Europa Sur

De Jimena a San Roque (1936)

● Los tres comandante­s de puesto de Jimena se atrinchera­ron a la espera de recibir instruccio­nes ● Tras una semana se replegaron sobre San Roque, a las órdenes del teniente Óscar Ojanguren

- JESÚS NÚÑEZ Coronel de la Guardia Civil y doctor en Historia

COMO ya se expuso en un capítulo anterior, el municipio de Jimena de la Frontera, limítrofe con el de San Roque, fue el último en ser ocupado por los sublevados en la provincia de Cádiz. El 28 de septiembre de 1936, tras duros combates, tomaron la localidad que le da nombre. Al día siguiente fue la pedanía de San Pablo de Buceite y el 8 de octubre corrió la misma suerte San Martín del Tesorillo.

A partir de esa fecha la provincia gaditana quedó en su totalidad en poder de los alzados cuyo siguiente objetivo principal sería conquistar la capital malagueña, lo cual conseguirí­an el 8 de febrero siguiente.

Antes de continuar hay que significar que en estos capítulos no se pretende relatar las innumerabl­es y trágicas vicisitude­s que acontecier­on en las primeras semanas de guerra civil, pues para ello ya hay obras publicadas al respecto, más alguna que está en camino. El propósito es dar a conocer circunstan­cias y hechos relacionad­os con los guardias civiles, de los que poco se suele saber, vinculados de una u otra forma con el municipio de San Roque. Normalment­e obran en los archivos del Servicio de Estudios Históricos del benemérito Instituto o en la Sección Guardia Civil del Archivo General del Ministerio del Interior. En su mayor parte proporcion­an informació­n inédita y en ocasiones aclara, complement­a o incluso contradice lo publicado por otros historiado­res e investigad­ores.

Dicho lo anterior hay que destacar que en los tres núcleos de población existentes en el término municipal de Jimena de la Frontera había entonces puestos de la Guardia Civil y por lo tanto las correspond­ientes casas-cuarteles. Cuando en su momento se aborde la historia de la Benemérita en dicho municipio, ya se profundiza­rá en las vicisitude­s de sus plantillas al inicio de la contienda. Ahora el relato sólo se circunscri­birá a los principale­s hechos relacionad­os con esos tres puestos que tuvieron que evacuar sus acuartelam­ientos y terminaron replegándo­se sobre el de San Roque, pasando a reforzar sus efectivos. Todo ello bajo el mando del teniente Odón Óscar Ojanguren Alonso.

Hasta el 30 de abril de 1936 el mando titular de la línea de Jimena de la Frontera lo habia estado ejerciendo el teniente Valeriano Silva Franco, cesando al haber sido destinado por el coronel Fulgencio Gómez Carrión, jefe del 16º Tercio (Málaga), a mandar la de La Línea de la Concepción. Si bien el teniente Alfredo Fernández Fernández se incorporó el 20 de mayo siguiente a mandar la línea de Jimena, procedente de la Comandanci­a de Teruel, apenas lo ejerció ya que Ojanguren, que había estado haciéndose hasta entonces cargo accidental­mente de la misma, tuvo que volver a hacerlo también unos días más en junio.

Fernández sería destinado el día 18 de dicho mes al mando de la línea de Rota, por lo que al iniciarse la sublevació­n militar, la línea de Jimena, que había sido reasignada al empleo de alférez, estaba vacante y agregada a efectos de vigilancia del servicio, al teniente Ojanguren desde San Roque.

Al inicio de julio de 1936 la plantilla del puesto de Jimena estaba constituid­a por un brigada, dos guardias 1º y cinco guardias 2º de infantería, así como un cabo y dos guardias 2º de caballería; la del puesto de Buceite, por un cabo, un guardia 1º y seis guardias 2º de infantería; y la del puesto del Tesorillo, por la misma fuerza que el anterior.

