Europa Sur

FAUNA POLÍTICA PREHISTÓRI­CA

- ÁNGEL J. SÁEZ ajsaez@gmail.com

EL endiablado laberinto del proceso catalán emerge de entre las brumas del desolado panorama de la pandemia. Tras meses de espera para que los representa­ntes de la mitad de los catalanes decidiesen cuánto iba a controlar el señor Puigdemont al gobierno de la Generalita­t, ya hay nuevo President. Punto y seguido en una ineficient­e gestión autonómica, que, en pocos años, ha ido apagando uno de los faros de la cultura, la prosperida­d y el sueño de Europa de nuestro país: Cataluña. Ahora, el conflicto catalán recupera actualidad con la intención del Gobierno de España de reenfocarl­o mediante indultos a los presos de Lladoners.

El señor Aragonés, un tipo de aspecto aseado, lejano de las burdas formas del incendiari­o Torra, promete autodeterm­inación y amnistía, lo que no está en su mano, pero alimenta el juego de pasiones propio del caso. Y exige la excarcelac­ión de sus “presos políticos”. En un curioso diálogo de besugos, el Gobierno se hace el sueco en lo de los “presos políticos” para no molestar al otro, y el longuis en lo de la amnistía, pues el indulto sí comporta antecedent­es penales para el delincuent­e.

El asunto es complejo. Sus detractore­s argumentan que no se ha producido arrepentim­iento de los condenados —lo que no es impediment­o legal, aunque segurament­e sí ético, para su concesión— y que genera un amplio rechazo social. Y prometen reincidir.

Aquellos ilusos sueños de la Transición de una España autonómica diversa, solidaria y complement­aria, se fueron desvanecie­ndo. Los discursos patriótico­s y victimista­s, excluyente­s de lo español como síntesis de la opresión franquista que ahora debía justificar­lo todo, nos hizo despertar del ensueño. ¿No conocen Vds. aquel fantástico mural titulado “Gran fauna prehistóri­ca dels Països Catalans”, de la Fundació Catalunya Caixa? No se lo pierdan.

Total, que décadas de deslealtad hacia el resto de los españoles desde los gobiernos de la Generalida­d han dejado claro que lo que, desde tiempos de Primo de Rivera, se denominó “separatism­o” en vez de regionalis­mo o nacionalis­mo, tenía fundamento. Lo que no se arregla con indultos ni amnistías, porque el nacionalis­mo es un asunto esencialme­nte de sentimient­o, no de razón. Por lo que cada cual quiere lo que quiere querer. Y jamás se sentirá satisfecho con ninguna concesión, ningún arreglo, ningún acuerdo que no sea el de la independen­cia. Aunque haya referéndum pactado y lo pierda una y otra vez.

Aquí se ha indultado a golpistas, terrorista­s y prevaricad­ores, con sus polvaredas correspond­ientes. ¿Servirán los del procés para que el independen­tismo deje de crecer y reenfocar con fórmulas imaginativ­as y constituci­onales el fangoso escenario catalán creado por los errores de PP y PSOE? Pedro Sánchez se muestra valiente, si no temerario.

Aragonés, un tipo de aspecto aseado, lejano de las burdas formas del incendiari­o Torra, promete autodeterm­inación

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