La Junta valorará recomendar la mascarilla aunque no sea obligatoria
Sánchez fija para el día 26 el fin de la prescripción de la protección al aire libre Bendodo alude a los contagios que haya entonces antes de decidir
La pandemia irrumpió hace 15 meses en España con una discusión en torno al uso de la mascarilla y está llegando a su conclusión con una nueva polémica, quizá la última de la primera plaga del siglo, sobre el fin de su uso. Después de varios días de avisos y amagos, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, concretó ayer el día en que las mascarillas dejen de ser obligatorias en el exterior. Será el próximo sábado, día 26 de junio, cuando los españoles vuelvan a verse las caras por la calle y las plazas, en las playas y los montes, en todos los entornos por los que discurra el aire libre. La Junta de Andalucía, sin embargo, anunció ayer que recomendará la protección facial siempre y cuando lo aconseje la evaluación de la propagación del virus que se lleve a cabo el día 29, cuando se reúna de nuevo el comité de expertos.
El consejero de Presidencia y portavoz de la Junta, Elías Bendodo, criticó al Gobierno central por adoptar la decisión de que la mascarilla deje de ser obligatoria en espacios exteriores sin haberlo consensuado con las comunidades autónomas en el seno del Consejo Interterritorial. Ése ha sido el órgano en el que los responsables sanitarios del Estado –del Ejecutivo central y de las autonomías– han ido acordando las políticas relacionadas con la pandemia. El ambiente de aparente paz y consenso que en tal foro ha prevalecido durante el primer año pandémico ha ido desgastándose en los últimos meses, aunque la sangre nunca llegara al río. Tampoco ocurrirá ahora, pese a las protestas de los representantes de Castilla y León y Cataluña, además de Andalucía.
“Evidentemente”, manifestó ayer Bendodo en Churriana (Málaga), la Junta no va dejar de adoptar la medida que se apruebe en el ámbito nacional, no obstante –añadió el consejero– el Gobierno
andaluz evaluará la evolución de la incidencia acumulada y, “en el caso de que sea alta”, se recomendará el uso de la mascarilla en el exterior.
El debate sobre la eliminación de la obligatoriedad de las mascarillas lleva semanas coleando. Iba camino de ser la controversia de turno. Era inexorable. El pasado miércoles, en la última cita del Consejo Interterritorial, las autoridades sanitarias informaron del aplazamiento de la decisión, el mismo día que Sánchez avanzó que habría una decisión al respecto en los próximos días. Finalmente, el mismo Sánchez anunció ayer que el jueves 24 de junio se celebrará un Consejo de Ministros extraordinario para dar por terminado el uso obligatorio de la mascarilla en los espacios abiertos mediante la modificación de la Ley 2/2021, del pasado 29 de marzo, que lo regulaba. Hay quien ha interpretado el anuncio como una maniobra de distracción. El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, criticó que el Gobierno pretenda “convertir esta noticia que todo el mundo espera en una cortina de humo para los indultos” de los políticos independentistas presos, citó Efe en una nota.
La mascarilla es y ha sido uno de los debates recurrentes a lo largo de este año y un cuarto de pandemia. Un significativo porcentaje de la población ha sido reacio a su empleo no sólo en el exterior sino en los interiores. Así fue hasta que la comunidad científica fue teniendo cada vez más clara la importancia en el proceso de transmisión del f lujo de aerosoles –gotas finas expelidas al hablar, reír e incluso respirar– y no sólo por el fenómeno de expulsión de las gotículas –gotas más gruesas expulsadas al toser, estornudar, cantar o gritar–, más común en los patógenos respiratorios habituales.
Pero llegaron la segunda y, sobre todo, la tercera ola y la población fue concienciándose de la relevancia de la mascarilla para atajar la propagación del SARS-CoV2, un virus al que cabe achacarle la responsabilidad de al menos 10.149 andaluces. Así ha sido hasta que, con la progresiva vacunación de la población y la efectiva protección de las personas más vulnerables, la tendencia a la relajación ha ido extendiéndose con el transcurso de las semanas.
El debate ha estado en la calle y lleva semanas en los despachos de las autoridades sanitarias. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, algo reticente desde el inicio al uso de la mascarilla en el exterior, abrió la puerta el 7 de junio a la relajación “en julio o incluso antes”. El motivo esgrimido por la óptima evolución de la pandemia.
La incidencia media en España fue ayer de 95,9 casos en 14 días. Andalucía, en cambio, registró 179,1, el valor más alto de todas las autonomías. Por eso apuesta el Gobierno andaluz por la cautela. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, se mostró favorable el jueves a seguir llevando mascarilla hasta finales de julio o principios de agosto, coincidiendo con los principios epidemiológicos expuestos por la sociedad española de Salud Pública. Otros sanitarios también opinaron ayer, avisando de lo ya sabido, de la importancia de mantener la distancia de dos metros o de ventilar.
El Ejecutivo andaluz critica al Gobierno por decidir al margen del Consejo Interterritorial
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