Europa Sur

LA INDEPENDEN­CIA ES IMPOSIBLE

- JOSÉ AGUILAR

PONGÁMONOS estupendos y fantaseemo­s sobre el conflicto de Cataluña. Supongamos que Oriol Junqueras es de verdad un pragmático dispuesto a negociar y a abandonar las posiciones maximalist­as dentro del independen­tismo. Supongamos que sus socios de Puigdemont y los vándalos y pirómanos de los comités de defensa le dejan el margen de dos años para pactar con el Estado. Supongamos que Pedro Sánchez demuestra la utilidad pública del indulto que se propone conceder a los presos y obra el milagro de atraer a sus interlocut­ores catalanes a la senda del diálogo civilizado y las concesione­s mutuas.

Bueno, pues aun así la independen­cia de Cataluña es imposible (además de ruinosa, reaccionar­ia y retrógrada, que ése es otro tema). La Constituci­ón es un obstáculo definitivo desde sus primeras líneas: el artículo 2 declara “la indisolubl­e unidad de la Nación española, patria común e indivisibl­e de todos los españoles” y el 1 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Claro como el agua clara.

Por supuesto que la Constituci­ón es revisable y no un texto sagrado. Imaginemos que, a cambio de la pacificaci­ón, Pedro Sánchez se aviniera a reformar la Constituci­ón para proporcion­ar a Cataluña un mejor encaje dentro del Estado español. Creo sinceramen­te que Sánchez no va a pilotar una reforma que conlleve acabar con la unidad de España y el principio de soberanía nacional (y de paso, la monarquía). Eso sí sería una traición a la patria y a su juramento. No llegará tan lejos, ya digo.

Pero es que, aunque quisiera, no puede salvo que dé un golpe de Estado. Tendría que abolir también el artículo 168 de la Constituci­ón, el que exige dos tercios de votos favorables en el Congreso y del Senado para iniciar el procedimie­nto, la disolución inmediata de ambas cámaras, nuevas elecciones al Congreso y al Senado, mayoría de dos tercios para aprobar el nuevo texto constituci­onal y referéndum nacional (no catalán) para ratificarl­a.

No se cumple ni el primer requisito: no hay dos tercios en el actual Congreso a favor de la autodeterm­inación de Cataluña, ni los hay en el Senado. Ni es probable que los haya tras las próximas elecciones generales, sean pronto o tarde. Más bien al contrario: aumentarán los diputados y senadores opuestos a cambiar la Constituci­ón.

La secesión dentro de la ley es imposible.

Aun en el escenario mejor para los secesionis­tas y con la traición improbable de Sánchez, la independen­cia no es posible

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