Europa Sur

MBAPPÉ ‘O FENÓMENO’

El delantero francés, a sus 22 años, se ■ presenta en esta cita como la estrella más consolidad­a del fútbol europeo, el heredero del trono de los más grandes

- SANTIAGO APARICIO (EFE)

KYLIAN Mbappé despide aire fresco y también nostalgia, con acciones improvisad­as trazadas desde la imaginació­n, únicas, contemplad­as a cuentagota­s, y otras sólo al alcance de los elegidos, como los de antaño.

La evolución de este parisino de sólo veintidós años parece no tener fin. Nadie discute ahora que es uno de los grandes, una de las estrellas que permanece a la espera de heredar el reinado establecid­o durante más de una década por Leo Messi y Cristiano Ronaldo.

Consolidad­o en la élite y ya con cierta madurez después de seis años asentado en el fútbol de alto nivel después de su debut con el primer plantel del Mónaco con sólo dieciséis años, asume su condición de gran reclamo de la Eurocopa, un escaparate a su altura donde nunca ha estado y donde pretende sobresalir.

No es la primera gran cita de Mbappé el torneo continenta­l. El atacante del Paris Saint Germain dejó su impronta tres años atrás, en el Mundial de Rusia 2018, donde no se dejó afectar por la magnitud del evento y donde se reafirmó como un jugador único, sin igual.

El tercer jugador más joven en defender los colores de Francia, tras Eduardo Camavinga y Maryan Wisniewski, se coronó campeón en Moscú, donde se consolidó con una demostraci­ón de fuerza. Anotó cuatro tantos a lo largo de la cita mundialist­a. Uno de ellos en la final y un doblete frente Argentina, en la fase de grupos. Fue ante el equipo sudamerica­no donde el parisino, especialme­nte, se exhibió.

Mbappé arrancó en su propia área tras una pérdida del balón en ataque de Argentina. Nadie fue capaz de pararlo a partir de ahí. Ni a la fuerza. Ejecutó una cabalgada imposible, fuera del alcance de ningún rival. Metros y metros en carrera. Un esprint interminab­le, un eslalon tras otro hasta alcanzar las cercanías de la portería rival donde fue trabado, de mala manera, por un defensa que sólo así lo hizo caer. Pero la obra de arte ya estaba firmada para colocarla en los mejores museos del fútbol de todos los tiempos.

Penalti que transformó Antoine Griezmann para asentar la victoria gala sobre Messi y compañía y reafirmar la candidatur­a francesa hacia el triunfo final.

La nostalgia invadió al seguidor durante un tiempo. Encontró en Kylian Mbappé el recuerdo de la autoridad de antaño de Ronaldo Nazario. De galopadas imposibles, acelerones y cambios de ritmo con el nueve a la espalda de Brasil, del Barcelona, del Real Madrid o del Inter. Acciones de talento y fuerza. De virtud y delicadeza, pero también de vigor y poderío.

O Fenómeno.

Asentado como uno de los mejores futbolista­s del mundo cada semana, asoma el francés a su debut en una Eurocopa. Está acostumbra­do a ganar Mbappé, no contempla otra cosa. Salió campeón con la sub 19 en el Europeo 2016 y del Mundial absoluto en Rusia, donde se erigió en el jugador más joven en marcar en una final desde Pelé.

Hijo de un emigrante camerunés, creció en una ciudad dormitorio próxima a París alimentado por la cultura del deporte. Su padre fue jugador de fútbol también y ejerce ahora de técnico y su hermano también es futbolista. Su madre se dedicó al balonmano. Todo alrededor de un balón.

Siempre fue precoz el parisino, que atravesó escalafone­s de dos en dos. Llegó al Mónaco con catorce años y dos después ya formaba parte del primer plantel, dirigido por el portugués Leonardo Jardim. Se convirtió ya en el debutante más joven, por encima del mítico Thierry Henry, una institució­n en el club monegasco y al que volvió a superar cuando meses después se estrenó como goleador del equipo que terminó por derribar la dictadura del Paris Saint Germain y conquistar la Ligue 1.

No había nada igual y en plena época de escasez de estrellas la de Mbappé iluminó como la que más. Las ofertas se agolparon en el despacho de su padre, que ejercía también como representa­nte. Se debatió entre la magnitud del Real Madrid y la fortaleza y el sentimient­o francés que le ofrecía el Paris Saint Germain, donde recaló hace ya cuatro temporadas. 132 goles en 171 partidos subrayan la rentabilid­ad del delantero que estará cerca del medio centenar de partidos internacio­nales cuando la Eurocopa baje el telón.

A un año del final de su contrato con el club parisino Kylian Mbappé se ha convertido en la joya del mercado. No asoma preocupaci­ón alguna detrás de esos 178 centímetro­s que respiran aparente tranquilid­ad y frecuente sonrisas. El Real Madrid vuelve a ir detrás mientras en París se inquietan por cerrar un compromiso y que continúe. Dejar pasar el tiempo supondría colocarlo en el escaparate dentro de unos meses y sin ningún ingreso para su actual club, un PSG que no vería ningún dinero en concepto de traspaso, todo lo contrario que el propio futbolista, que cobraría por esa vía una verdadera millonada, más allá de la ficha que le tenga que ofrecer el club que esté dispuesto a contratarl­o. Todo apunta a que el Real Madrid es el principal interesado en la operación y habrá que ver si es ahora o el verano de 2022.

En la Eurocopa dará que hablar. La gran amenaza rival y la mejor baza del poderoso bloque de Didier Deschamps, condenado a prolongar la autoridad demostrada en el Mundial y sumar su tercera corona continenta­l, la primera desde hace veintiún años. Todos sueñan con ver una delantera con Benzema, Griezmann y Mbappé.

Decisivo para el título mundial de Francia en Rusia,hayganasde verlo junto aBenzem ay Griezmann en la delantera

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SEBASTIEN NOGIER / EFE

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