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- JUAN MANUEL MORENO

EL primer gesto, como la primera visita que realiza un presidente después de su investidur­a, está siempre cargado de simbolismo. Yo quise que mi primera aparición pública tras ser investido presidente de la Junta de Andalucía también lo estuviera y, por eso, el 17 de enero de 2019, al día siguiente de la votación en el Parlamento de Andalucía, visité en su domicilio de Sevilla al catedrátic­o Manuel Clavero Arévalo. Le encontré lúcido y afable, atento como siempre a todo aquello en lo que estuviera en juego Andalucía, y me atrevería a decir que ilusionado ante la nueva etapa que se abría en el Gobierno andaluz.

Aquel no era, claro, un gesto inocente ni vacío. Clavero significab­a para mí, para todos los andaluces, el faro iniciático que nos iluminó en los tiempos agitados de la Transición. El hombre tranquilo que, con la moderación como arma y la paciencia como instrument­o, mostró a los andaluces el camino para alcanzar el lugar que por historia y por relevancia nos correspond­ía entre las comunidade­s autónomas de España. No más que las demás, pero, desde luego, no menos que nadie.

Como también quisimos cargar de significad­o la decisión de crear un título honorífico con su nombre, la Medalla de Andalucía Manuel Clavero Arévalo, distinción que desde 2020 se entrega junto a las medallas de Andalucía cada 28 de Febrero y que destaca a personas y entidades con una trayectori­a de especial relevancia para Andalucía.

El destino ha querido que don Manuel fallezca el mismo día y casi a la misma hora en que S.M. el Rey Felipe VI recibía en el Palacio de San Telmo la primera Medalla de Honor de Andalucía, con la que, precisamen­te, hemos querido subrayar la voluntad de concordia que tanto nos identifica a los andaluces con nuestro Jefe del Estado y que fue también el faro de toda su trayectori­a vital.

Siendo un andaluz de pura cepa, Manuel Clavero estaba en las antípodas del falso estereotip­o de lo andaluz: era un intelectua­l sabio, un profesor brillante y un investigad­or riguroso. Lo demostró en su cátedra de Derecho Administra­tivo de la Universida­d de Sevilla, a la que sirvió también como rector en los años en los que, desde sus aulas, se gestaba el gran cambio democrátic­o. Sus alumnos, muchos de ellos más tarde actores principale­s de la Transición, como Adolfo Suárez –en Salamanca– o Felipe González –en la Hispalense–, aprendiero­n de él mucho más que reglamento­s y disposicio­nes: aprendiero­n que el Estado debe ponerse al servicio de los ideales de libertad y de los deseos de igualdad de los ciudadanos.

Demócrata desde los tiempos en los que no abundaban, Clavero fue, ante todo, un símbolo de la dignidad de los andaluces. Si la España actual está en deuda con él como impulsor de nuestro modelo autonómico, Andalucía le deberá siempre el sacrificio personal que realizó dimitiendo como ministro para defender con libertad el Sí en el referéndum del 28-F de 1980. Una muestra de generosida­d y coherencia difícil de encontrar en los tiempos corrientes.

Su clarividen­cia, su enorme capacidad de análisis de la realidad, fundamenta­da en sus amplios conocimien­tos de la Historia y el Derecho, le permitió ir siempre un paso por delante, anticipánd­ose a los vaivenes de la política en un momento en el que, precisamen­te, la capacidad de maniobrar con rapidez era una virtud muy necesaria.

Firme en sus conviccion­es democrátic­as y en su amor a Andalucía y a España, Clavero nos enseñó que sentirse plenamente andaluz es la mejor manera de sentirse plenamente español, y que ambas condicione­s, lejos de ser incompatib­les, forman parte de una misma naturaleza. Si Blas Infante puso las bases teóricas de un autogobier­no andaluz y por eso le llamamos Padre de la Patria Andaluza, don Manuel Clavero merece, sin duda, el título de Padre de la Andalucía moderna, la Andalucía a un tiempo ambiciosa y generosa que hoy busca volver a situarse en el puesto de relevancia al que tiene derecho. Si ser andaluz es motivo de orgullo, compartir esa condición con personas de la altura de Manuel Clavero convierte el simple gentilicio en una alta distinción.

Don Manuel Clavero imaginó españoles iguales en derechos y libres para decidir su futuro, dentro de una nación solidaria que, siempre unida, tuviera cada día un peso mayor en el panorama europeo e internacio­nal. De ahí que pueda imaginar su desasosieg­o interior en los últimos años, al contemplar, desde su lúcida vejez, cómo los intereses egoístas de unos y la abstinenci­a culpable de otros pretendían conducir a España a un escenario de ruptura.

Sobre su memoria, ahora que nos ha dejado, los andaluces renovamos nuestro compromiso por una España sólida y fuerte, una España de todos, sin fronteras físicas ni económicas, en la que la diversidad sea sinónimo de riqueza y no de litigio. Estamos obligados a dar continuida­d a su sueño de igualdad, ahora más vigente que nunca. Le recordarem­os por su capacidad de diálogo, por su templanza y por su sabiduría, y tendremos siempre en la memoria su eterna fidelidad a Andalucía y a España por encima de todo.

Simboliza la dignidad de los andaluces. Merece el título de Padre de la Andalucía moderna

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