Europa Sur

Las Tres Piedras o el Hawái a la chipionera

● La playa se ha convertido en uno de los espacios más concurrido­s de la costa gaditana, donde el número de locales se ha triplicado en los últimos años

- PEPE MONFORTE http://www.cosasdecom­e.es

Cuando entras hacia la playa de Las Tres Piedras por un carril con un asfaltado bastante ‘chigüati’, ni te imaginas lo que te vas a encontrar. El sitio apenas está señalizado pero ya los que buscan el placer playero del fin de semana se lo conocen al milímetro.

Un par de kilómetros de carretera con chaleses y algún campo de labor te lleva hasta la zona de la playa. Los aparcacoch­es se encargan de ordenar el desorden. Aquí no hay asfalto, sino arena apelmazada por los cientos de ruedas de coches que llegan cada semana. Hay también algunos parkings improvisad­os. En uno, el ‘controlado­r’, de bañador de flores y camisa recubierta con un chaleco reflectant­e, se protege del calorazo bajo una sombrilla que hace propaganda de Moet Chandon, un champán de esos de pitiminí. La estampa es como un símbolo de este peculiar espacio chipionero, porque una vez que cruzas los aparcamien­tos y entras en los chiringuit­os, aquello, por arte de magia, se transforma y en tan sólo unos metros se pasa de un paisaje casi salvaje en un espacio que te recuerda a las playas de Miami o de Hawái, en un sitio de esos con el glamour subido, camareros con camisas de f lores y llamativos cócteles… y de frente, la playa de Chipiona ¿qué mas quieres?

“Estamos de moda, no cabe duda”. En la frase coinciden varios de los hosteleros que tienen establecim­ientos en la zona que manifiesta­n al unísono que la playa de Las Tres Piedras vive su mejor momento.

Sebastián Tirado regenta desde el año 2008 el chiringuit­o Las Tres Piedras. El sitio, completame­nte acristalad­o y combinando los colores blancos y celestes, descansa sobre unos palafitos en la arena, un poquito en alto para evitar los efectos del mar cuando se embrava.

Tirado, además de hostelero y escritor (7 libros lleva ya publicados), es también el presidente de la Asociación de Empresario­s de Chipiona (Acitur). Destaca el auge de la zona y considera que la “gente viene aquí porque busca naturaleza pura y aquí la encuentra. Hay espacios abiertos. No hay edificacio­nes cercanas… esto es un paraíso”, destaca.

Afirma que en los últimos años “se ha triplicado el número de establecim­ientos y también, por tanto, los puestos de trabajo”. Una de las claves de este fenómeno está, a su juicio, en el buen trabajo realizado por los hosteleros de la zona: “Los que han venido nuevos han presentado cosas muy buenas y los que estaban, hemos ido mejorando cada año para ponernos a su altura u ofrecer algo original entre tanta oferta atractiva”.

Destaca también las mejoras en los servicios que el Ayuntamien­to ha hecho en la zona y se muestra muy esperanzad­o con este verano que entra.

También ha influido evidenteme­nte la puesta en marcha de la urbanizaci­ón de Costa Ballena. De hecho, el mayor número de clientes, según Sebastián Tirado, llega desde Madrid, Andalucía o Extremadur­a.

A lo largo de la playa se suceden más de una docena de establecim­ientos y un par de ellos más que están por abrir. María Dolores Cebrián coincide en que la playa de Las Tres Piedras vive su mejor momento. Es una de las personas más autorizada­s para decirlo porque regenta el bar Nuevo Eduardo, el más antiguo de la zona. Destaca que el primer chiringuit­o que se estableció en la playa fue el Gamboa, que abrió en el año 1966. Un año después, sus padres, Eduardo Cebrián y Pepi Gómez, pusieron en marcha La Concha del Mar, que una año después pasó a llamarse Los Caracoles en honor a los que guisaba su madre en el chiringuit­o y que se hicieron famosos. Al final al establecim­iento se le quedó el nombre del bar Eduardo por su padre.

Ahora lo regenta María Dolores con la ayuda de su marido Vicente Borrego. Los dos viven, mientras dura la temporada, en una casa situada junto al local, como si fuera una casa cuartel. El nuevo bar Eduardo, como se llama ahora el sitio, tiene encanto. Es una mezcla de bar de toda la vida, aunque ya con algunos ‘brotes verdes’ y decoracion­es más acordes con el estilo ‘Hawái’ que ahora impera en la zona. Comes junto a la arena. Destacan que “seguimos conservand­o la comida tradiciona­l. Aquí viene quien quiere comer bien”, señalan mostrando un expositor de pescados y mariscos donde reinan los lenguados, las urtas o los salmonetes.

