La negociación europea de la PAC fracasa por las diferencias sobre la arquitectura verde
● Las discrepancias sobre los ‘ecoesquemas’ entre los países y la Eurocámara retrasan el posible acuerdo como mínimo a finales de junio
Los gobiernos de la Unión Europea y el Parlamento Europeo constataron ayer que sus diferencias hacen imposible alcanzar un acuerdo sobre la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), a pesar del maratón de cuatro días que llevan negociando en la que se suponía la recta final para su aprobación. Las partes se han emplazado a seguir negociando para intentar el pacto a finales del mes de junio.
La falta de acuerdo obligará además a retrasar la conferencia sectorial monográfica convocada por el Gobierno para negociar con las comunidades autónomas la aplicación de la política agraria en España, prevista el 11 de junio.
Las diferencias entre ambas partes han resultado insalvables a pesar de que los equipos negociadores llevan con contactos desde el pasado martes. La arquitectura verde de la PAC a partir de 2023 ha sido sido el principal escollo.También persisten las discrepancias sobre el cumplimiento de las condiciones laborales en el campo que los eurodiputados quieren introducir como condición para cobrar las ayudas, o el mecanismo para conseguir dirigir más pagos a las pequeñas y medianas explotaciones. Descartada la posibilidad de fijar un techo obligatorio de 100.000 euros por explotación, rechazada por los Estados miembros, los eurodiputados intentan conseguir que se establezca una dotación mínima para pequeños y medianos agricultores. Al principio reclamaban un 12%, pero ahora aceptarían un 10% del presupuesto.
Respecto a los ecoesquemas, Los Veintisiete y los eurodiputados habían encontrado un punto intermedio de acuerdo para que la partida mínima dedicada a estos regímenes ecológicos fuera el 25% de los pagos directos, pero la letra pequeña permitía a los países en la práctica “hacer lo que quieran”.
La crítica se refiere a la cláusula de flexibilidad que los Estados miembros exigen para poder gastar parte del dinero reservado para los ecoesquemas en otras ayudas. Como estos regímenes ecológicos serán voluntarios para agricultores y ganaderos, puede que no se acojan a ellos y el dinero se pierda. Por eso, las capitales quieren margen de maniobra para poder gastarlo en otros pagos de la PAC, pero la Eurocámara quiere que esta flexibilidad sea menor y además esté limitada en el tiempo (valoran un “periodo de aprendizaje” de dos años).