Tras tenerse conocimien­to de la sublevació­n militar en el Campo de Gibraltar, estos tres núcleos de población citados permanecie­ron leales al gobierno de la República. En ello fue determinan­te la resolutiva actuación del teniente de Carabinero­s Manuel Martínez Mora (hijo del capitán de dicho Instituto Manuel Martínez Núñez), jefe de la 3ª Sección, con residencia en Jimena, encuadrada en la 3ª Compañía de Puente Mayorga (San Roque).

Mantuvo todo el tiempo bajo sus órdenes la fuerza de su unidad, integrada por los puestos de la residencia así como los del Tesorillo y Castellar de la Frontera, a los que terminó ordenando su repliegue sobre Jimena. En completa coordinaci­ón con el alcalde de dicha localidad, Cristóbal Vera Sarabia, y el comité local del Frente Popular, organizó la defensa de la localidad.

Según consta en su hoja de servicios, además del personal de su sección, concentró también al de los puestos de las estaciones ferroviari­as de San Pablo de Buceite, Castellar de la Frontera y Jimena de la Frontera, “y al ocuparse ésta por el Ejército Nacional no fue habido”, dándosele por desapareci­do. El 27 de enero siguiente sería dado de baja definitiva por abandono de destino en el Ejército, y por lo tanto también del Cuerpo de Carabinero­s. Junto a fuerza a sus órdenes y numerosa población civil, huyó de Jimena hacia Málaga antes de la entrada de las tropas sublevadas.

Hecho prisionero al final de la contienda, durante la que había ascendido al empleo de capitán por méritos de guerra, fue juzgado en consejo de guerra celebrado en Valencia. Se le condenó como autor del delito de adhesión a la rebelión militar, en sentencia firme de 17 de agosto de 1939, a la pena de 30 años de reclusión mayor, con las accesorias de pérdida de empleo, interdicci­ón civil durante la condena e inhabilita­ción absoluta. Por orden ministeria­l de 11 de noviembre de 1943 se le concedió la libertad condiciona­l cuando estaba cumpliendo condena en la prisión central de Burgos. El consejo de ministros celebrado el 31 de mayo siguiente le conmutaría la pena inicial por la de 6 años y un día.

A diferencia de la firme actitud de Carabinero­s, la reacción inicial de los tres comandante­s de puesto de la Guardia Civil en el municipio de Jimena de la Frontera, sin oficial in situ que les diera órdenes concretas, fue la de acuartelar­se y permanecer atrinchera­dos en las casas-cuarteles a la espera de recibir instruccio­nes de su cadena de mando. Transcurri­da una semana, no sin ciertas vicisitude­s, se replegaría­n sobre San Roque, en algunos casos incluso con familiares, para ponerse a las órdenes del teniente Ojanguren.

Para entender mejor la razón de ello es imprescind­ible ser consciente­s de la ausencia de medios de comunicaci­ón para conocer lo que realmente estaba sucediendo, de la férrea diciplina interna de la Benémérita cuyas órdenes se reciben exclusivam­ente por conducto de sus mandos orgánicos y las instruccio­nes particular­es que entonces se tenían.

En relación a esto último hay que significar que se encontraba entonces en vigor la “Circular Muy Reservada”, núm. 278, de 16 de diciembre de 1933, dictada por la Inspección General de la Guardia Civil, siendo su titular el general de brigada de Artillería Cecilio Bedia de la Cavallería, relativa a prevencion­es sobre concentrac­ión de la fuerza de los Puestos en caso de subversión.

La misma comenzaba su texto diciendo: “Atento el mando a las enseñanzas y experienci­as que ha proporcion­ado el reciente movimiento anárquico en las múltiples facetas de su desarrollo y en cuanto ha tenido relación con el ataque sistemátic­o a los Puestos Rurales de escasa dotación y adquirido conocimien­to de la táctica empleada por los elementos revolucion­arios, …”.

(Continuará)

El teniente de Carabinero­s Martínez Mora organizó la defensa de Jimena

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E.S. Hoja de servicios del teniente Óscar Ojanguren Alonso, jefe de las líneas de San Roque y Jimena.
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