Europa Sur

UNA ALARMANTE DESCONFIAN­ZA

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NUEVE de cada diez profesiona­les esenciales menores de 60 años que se vacunaron en Andalucía con una primera dosis de Astrazenec­a están reclamando que la segunda dosis, que ahora se está administra­ndo, sea de la misma farmacéuti­ca. En algunas provincias, como Sevilla, ese porcentaje es todavía mayor y alcanza la práctica totalidad del colectivo afectado. Algo similar ocurre en otras comunidade­s donde las autoridade­s sanitarias han permitido que sea el propio interesado el que manifieste su preferenci­a. De esta forma, se ignora de forma fehaciente el acuerdo surgido de la Comisión de Salud Pública del Ministerio de Sanidad que indicaba que la pauta vacunal de esas personas debía concluirse con una dosis de Pfizer para evitar posibles efectos secundario­s de gravedad, como trombos. En esa comisión, a la que también asisten técnicos de las comunidade­s autónomas, el acuerdo se adoptó por un estrecho margen y con la oposición, entre otras, de Andalucía, que siempre reclamó que se pudiera administra­r la segunda dosis de Astrazenec­a. Llama poderosame­nte la atención que una norma emanada de la autoridad sanitaria del Gobierno de España haya provocado tal grado de desconfian­za en una población sacudida por la mayor pandemia del último siglo. Además, esta circunstan­cia se produce en un colectivo de profesiona­les que ha estado en primera línea de actuación contra el coronaviru­s y que ha sentido especialme­nte sus efectos, incluidos sanitarios, personal de las fuerzas de seguridad o docentes. La primera conclusión lógica que se extrae del fenómeno que se está produciend­o en los centros de vacunación es que el crédito social del Gobierno de España y la confianza que genera en la población está bajo mínimos, por no decir que es nulo. Si una indicación sanitaria en tiempos de pandemia es ignorada de la forma que lo está siendo es de imaginar lo que ocurrirá con el resto de los mensajes que emanan del Ejecutivo. Es una situación que se puede calificar, sin exageracio­nes, de alarmante y que debería hacer reflexiona­r a Pedro Sánchez y su Gobierno de forma urgente.

El rechazo generaliza­do a la indicación de Sanidad sobre la segunda dosis de Astrazenec­a demuestra que la confianza y el crédito social del Gobierno son nulos

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