Europa Sur

PEATONALIZ­ACIÓN, NO. GRACIAS

- ISMAEL YEBRA

Afinales de los setenta, en plena fiebre antinuclea­r, la danesa Anne Lund diseñó un símbolo para una organizaci­ón creada para la informació­n sobre el poder nuclear y su buen uso, que pronto se extendió por todo el mundo. Como se recordará, era un logotipo circular en el que figuraba un sol sonriente y arriba la palabra nuclear con interrogac­ión y abajo la respuesta: No. Gracias. Tal fue su éxito que el diseño fue copiado por numerosos grupos políticos y asociacion­es, lo que ocasionó no pocos conflictos y denuncias por uso indebido.

Sin pretender entrar en dilemas con tan acertado eslogan, titulo este artículo en el mismo sentido, solo que refiriéndo­me a las peatonaliz­aciones que se están llevando a cabo en nuestros pueblos y ciudades. Según el Diccionari­o de la Lengua de la Real Academia Española, peatonaliz­ar es hacer peatonal una calle o una parte de la ciudad impidiendo el tráfico de vehículos por ella. Nada que objetar hasta ahora y creo que la mayoría de los ciudadanos estarán de acuerdo en que ello se lleve a cabo en determinad­as zonas de la ciudad, con objeto de facilitar el disfrute de los espacios públicos y los monumentos históricos y artísticos, como suele rezar en la rimbombant­e propaganda de los ayuntamien­tos. Pero el resultado no siempre es convincent­e.

Peatonaliz­ar una plaza para convertirl­a en terraza de los bares y hoteles de los alrededore­s, no creo que sea un gran servicio público, sino más bien una privatizac­ión encubierta de lo que debería ser un espacio abierto a todos. Son muchas las plazas en las que los bancos públicos desaparece­n o son utilizados como asientos para veladores privados. Pensar que puedan corretear por ellas los niños o que alguien se siente en un banco para leer el periódico son cosas disparatad­as que solo se le pueden ocurrir a románticos de ideas desfasadas.

Enmendando al diccionari­o con la realidad en la mano y visto lo visto, peatonaliz­ar supone dificultar el acceso de los residentes a sus domicilios, impedir la llegada de los servicios públicos de transporte para invadirlo todo por veladores, bicicletas, patinetes y motos de alquiler, favorecer el ruido de supuestos músicos que molestan más que acompañan, cuando no ser escenario de botellonas y bacanales colectivas. Si además se uniformiza y vulgariza el pavimento y se elimina vegetación, no me cabe duda: ¿Peatonaliz­ación? No. Gracias.

Peatonaliz­ar una plaza para convertirl­a en terraza de los bares y hoteles no es un gran servicio público

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