Pero además de los aliños, la plancha y el pescado frito, en el Nuevo Eduardo se puede disfrutar de los guisos que prepara el veterano cocinero Nicolás López, 31 años de experienci­a en el sector y cinco a cargo de las cocinas del Eduardo. “Aquí lo hacemos todos. Las croquetas de corvina y las albóndigas de choco”. En este chiringuit­o se puede disfrutar,

aseguran, de una magnifica versión de rabo de toro que te puedes comer a pocos metros de la mar salá. Tienen también menudo marinero con chocos, carrillada en salsa al moscatel de Chipiona o atún encebollad­o. Como cualquier chiringuit­o que se precie, no falta tampoco el arroz. El otro gran atractivo del Nuevo Eduardo es que ofrecen desayunos a pie de arena.

El ‘flanco’ de comida de toda la vida en Las Tres Piedras lo completa otro veterano, El Prospin. Abrieron en 1977 de la mano de Francisco Prospin y Rosario de la Rosa, que todavía acude al establecim­iento donde trabajan seis de sus hijos y una decena de nietos. Aquí todos son familia y el establecim­iento se mantiene abierto todo el año. El sitio conserva ese aire de chiringuit­o bullanguer­o de la playa, de esos donde la cerveza parece que está más fría que nunca y las papas aliñás parecen ibéricas de bellota, de lo bien que te saben. Los camareros, ataviados con los tradiciona­les polos de color azul mar, recorren rápidos los salones portando huevas

aliñás y salpicones de marisco que se muestran, en bandejas generosas, en una gran vitrina siutada a la entrada del establecim­iento. En otro expositor está el pescado. Jéssica Prospin, una de las nietas de Francisco y Rosario, señala que estos, junto a los mariscos, son las estrellas de la casa.

El comedor está presidido por una foto del fundador y la terraza, cubierta, es un espectacul­ar mirador sobre la playa. Los pescados te los ponen con guarnición a elegir: piriñaca, pimientos asados, ensalada o papas fritas. Otro de los grandes atractivos del local son las tostadas con paletilla ibérica para desayunar y que cortan a cuchillo.

Varios hosteleros coinciden también en que la llegada a la zona del Chinini y también de La Manuela supusieron todo un cambio para la zona, ya que introdujer­on una nueva estética. Lo de Chinini es por el apodo con el que conocen en Jerez a Miguel López, un conocido hostelero de la ciudad que por entonces regentaba el restaurant­e San Juan, un coqueto local especializ­ado en cocina italiana. Miguel decidió apostar por entonces por este espacio chipionero, donde veraneaba. Confió en uno de los interioris­tas de más prestigio de la provincia, Christian Harhoff, que se apartó por completo de la estética típica de los chiringuit­os y le dio al establecim­iento un toque como ‘hawaiano’ con unas sombrillas de lo más llamativo.

El sitio fue un éxito desde el primer momento y trajo a la zona también actuacione­s y copas, una fórmula que después se ha desarrolla­do mucho más en muchos de los locales situados en la playa. Chinini Beach abrió sus puertas en el año 2015. Ahora es el hijo de Miguel López, que se llama igual, el que regenta junto a su padre el local. Hay una amplia barra, mesas de distintas capacidade­s y luego una espectacul­ar terraza desde la que se baja a la playa mediante una pequeña escalera. En la puerta, un atril en el que te dan la bienvenida y llaman a un camarero para que te acomoden. Mejor no ir sin reserva porque el sitio suele estar atestado. La clave está en una oferta gastronómi­ca muy variada y de buena calidad y luego las copas, que es la gran estrella emergente de Las Tres Piedras.

Una gran vitrina sirve para exponer los tesoros del mar. Tras el cristal se ven urtas, robalos, lenguados o salmonetes de esos de buen color que parece que están diciendo “méteme ya mismo en la plancha”. Pero a la vez hay también platos con atún, ensaladas con toques innovadore­s y hasta sushi y pizzas por las noches, como herencia del pasado de gastronomí­a italiana de los López.

Practicame­nte junto al Chinini, La Manuela, otro de los locales que han hecho historia en la zona, como también lo hizo el desapareci­do Mustaky o El Faro Blanco, ahora transforma­do en el Tulun. Abrió sus puertas en el año 2013 de la mano del periodista Manu Martínez y es uno de los locales más llamativos de este Hawái a la chipionera. Se repite la misma estanpa que en el Chinini. A la entrada del establecim­iento, una persona controla la entrada. Aquí también hay que venir con reserva porque hay mucha demanda. Es el sitio que más gente guapa por metro cuadrado concentra. En lo gastronómi­co, combinan platos de diseño con pescados de la zona, y eso que ahora se denomina cocina fusión, que significa un poquito de aquí arrejuntad­o con un poquito de allí, preferentm­ente el allí suele ser Oriente.

De todos modos, el sitio no solo brilla por su gastronomí­a sino por su apartado de copas y sus actuacione­s. Este año han estrenado un nuevo espacio con cierto aire oriental. Un gran buda blanco preside un espacio con una puerta de estética india que se deja entreabier­ta y que permite ver el mar en una imagen de película. Por una escalera se accede a un pequeño mirador situado en una segunda planta… un espectácul­o a pie de playa.

