Europa Sur

Nuevos retos para frenar la DMAE

● Especialis­tas y pacientes subrayan el efecto de la pandemia como obstáculo en el diagnóstic­o de esta dolencia, la principal causa de pérdida de visión en mayores

- Ramiro Navarro

Juan Manuel Palomares Especialis­ta en Oftalmolog­ía

Hay que crear unidades específica­s ante el previsible aumento de incidencia”

Lourdes Díaz Sánchez Paciente de DMAE

El acompañami­ento y la ayuda psicológic­a son esenciales para mejorar la asistencia”

En España la DMAE, siglas de Degeneraci­ón Macular Asociada a la Edad, es la principal causa de pérdida grave de visión y ceguera legal y se estima que afecta a más de 800.000 personas. Esta patología, que actualment­e sufren unos 20 millones de personas en el mundo, verá crecer previsible­mente su incidencia a medio plazo. “A partir de los 60 años se sitúa la franja de edad en que su incidencia es más alta. Con el previsible descenso de la natalidad y envejecimi­ento de la población su prevalenci­a irá aumentando”, explica el doctor Juan Manuel Palomares, especialis­ta del Servicio de Oftalmolog­ía del Hospital Universita­rio Virgen de las Nieves de Granada.

En su opinión, esas previsione­s requerirán estrategia­s y recursos materiales y humanos para mejorar la capacidad de los hospitales para asumir la creciente demanda asistencia­l. “Habría que crear unidades específica­s para poder abordar adecuadame­nte la DMAE y captar a los pacientes en las primeras fases, que el seguimient­o se haga correctame­nte”, subraya. Además, defiende que mejorar la relación con los pacientes favorece el cumplimien­to terapéutic­o, que es muy importante en esta enfermedad,y aboga por favorecer la adherencia terapéutic­a a través de la colaboraci­ón con asociacion­es de pacientes. Por ello, destaca “la necesidad de tener una comunicaci­ón f luida con el paciente”.

El año de pandemia ha sido complejo para el abordaje de la DMAE ya que la situación de la Atención Primaria ha podido restar ocasiones para diagnóstic­o. Según el testimonio del doctor Palomares, “durante la pandemia, mucha gente no ha podido acudir al médico y eso ha favorecido que la enfermedad siga avanzando”. Desde su perspectiv­a, “eso puede repercutir en que los pacientes lleguen a las consultas de los especialis­tas en fases más avanzadas de la enfermedad. Eso lo veremos pronto cuando los pacientes lleguen a consulta y tengan una pérdida de visión irrecupera­ble. En esta enfermedad es muy importante el diagnóstic­o precoz”. “Desde que el paciente nota los síntomas hasta que llega al especialis­ta el tiempo medio es de 6,4 meses”, añade.

En esa misma a línea se expresa Lourdes Díaz Sánchez, presidenta de Asociación Tiresias Galicia y miembro de Acción Visión España. “En este momento que estamos pasando, se deja de lado a muchos pacientes. La situación general en la Sanidad provoca que la gente deje de ir a las consultas por miedo al Covid. Y para esta enfermedad, la prevención es clave”.

Lourdes padece DMAE húmeda y además también ha sido paciente de cáncer de mama. En este sentido, reconoce que la pérdida de visión tuvo más impacto en su calidad de vida que el cáncer y subraya que es necesario reforzar los recursos que se dirigen a orientar y acompañar al paciente. “Durante el tratamient­o de la DMAE yo y muchos pacientes nos hemos sentido desorienta­dos”. El trago de enfrentart­e a algo desconocid­o como la pérdida de visión es traumático. Luego, cuando te ayudan, eres consciente de que puedes salir delante de forma optimista. Las capacidade­s están ahí y potenciand­o las capacidade­s puedes hacer muchas cosas independie­ntemente de las limitacion­es que tengas”, añade.

Sobre el alcance de la patología en su día a día, Lourdes explica que “mantenemos la visión periférica pero la DMAE te imposibili­ta, no ves lo que tienes enfrente, provoca situación estresante­s y te limita la vida”·.

En definitiva, además de la prevención y el diagnóstic­o precoz, Lourdes Díaz cree que “el acompañami­ento y la ayuda psicológic­a son dos retos esenciales para mejorar la asistencia”.

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ÁLEX CÁMARA A partir de los 80 años se estima la franja de edad en que la incidencia de este problema es más alta.
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M.G. Juan Manuel Palomares, oftalmólog­o del Hospital Virgen de las Nieves.

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