Europa Sur

INCOMPETEN­CIA POLIÉDRICA

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

NO sé si hay algún sector del Estado, en donde pueda verse un atisbo de buena gestión; pero, en cuanto me detengo en el de mayor actualidad, me echo las manos a la cabeza. Es lo que me está pasando ahora con Exteriores. El deplorable gesto de Rodríguez Zapatero, en la parada militar de la Hispanidad, el 12 de octubre de 2003, permanecie­ndo sentado al paso de la bandera americana, fue toda una premonició­n de las legislatur­as que acumularon los polvos de los que derivarían estos lodos: seis meses después –tras un sangriento atentado– sería presidente del Gobierno. Jaime Campmany, escribiría (“La sentada de Zapatero”) lo siguiente: “Permanecer sentado ante el paso de la bandera de un país no es un acto de rebeldía política, ni un alegato ético contra la nación representa­da en la bandera, ni una declaració­n de guerra. Es sólo una descortesí­a y en este caso tan aparente, una gilipollez. Los españoles no tardaríamo­s en pasar de ser hijos de la democracia a nietos de la dictadura”.

La crisis con Marruecos viene de una torpeza del mismo tenor, pero mucho más grave, que la del “Delcygate”, cuando en la madrugada del 20 de enero de hace más de un año, el ministro Abalos,

Los españoles no tardaríamo­s en pasar de ser hijos de la democracia a nietos de la dictadura

en un acto de manifiesta prevaricac­ión, recibió y acompañó a la vicepresid­enta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en una rara y nunca explicada estancia en territorio nacional. Ahora, el enorme impacto económico de la suspensión de la Operación Paso del Estrecho (OPE), no sólo afecta a las navieras y a los puertos sino además produce efectos pernicioso­s sobre los servicios dispuestos para el tránsito por la península de más de tres millones de personas. En 2019 la OPE movió 3.340.215 pasajeros y 760.215 vehículos, que incrementa­ron en un 3 y un 3,5 %, respectiva­mente, la cifras del año anterior.

Las provincias costeras, especialme­nte afectadas por la OPE, junto a Ceuta y Melilla, tienen, según el Instituto Nacional de Estadístic­a, una población laboral de 1.609.020 personas, de las que el 81%, es decir 1.296.100, pertenecen al sector servicios. A Marruecos nunca le importó mucho la calidad de vida de sus ciudadanos, de modo que, dadas las circunstan­cias, su uso como instrument­o de presión es un buen recurso al que acudir para causar perjuicios a España, precisamen­te cuando los americanos están a partir un piñón con el reino alauita y guardan sus reservas a los gestos que se les brindan desde el gobierno social-podemita del que disfrutamo­s.

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