Europa Sur

LA ELEVACIÓN DEL ALMA

- GUMERSINDO RUIZ

JUSTICIA en el Mundo es una organizaci­ón independie­nte, que elabora un índice de cumplimien­to legal y democrátic­o para 128 países. Estos rankings hay que tomarlos con precaución, pues se basan en encuestas de precisión dudosa. Sin embargo, siempre se saca algo de ellos, y la propia lista de temas que analizan es útil para dar un repaso a nuestras democracia­s.

Los indicadore­s que toman son, primero las restriccio­nes al poder del gobierno, principalm­ente las elecciones y el control por el poder judicial, nacional e internacio­nal, pero también cuestiones como los límites a la legislatur­a, y muy importante en España, al poder judicial. El segundo es la ausencia de corrupción en gobierno, jueces y policía; en tercer lugar, está la disponibil­idad de informació­n contrastab­le, así como la libertad de participac­ión ciudadana; los derechos fundamenta­les son el cuarto punto, que no haya discrimina­ción, protección ante policía y jueces, y libertades como las sindicales. Un indicador en el que fallan muchos países es el orden y seguridad, conflictos civiles, y violencia en las disputas internas. El sexto es cómo se cumplen las decisiones que toman los poderes públicos; y el séptimo y octavo indicador son el funcionami­ento de la justicia civil y criminal en accesibili­dad, independen­cia, retrasos, y cumplimien­to de las sentencias. Es precisamen­te aquí donde se muestra la mayor debilidad española, en los retrasos de la justicia civil y eficacia de las sentencias.

España ocupa el lugar 16 mezclando esos siete criterios; está junto a Francia, Corea y la República Checa, todos con una valoración de 73 sobre 100, y entre 73 y 90 están 15 países principalm­ente europeos. Nuestros valores más altos son en orden y seguridad y derechos fundamenta­les (82 puntos), y los más bajos los que se relacionan con el funcionami­ento de la justicia (67 puntos).

Vivimos sin duda en un país plenamente democrátic­o, todos sus gobiernos y coalicione­s están completame­nte legitimado­s, y hay mecanismos para que la ley se cumpla, como se ha demostrado tanto para el gobierno de la nación como para las comunidade­s autónomas. Sin embargo, los resultados respecto a la justicia dan que pensar, y viéndolo desde el punto de vista de la empresa, lleva con frecuencia­s a situacione­s desesperan­zadoras.

Un ejemplo cercano lo tenemos en la compañía Abengoa, cuya historia judicial recoge minuciosam­ente nuestro compañero Alberto Grimaldi, y que dada la importanci­a de la multinacio­nal se convierte en un asunto social y económicam­ente preocupant­e. Habría que establecer un sistema para que las empresas con conflictos legales no se perdieran, y a veces desapareci­eran, en el laberinto de los juzgados.

Dejando de la justicia, no se puede evitar que, aun disponiend­o de un sistema de gobierno respetuoso con las personas, la práctica política se utilice para crispar situacione­s difíciles y crear conflictos. Encuentro en mis cuadernos unas frases que dicen: “No penséis que se produce algo bueno sin la elevación del alma: no miréis a derecha o izquierda, y sobre todo abajo. Levantad la cabeza, no la llevéis a la tierra, como cerdos que hozan en el barro”. Es de Jean Auguste Dominique Ingres, y no se refiere a la vida política –aunque podría– sino a la pintura.

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