Europa Sur

CARLOS I, EL TESORO QUE HAY QUE VISITAR

- FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO @FAGallardo

DESDE El Tiro, nombre de las instalacio­nes para brandy de Bodegas Osborne, se otea (oteaba, hay que empinarse ahora) la sierra de Buenavista, o de San Cristóbal, que delimita el término de El Puerto caminito de Jerez. En esa antigua explanada donde los campos portuenses se perdían camino hacia las viñas se ubicaron las instalacio­nes deportivas de la bahía gaditana para practicar el tiro al pichón. A su alrededor dos generacion­es atrás se instalaba la feria de primavera, concesión festiva que se remonta nada menos que a la fundación de El Grand Puerto de Santa María por el piadoso y sabio Alfonso X en 1281. Como le ha sucedido a todas las ferias, los portuenses (porteños para los amigos) llevan echando de menos su fiesta desde hace dos primaveras. Al menos nos queda brindar con fino en una playa con vistas al puente de La Pepa.

En lo que fue El Tiro están los brandies de Osborne que ahora están haciendo sitio a la destilería para que El Mono de Badalona se refresque a la orilla de la Costa de la Luz. Bienvenido el anís que desde siempre se elaboró con especias andaluzas.

Las bodegas de El Tiro disponen de una apasionant­e visita que se efectúa cada tercer sábado de mes (es decir, ya podemos poner en agenda la de los meses veraniegos) donde se puede comprobar con los cinco sentidos la sutilidad aromática de Carlos I y sus distintas variedades. El potente licor de 130 años, solera gran reserva, celebra su carácter venerable con estas visitas de la mano Ignacio Lozano, master blender de las renovadas versiones de uno de los brandies jerezanos más reconocido­s. En botas de Pedro Ximénez los matices colorean el sabor de Carlos I, en una de estas novedades de la marca cuya solera fundaciona­l, que se mima, se produjo en 1890 en selectas botas de oloroso.

La destilació­n artesanal, la elaboració­n propia de las botas (el taller está en la misma bodega, con las técnicas toneleras de siempre) y el cuidado en todo el proceso de madurez se explica paso a paso, respirando la sabiduría y paciencia en estos exponentes máximos de la firma bodeguera.

La visitas guiadas por las andanas de brandy de Osborne son para grupos muy reducidos y en ellas se comprende la singularid­ad de este tesoro espirituos­o de El Puerto y también se degusta la madurez de una bebida calculada en todos sus matices por la labor del equipo de Ignacio Lozano. Y, por supuesto, ya si se quiere completar la visión: las coleccione­s de VORS y otros vinos exclusivos en las bodegas de Mora, en el corazón de El Puerto, a orillas de un Guadalete cuyo azulado confirma que el verano se recuesta en el calendario.

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