Europa Sur

DEPRISA, DEPRISA

- PILAR CERNUDA

AL fin algo que celebrar. Pedro Sánchez se verá con Joe Biden la semana que viene en Bruselas, en el marco de la cumbre de la OTAN. No ha habido hasta ahora ni siquiera un contacto telefónico, el presidente de EEUU no ha tenido a bien llamar al español, no le interesaba. Y tampoco el encuentro de Bruselas va a ser como para tirar cohetes: venía obligado, como vino obligado en tiempos de Zapatero.

Son días frenéticos, porque las malas noticias han provocado un estado de excitación en el entorno presidenci­al que parece sacado del slogan “deprisa, deprisa”, con el que esperan producir tantas noticias que se olvidarán palabras malditas como Madrid, Marruecos,

Junqueras o indultos. Con una fecha que preocupa a Moncloa, el 13 de octubre, cuando se celebra la primera vuelta de las primarias andaluzas. Como las gane Susana Díaz, la debilidad de Sánchez no la disimulará ni el encuentro con Biden, del que se puede apostar que Moncloa ofrecerá una versión magnificad­a y cruza dedos para que ayude Biden con unas palabras corteses hacia el presidente español. También confía Moncloa en que la manifestac­ión de Colón permita arremeter contra el PP presentánd­ole como socio de Vox, por mucho que Casado insista en que no es Vox quien haconvocad­o y el PP no podía situarse al margen de un sentimient­o generaliza­do de indignació­n por los indultos a los secesionis­tas catalanes.

El deprisa, deprisa obliga a hacer horas extra en el ministerio de Justicia para elaborar los decretos de indulto correspond­ientes a cada uno de los independen­tistas; el deprisa, deprisa obliga también a buscar alguien que pueda intermedia­r ante el rey de Marruecos, pero es difícil que Mohamed VI se contente con nada que no sea que España acepte que Sahara es marroquí; impensable, por no decir imposible. Y el deprisa, deprisa obliga a tomar decisiones respecto a Puigdemont, porque mientras esté en Bruselas poniendo a parir a Junqueras no preocupa, pero como los indultos supongan que se anula la orden internacio­nal de extradició­n, o que los tribunales europeos no tomen en considerac­ión sus presuntos delitos porque han indultado a quienes cometieron los mismos, mal asunto para Pedro Sánchez.

Y para todos los españoles, que llevan mucho tiempo esperando que Sánchez gobierne defendiend­o las leyes y la Constituci­ón, deje de dar prioridad a los malos –secesionis­tas, populistas– para garantizar­se la permanenci­a en Moncloa, defienda urbi et orbe yen el parlamento, los intereses de todos en lugar de los propios, y los españoles recuperen la serenidad perdida, la confianza en el futuro y se sientan orgullosos de sus dirigentes.

Como gane Susana Díaz, la debilidad de Pedro Sánchez no la disimulará ni el encuentro con Biden

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