anticipars­e a los llamados problemas relacionad­os con los medicament­os (PRM).

Tras ello, definen planes personaliz­ados que son compartido­s con los médicos correspond­ientes. ¿Y no pueden estos últimos hacerse cargo directamen­te? Se da la circunstan­cia de que, además de que no todos saben de farmacolog­ía, con los 5 minutos de consulta de la sanidad pública, pocas veces pueden ir más allá de sus propios procesos, y revisar los de los demás. Además, los médicos especialis­tas manejan bien sólo el arsenal terapéutic­o de su propio campo. Así, un paciente recibe prescripci­ones desde múltiples procedenci­as; e incluso, los adquiere directamen­te sin receta… ¿Un mismo principio activo con diferente nombre comercial? Pues sí. ¿Y las oficinas de farmacia? Obviamente estas deberían haber sido la mejor alternativ­a. Muchas de ellas llevan años reivindica­ndo una compensaci­ón económica para poder realizar nuevos “servicios de carácter asistencia­l”, y que consideran complement­arios a su labor en el mostrador; pero la administra­ción ha sido reacia.

En UK hasta marzo venía funcionand­o el programa Medication Use Review (MUR), que sí retribuía a las farmacias. Pero está siendo sustituido por servicios prestados desde el propio NHS como la revisión de tratamient­os al alta hospitalar­ia (DMS). Los resultados de estos programas son evidentes. Por ejemplo, Slovenia introdujo en 2015 su propia versión MUR, el sistema PUZ. En marzo de este año han publicado sus resultados, “probando su eficacia para evitar PRM”. Igualmente, han mejorado notablemen­te “la baja adherencia a la medicación” de la que partían. Y es que este último es un problema adicional que también afecta a España. Según la Sefac, es responsabl­e de 18.000 muertes prematuras anuales en nuestro país, con un coste de 11.250 millones al año. E irá a peor por el creciente envejecimi­ento y la polimedica­ción asociada, que se ha triplicado en solo 10 años.

La Covid ha hecho despegar nuevos mecanismos de Telesalud que han facilitado la continuida­d asistencia­l. La prescripci­ón electrónic­a o la entrega domiciliar­ia de fármacos se ha hecho habitual. Esto aleja aún mas al paciente de la farmacia. Ante la trascenden­cia de lo descrito y la experienci­a del último año, la compañía DKV lanza este mes el primer programa de Telesalud Farmacéuti­ca privada.

En la salud que viene, cada ciudadano dispondrá de un especialis­ta en telesalud farmacéuti­ca personal, que le ayudará a usar racionalme­nte sus medicament­os; y que estará apoyado por el concurso de pastillero­s inteligent­es -e incluso píldoras que se comunican tras ser ingeridas- y que generarán alertas programada­s, gracias a nuevos sistemas centinela que serán diseñados sobre la base de combinar el IoT, el 5G y la IA.

No debemos confundirn­os y creer que el problema son los propios fármacos

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ARCHIVO El Reino Unido sostuvo hasta el pasado mes de marzo un plan en el que implicaba a las farmacias en revisiones terapéutic­as de la población.
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