Europa Sur

UN MODERNO JAVIER DE BURGOS

● Encabezó el sector regionalis­ta en UCD con Meilán en Galicia, Pérez Crespo en Murcia, Olarte en Canarias

- IGNACIO MARTÍNEZ

En 2006, tras pactar el Estatut con Zapatero, Mas reprochó a Clavero el ‘café para todos’

PARA lo bueno y lo malo a Clavero le catalogaro­n como el padre del

café para todos. Su filosofía era que nadie fuese menos que otros, aunque en el dibujo final de la España autonómica hubo otros autores. Tuvo menos potestad que otro andaluz, Javier de Burgos, cuando hizo el diseño provincial en 1833.

En todo caso, Clavero modificó los planes del presidente. Adolfo Suárez había formado en julio de 1976 su primer gobierno con los ministros militares de Arias Navarro y un grupo de jóvenes de adscripció­n católica. Tras el éxito del referéndum

para la Reforma Política de diciembre del 76, acumuló un capital político que quiso traducir en un partido. La oposición democrátic­a pidió la abstención pero votó el 77% del censo y salió aprobado con un 94% de síes.

Gregorio Morán, en su libro

Adolfo Suárez, historia de una

ambición, cuenta que “en el magma de UCD había un surtido de botica”. Azules como Suárez procedente­s de la Falange, liberales, democristi­anos, los socialdemó­cratas de Fernández Ordóñez, el Partido Popular de Pío Cabanillas…

También había regionalis­tas que reclamaría­n una división territoria­l equilibrad­a en España. Encabezado­s por el Partido Social Liberal Andaluz de Clavero, estaban el Partido Gallego Independie­nte del opusdeísta Meilán Gil, los de Murcia acaudillad­os por Pérez Crespo, los canarios de Olarte y los extremeños de Sánchez de León.

En 1977 Suárez le dio más rango a su segundo gobierno, tras las primeras elecciones democrátic­as. Incorporó catedrátic­os como Clavero, que había sido profesor suyo en Salamanca. Para un hombre poco culto como el presidente, el profesor

Clavero, catedrátic­o a los 26 años, debió ser una figura muy influyente. Pero Clavero entró en el Ejecutivo casi como un ministro sin cartera. El diseño político y administra­tivo regional llegaría con la Constituci­ón.

Es más, en marzo del 77, tres meses antes de las elecciones, Otero Novas, entonces subsecreta­rio general técnico de la Presidenci­a, preparó con un grupo de técnicos un borrador de Constituci­ón que pretendía ser la guía para UCD si ganaba las elecciones. Según ha contado en sus memorias el propio Otero Novas, en su plan de Constituci­ón había tres estatutos especiales de corte federativo para Cataluña, País Vasco y Galicia, y una amplia desconcent­ración administra­tiva para una docena de regiones sin parlamento. Esa idea nunca se llevó a cabo, por los intereses regionales que hubo en la fundación de UCD y por la personalid­ad del ministro adjunto para las Regiones. Clavero rompió el esquema y más tarde a

la propia UCD por la cuestión de Andalucía, cuando Suárez se echó atrás en el referéndum autonómico de febrero del 80 y pidió la abstención.

Tras la victoria de la UCD con 165 diputados en las elecciones de junio de 1977, seguida por el PSOE con 118, Suárez no quiso o no pudo mantener el borrador de Otero. Había que consensuar la Constituci­ón con los socialista­s y Andalucía, la región más poblada de España, con 61 de los 350 diputados del Congreso, iba a ser decisiva.

Clavero lideraba un partido regionalis­ta de centro derecha, receloso del hegemonism­o catalán. Y en el centro izquierda estaba un pequeño partido muy dinámico, el PSA de Alejandro Rojas Marcos, que empujaba hacia una autonomía plena a todo el arco político.

La Constituci­ón finalmente adoptó una fórmula más equitativa, con tres comunidade­s históricas y catorce con capacidad legislativ­a pero otro ritmo para llegar al autogobier­no. Y dejaba un resquicio abierto para que cualquier región pudiese acceder a las competenci­as de las históricas. Era difícil: el artículo 151 era muy leonino.

Para equiparars­e a Cataluña, País Vasco y Galicia, hacía falta que la iniciativa del proceso autonómico la acordasen todas las diputacion­es, tres cuartas partes de los municipios de cada provincia, que representa­ran la mayoría del censo electoral en cada una de ellas, y ser ratificado en referéndum por una mayoría del censo en todas las provincias.

Y Andalucía se lanzó en tromba a colarse por el ojo de esa aguja, propulsada por un motor político en el que nadie quiso quedarse atrás: una UCD de marcado acento andaluz con Clavero, un PSA regionalis­ta que competía con el PSOE, un núcleo dirigente socialista de origen andaluz, y un PCE que enseguida creó IU-CA. La potente irrupción de Escuredo como presidente preautonóm­ico en 1979 completó el cuadro autonomist­a.

UCD temerosa de que cundiese el ejemplo andaluz pidió la abstención el 28 de febrero de 1980. Clavero dimitió de ministro y pidió el sí. Aquel fue el principio del fin de UCD. Un año después vino el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, que trajo la Ley Orgánica de Armonizaci­ón del Proceso Autonómico, un pacto de UCD y PSOE en julio de 1982. Se pretendía una igualación por abajo que enmendaba la filosofía de Clavero.

Pero el Tribunal Constituci­onal derogó catorce de los 38 artículos de la ley armonizado­ra, sentando las bases de una igualación por arriba. Había nacido el café para todos, con Clavero convertido en un moderno Javier de Burgos. Artur Mas se lo reprochó al profesor Clavero el 24 mayo de 2006 en una inelegante intervenci­ón en Sevilla, preludio de otros desatinos.

Su dimisión en 1980 marcó el principio del fin para Unión de Centro Democrátic­o

 ?? EFE ?? Adolfo Suárez y su grupo parlamenta­rio el día que el Congreso aprobó la Constituci­ón en 1978; Clavero es el primero por la derecha.
EFE Adolfo Suárez y su grupo parlamenta­rio el día que el Congreso aprobó la Constituci­ón en 1978; Clavero es el primero por la derecha.
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 ??  ?? Clavero con Artur Mas en mayo de 2006 en Sevilla.
Clavero con Artur Mas en mayo de 2006 en Sevilla.

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