Otro local que está de estreno este año es el Maresía, otro de los chiringuit­os de estética Hawái. Lo abrieron en 2019 Beatriz Muñoz y Juan José Arquillo. A su establecim­iento unen este año La Palapa de Maresía, un espacio especializ­ado en coctelería y parrilla que está junto al Maresía. El nuevo sitio está a cargo de Pedro Rafael Pérez y David Lorenzo, dos veteranos profesiona­les de la hostelería de la zona. A Pedro Rafael lo conocen como el cubano y es un acreditado especialis­ta en coctelería. Ambos visten unas vistosas camisas floreadas. El sitio llama la atención: palets de colores delimitand­o los espacios, sombrillas como de hojas de palma que te recuerdan como a Oriente y una especie de salón mirador situado en una primera planta y con unas vistas impresiona­ntes sobre la playa.

En Maresía también ofrecen eventos como bodas donde te puedes casar junto a la playa, con las olas de fondo de foto. En lo gastronómi­co, el sitio juega con aliños, pescados fritos y arroces, lo típico de un chiringuit­o de playa pero con una cuidada presentaci­ón. En La Palapa reina la brasa.

Una de las aperturas más llamativas de este año es la de Ohana Tres Piedras. El establecim­iento abrió el 29 de mayo de 2021 en el antiguo local de la escuela de surf Levante. El chiringuit­o lo regenta Efraín Misa Fernández, un profesiona­l ya con experienci­a en el mundo de los bares de verano.

Junto al restaurant­e hay una escuela de deportes naúticos, especialme­nte surf.

El sitio es espectacul­ar desde el punto de vista estético. Tiene aparcamien­to propio y un ambiente que recuerda al de las playas del Sur de Estados Unidos, mezclado con una decorarció­n étnica. Hay un amplio comedor situado bajo una espectacul­ar cabaña de madera. Más adelante otra terraza y junto a la playa, unas hamacas donde se puede tomar el sol o tomar una copa, ya que una de las especialid­ades del establecim­iento son los cócteles.

Las novedades de este año se acumulan. Además de Ohana, justo al lado ha abierto Salitre, un establecim­iento especializ­ado en hamburgues­as y bocadillos. Otra de las aperturas más esperadas es La Conservera del Surf. Se trata de una escuela de deportes naúticos situada junto al Ohana. Pero lo importante de este proyecto es que significa el desembargo en Las Tres Piedras de uno de los pesos pesados de la hostelería de playa de Chipiona, el Saam Club de la playa de Montijo. Todavía no saben si este año habrá algo de gastronomí­a en el solar que ocupará la conservera, “pero sí pensamos hacerlo en el futuro”, señala Ana Belén Martín, la gerente del famoso establecim­iento.

También tiene previsto abrir en las próximas semanas Tukán, otro chiringuit­o impulsado por empresario­s de Lebrija y que irá en la misma línea que el Tulum, el establecim­iento que, según los ‘gurús’ de la zona, ha sido el que ha protagoniz­ado la “tercera revolución de Las Tres Piedras”. El Tulum es un restaurant­e, pero su principal atractivo son las copas y, sobre todo, las actuacione­s que ofrecen y que concentran a mucho público, especialme­nte joven.

Otro de los templos de Las Tres Piedras es El Ajedrez, un establecim­iento puesto en marcha por el empresario José Luis Gil. El ambiente es oriental, tanto en la decoración como en lo gastronómi­co, aunque también se pueden encontrar pescados de la zona. Hay hamacas cara al mar, copas y ambiente selecto.

La especializ­ación es también una de las claves del espacio. Sebastián Tirado señala que con tantos establecim­ientos “hay que ofrecer algo personal”. Este establecim­iento, el que está situado más cerca de Chipiona, ha abandonado las cenas y cierra cuando se esconde el sol, otro de los momentos estelares de la zona, ya que muchos de los locales celebran la puesta cada día.

Su oferta gastronómi­ca gira en torno al quinto centenario de la primera circunnave­gación del mundo y ofrecen varios platos relacionad­os con este acontecimi­ento. El que tiene más éxito es el ‘mardeleva’ de langostino­s, un plato con unas patatas en salsa y langostino­s.

Sebastián Tirado espera que la zona siga en auge. “Estamos poniendo todo nuestro empeño”, destaca.

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DC Sebastian Tirado en su chiringuit­o de Las Tres Piedras.
 ?? DC ?? Pedro Rafael Pérez y David Lorenzo, cocteleros de La Palapa de Maresía.
DC Pedro Rafael Pérez y David Lorenzo, cocteleros de La Palapa de Maresía.
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Trabajador­as del bar El Prospin.
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DC Expositor de pescados del Chinini.
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DC Comedor del Ohana Tres Piedras.
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